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domingo, 17 de septiembre de 2017

Escribir cartas



Por Amy Boucher Pye
Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres (v. 2).
La Biblia en un año: Proverbios 8−9; 2 Corintios 3
Mi madre y su hermana practican un arte en proceso de extinción: escribir cartas. ¡Se escriben con tanta regularidad que uno de los carteros se preocupa cuando no tiene nada que entregar! Sus cartas están inundadas de temas de la vida, alegrías y tristezas, y cuestiones cotidianas de amigos y parientes.
Me encanta pensar en este ejercicio semanal de estas mujeres de mi familia, ya que me ayuda a apreciar aún más las palabras de Pablo respecto a que los seguidores de Jesús son «carta de Cristo […], escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo» (2 Corintios 3:3). En respuesta a los falsos maestros que trataban de desacreditar su mensaje, instó a los creyentes a continuar siguiendo al Dios vivo y verdadero, ya que sus vidas transformadas serían un testimonio más poderoso de la obra del Espíritu a través de su ministerio que cualquier carta escrita.
¡Qué maravilla que el Espíritu de Dios en nosotros escriba una historia de gracia y redención! Por más significativas que puedan ser las palabras escritas, nuestras vidas son el mejor testimonio de la verdad del evangelio; una compilación de compasión, servicio, gratitud y gozo. A través de nuestras palabras y acciones, el Señor difunde su amor vivificante. ¿Qué mensaje podrías enviar hoy?
Señor, habla a través de mi vida hoy.
Somos cartas de Cristo.

Jesucristo entiende
Por Jennifer Benson Schuldt
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros… (v. 14).
Leer: Juan 1:1-18
La Biblia en un año: Proverbios 10−12; 2 Corintios 4
Un capellán de los departamentos de policía y bomberos de su comunidad asistió a cursos de capacitación en la academia de policía para entender mejor las situaciones que enfrentaban los oficiales al aplicar la ley. El tiempo con los cadetes y el aprendizaje sobre los enormes desafíos de la profesión le generaron un nuevo sentimiento de humildad y empatía. En el futuro, espera aconsejar mejor a aquellos que luchan contra el estrés emocional, la fatiga y las pérdidas.
Sabemos que Dios entiende lo que enfrentamos no solo porque Él nos creó y ve todo lo que nos sucede, sino porque también estuvo en esta Tierra y vivió como un ser humano en la persona de Jesucristo: «Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros» (Juan 1:14).
La vida terrenal de Jesús incluyó diversas dificultades: el abrasador calor del sol, el dolor de un estómago vacío y la incertidumbre de no tener una casa. Emocionalmente, enfrentó rechazo, traición y constantes amenazas de violencia; también el gozo de las amistades y el amor familiar, y todo lo peor que nosotros enfrentamos en este mundo. Por eso, también brinda esperanza, porque es el Admirable Consejero que nos escucha con paciencia e interés (Isaías 9:6), y puede decir: «Te entiendo. Yo pasé por eso».
Señor, sé que entiendes todo de mí. Te entrego mis angustias.
Dios entiende las luchas que enfrentamos.
Nuestro Pan Diario
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