Por Mb
… por
la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría (v. 5).
Leer: Salmo 30:1-12
La
Biblia en un año: Proverbios 3−5; 2 Corintios 1
Hace
poco, encontré unos diarios de mi juventud, y no pude resistir releerlos. Al
hacerlo, me di cuenta de que, en aquel entonces, mi sentir era muy diferente al
de ahora. Mis luchas con la soledad y las dudas sobre mi fe me abrumaban, y al
mirar atrás, puedo ver claramente cómo me llevó Dios a un estado mejor. Pensar
en su cuidado y bondad para ayudarme a atravesar aquellos días me lleva a
entender que lo que hoy causa turbación, un día, será parte de una realidad
maravillosa de su amor sanador.
El
Salmo 30 celebra de manera similar al evocar con asombro y gratitud la poderosa
restauración que obra el Señor: de enfermedad a sanidad, de amenaza de muerte a
vida, de experimentar el juicio de Dios a disfrutar de su favor, del lamento al
gozo (vv. 2-3, 11).
David,
a quien se le atribuye este salmo, también experimentó una restauración tan
increíble que pudo confesar: «por la noche durará el lloro, y a la mañana
vendrá la alegría» (v. 5). A pesar del dolor que había soportado, descubrió
algo aun más importante: el poder de la mano restauradora de Dios.
Si hoy
estás sufriendo y necesitas ánimo, recuerda aquellos momentos pasados en que
Dios te llevó de la mano hasta un lugar de sanidad interior. Ora y ten
confianza en que lo volverá a hacer.
Señor,
que el recuerdo de tu ayuda en el pasado me ayude hoy.
Todo
le pertenece a Dios.
Ver
a Dios
Por JDR
Felipe
le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta (v. 8).
Leer: Juan 14:1-12
La
Biblia en un año: Proverbios 6−7; 2 Corintios 2
El
pastor y escritor Erwin Lutzer relata una historia sobre un conductor de televisión
y un muchachito que estaba dibujando un retrato de Dios. Enojado, el conductor
dijo: «No puedes hacer eso porque nadie sabe cómo es Dios».
«¡Lo
sabrán cuando termine!», afirmó el muchacho.
Quizá
nos preguntemos: ¿Cómo es Dios? ¿Es bueno? ¿Le importamos? La sencilla
respuesta a estas preguntas es lo que Jesús le explicó a Felipe cuando pidió:
«Señor, muéstranos el Padre». El Señor dijo: «¿Tanto tiempo hace que estoy con
vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al
Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?» (Juan 14:8-9).
Si
deseas ver a Dios, mira a Jesús. Pablo declaró: El Hijo «es la imagen del
Dios invisible» (Colosenses 1:15). Lee los cuatro Evangelios en el Nuevo
Testamento: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Medita en lo que Jesús hizo y dijo, y
«dibuja» tu propia imagen mental de Dios a medida que leas. Cuando hayas
terminado, sabrás mucho mejor cómo es Él.
Una
vez, un amigo me dijo que el único Dios en el que podía creer era el que veía
en Jesús. Si miras atentamente, estarás de acuerdo. Al leer de Él, tu corazón
palpitará porque, aunque quizá no lo sepas, Jesús es el Dios que has estado
buscando toda tu vida.
Señor,
ayúdame a verte en las páginas de la Biblia.
«Cuanto
mejor vemos a Dios, tanto mejor nos vemos a nosotros mismos». E. Lutzer
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