Después
de la Segunda Guerra Mundial, se desató lo que se denominó la Guerra
Fría, cuando las naciones intercambiaban amenazas y competían por el
poder. El Muro de Berlín, construido en agosto de 1961, se mantuvo
durante casi tres décadas como símbolo de la ardiente enemistad entre
Oriente y Occidente. Sin embargo, el 9 de
noviembre de 1989 se anunció que sus habitantes podrían cruzar
libremente de un lado al otro de la ciudad. Al año siguiente, el muro se
demolió por completo.
La
conocida historia de José, en el Antiguo Testamento, trata de un hijo
favorito a quien sus hermanos odiaban (Génesis 37–50). No obstante, José
rehusó levantar una pared de odio entre él y sus hermanos, que lo
habían vendido como esclavo. Muchos años después, cuando una hambruna
los puso frente a frente, José los trató bondadosamente, diciendo:
«Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo tornó en bien […]. Y los
consoló y les habló cariñosamente» (50:20-21), lo cual ayudó a
recomponer la relación.
Hoy,
hace 25 años que una barrera opresora construida por el hombre se
abrió, ofreciendo libertad y reuniendo a familias y amigos.
Si
hemos levantado paredes de enojo y separación entre nosotros y los
demás, el Señor está dispuesto a ayudarnos a derribarlas, y puede
hacerlo
hoy.
—DCM
Padre celestial, examina mi corazón. Muéstrame los muros que me separan de los demás y ayúdame a derribarlos.
El enojo levanta paredes; el amor las derriba.
Nuestro Pan Diario
¿Naranjas o leche?
Lectura: Hebreos 5:5-14
Pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez… —Hebreos 5:14
Pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez… —Hebreos 5:14
Cuando
le dije a mi hijita que nos vendría a visitar un bebé de tres meses,
estaba encantada. Con un sentido infantil de hospitalidad, sugirió que
compartiéramos con él algo de nuestra comida; pensó que le gustaría una
naranja jugosa de la fuente que teníamos en la mesa de la cocina. Le
expliqué que el niñito solo
podía beber leche, pero que, cuando fuera grande, tal vez le gustarían
las naranjas.
La Biblia
emplea un concepto similar para describir la necesidad de alimento
espiritual del creyente. Las verdades básicas de las Escrituras son como
la leche; ayudan a los creyentes nuevos a desarrollarse y crecer (1
Pedro 2:2-3). En contraste, «el alimento sólido es para los que han
alcanzado madurez…» (Hebreos 5:14). Los creyentes que han tenido tiempo
para digerir y entender los principios básicos pueden avanzar e
investigar otros conceptos bíblicos, y empezar a enseñarles a otros
estas verdades. Las recompensas de la madurez espiritual son el
discernimiento (v. 14), la sabiduría divina (1 Corintios 2:6) y la
capacidad para comunicar a otros la verdad de Dios (Hebreos 5:12).
Como
un padre amoroso, el Señor desea que crezcamos espiritualmente. Él sabe
que alimentarnos tan solo de leche espiritual no es lo que más nos
conviene, y desea que avancemos para poder
disfrutar del sabor del alimento sólido.
—JBS
Querido Señor, ayúdame a entender tu Palabra con más profundidad.
Cuando la fe se cultiva, hay crecimiento espiritual.
Nuestro Pan Diario
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