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sábado, 13 de abril de 2013

Código de honestidad


Lectura: Lucas 16:1-10 
El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. —Lucas 16:10
Muchas casas cerca de la nuestra ponen a la venta junto al camino alimentos frescos y plantas perennes. A veces, vamos en el automóvil hasta un puesto donde nadie atiende y que funciona bajo el «código de honestidad». Cuando elegimos lo que queremos, ponemos el dinero en una alcancía o en una vieja lata de café. Después, nos vamos a casa a disfrutar de las frutas y las verduras recién cosechadas.
Pero este sistema no siempre funciona. Mi amiga Jackie tiene un puesto de flores frente a su casa. Un día, mientras observaba por la ventana, vio a una mujer bien vestida y con un gran sombrero, que llenaba de plantas perennes la cajuela de su automóvil. Jackie sonreía mientras calculaba que ganaría 50 dólares por su trabajo en el jardín. Sin embargo, cuando más tarde revisó la alcancía, ¡estaba vacía! El código de honestidad reveló que esa mujer era deshonesta.
Tal vez a ella le parecía que robar flores no era algo tan grave. Pero ser honestos en las pequeñeces indica cómo actuaremos en las cosas mayores (Lucas 16:10). La honestidad aplicada a todas las áreas de nuestra vida es una manera de honrar a Jesucristo, nuestro Salvador.
Para un seguidor de Cristo, el mejor «código de honestidad» es Colosenses 3:17: «Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús…».
—CHK
Honestidad significa no tener nada que esconder
 
Recuperar el tiempo
Lectura: Joel 2:21-27 
Y os restituiré los años que comió la oruga… —Joel 2:25
Todos tenemos remordimientos. A menudo, nos deslizamos en senderos de malas decisiones (algunos más largos que otros) que pueden dejar secuelas en la mente, el cuerpo y el alma.
Un amigo mío pasó años hundido en el alcohol y las drogas. Pero Dios hizo una obra asombrosa en su vida, y hace poco, celebró 25 años de haberse liberado de esas adicciones. Ahora dirige una empresa exitosa, tiene una esposa dedicada e hijos que aman a Cristo. Su pasión es alcanzar a otros que han caído en las profundidades del pecado, y trabaja como un sabio y tierno consejero en esa labor de rescatar vidas.
¡Dios nunca baja los brazos! Aunque en el pasado hayamos tomado malas decisiones que nos pesan, ahora podemos decidir cómo vivir: seguir en el camino de la destrucción, revolcarnos en el remordimiento, o acudir a Cristo, creyendo que Él puede «[restituir] los años que comió la oruga» (Joel 2:25). Cuando nos arrepentimos y buscamos que nos sane y nos libere con su poder, el Señor es misericordioso.
Aunque perduren algunas secuelas del pasado, ¡podemos estar seguros de que Dios tiene un futuro bueno y glorioso para los que confían en Él!
—JMS
Dios nunca abandona su tarea de convertir nuestra vida en algo hermoso
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ESPACIO PARA PENSAR
CUANDO JESUS SE HACE EL SORDO
Por. Abigail Toledo-Galán, Puerto Rico
En Mateo 15: 22-28 la Biblia relata la historia del milagro de la mujer cananea. ¡Como nunca antes me inquietó grandemente la manera en que ella fue intencionalmente ignorada por Jesús! Tal vez te asombres si no lo habías leído antes, pero te aseguro que para cuando termines de leer este artículo será de mucha inspiración para tu vida como lo fue para mí.
Creyendo en los testimonios maravillosos que contaban acerca de Jesús, al pasar El por la región donde vivía esta mujer, ella corrió a su alcance por ayuda para su hija. La narración cuenta que cuando ella clamó por misericordia y compasión a gritos, Jesús se hizo el sordo y no le respondió palabra alguna. ¿Cómo puede ser que unos versículos mas adelante Jesús diga que tenia compasión de la gente por que hacían tres días que no comían y a la mujer cananea ni caso le hizo? Aun cuando los discípulos a su propia conveniencia intercedieron a favor de ella, Jesús no se motivo a contestarle. ¡Jesús nunca había tratado a alguien así! El jamás ignoró las quejas y los lamentos de las multitudes que le seguían. La gente traía ante Jesús a los mudos, a los ciegos, a los paralíticos, y a los pobres entre otros; y los bendecía con milagros de sanidad, de liberación y de provisión entre muchos más. Creo que si esto le hubiera sucedido a uno de nosotros, estaríamos muy enojados con Jesús, pero la mujer cananea no se enojó ni se angustió. Ella decidida a recibir el milagro de sanidad que buscaba para su hija, se postró y clamo: ¡Señor socórreme! Pero, aunque Jesús se vuelve a ella, no le brinda su ayuda sino que arguye que lo que el traía era para su pueblo Israel y no para ella por que era gentil. ¡Parecía que no había esperanza para ella cuando asombrosamente esta mujer cananea llena de valor y conciente de que estaba justo frente al Rey de reyes y Señor de señores, le expresa la gran fe con la se acercó a El! Tal insistencia hizo que finalmente Jesús le contestara su petición diciendo: “Oh, mujer grande es tu fe; hágase contigo como quieres.”
Yo no creo que Jesús habría caminado hasta allí solo para rechazar a esta mujer sin ninguna razón. Jesús se hizo el sordo intencionalmente por que a través de esa prueba había un propósito muy especial y El sabía que podía probar su fe. ¡Aparentó retirar su favor para que ella insistiera con mayor persistencia! ¿Podría suceder esto a nosotros? Claro que si. También Dios prueba nuestra fe “a fin de que sea mucho mas preciosa que el oro” (1 Pedro 1:7). Aunque El dijo: “pedid y se os dará, buscad y hallareis”, no significa que siempre obtendremos lo que queremos cuando queremos. La mujer cananea no se conformó con el silencio, no le importo si era judía o gentil, y ni el rechazo del mismo Maestro supero su fe. Estaba decidida a recibir una respuesta de Su parte porque sabía que en Jesús estaba el milagro para su hija.
¡Este es un gran ejemplo para nosotros hoy para que supliquemos a gritos por ayuda ante el Señor! Aunque la insistencia y persistencia suelen considerarse como una actitud irritante, en lo espiritual es diferente y resulta que a Dios le agrada. Cuando creas que Dios se esta haciendo el sordo, suplica con mas fuerza ante su presencia recordándole que él es el Señor y que la promesa que hizo la debe cumplir. No nos angustiemos ni dudemos, en las situaciones mas difíciles debemos insistir fervientemente sin dilaciones en nuestra oración creyendo con firmeza que él se dará la vuelta y dirá “grande es tu fe hágase contigo como quieres”.
Pensamiento Por:
Abigail Toledo-Galán Ministerios Joel Galán
Email: biggitoledo@gmail.com


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