… No temas, yo te ayudo (v. 13).
Lectura: Isaías 41:10-13
La biblia en un año: 1 Crónicas 22–24; Juan 8:28-59
Había puesto una malla para ajardinar mi patio, sobre la cual iba a
colocar unas piedras decorativas. Mientras me preparaba para terminar la tarea,
noté que una ardilla se había enganchado en la red.
Me puse los guantes y, cuidadosamente, empecé a cortar los hilos. El
pequeño animalito no estaba contento conmigo, me lanzó una patada y trató de
morderme. Con calma, le dije: «Amiga, no te voy a lastimar. Solo relájate».
Pero no me entendió, así que se resistió atemorizada. Finalmente, corté la
última unión y dejé que saliera disparada hacia su casa.
A veces, los seres humanos se sienten atrapados y reaccionan por miedo a
Dios. Durante siglos, Él ha ofrecido salvación y esperanza a la gente; sin
embargo, lo resistimos, sin entender que desea ayudarnos. En Isaías 41, el
profeta cita al Señor: «Porque yo el Señor soy tu Dios, quien te sostiene de tu
mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo» (v. 13).
Cuando piensas en tu situación, ¿cómo ves el papel de Dios? ¿Tienes miedo
de dejarlo actuar, temiendo que pueda dañarte? El Señor es bueno y está cerca,
y desea liberarte de los enredos de la vida. Puedes confiar en Él para todo.
¿En qué aspectos de tu vida necesitas ser liberado? Pídele al Señor que
te dé confianza en Él para que te libre.
La fe es el mejor
antídoto para el temor.
Nuestro Pan Diario, 2015
Atascado en el lodo
Me hizo sacar […] del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña… (v. 2).
Lectura: Salmo 40:1-5
La biblia en un año: 1 Crónicas 19–21; Juan 8:1-27
¡Estábamos totalmente atascados! Mientras ponía unas flores en la tumba
de mis padres, mi esposo apartó el auto para dejar pasar a otro. Había llovido
durante semanas y el área para estacionar estaba inundada. Cuando quisimos
irnos, descubrimos que el coche estaba atascado. Las ruedas giraban en el fango
y se hundían cada vez más.
La única salida era empujarlo, pero mi esposo tenía mal el hombro y yo
acababa de salir del hospital. ¡Necesitábamos ayuda! A lo lejos, vimos a dos
jóvenes, los cuales respondieron alegremente a mis gritos y señas frenéticas.
Felizmente, la fuerza de ambos reubicó el automóvil en el camino.
El Salmo 40 revela la fidelidad de Dios cuando David clamó pidiendo
ayuda: «Pacientemente esperé al Señor, […] y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del
pozo de la desesperación, del lodo cenagoso» (vv. 1-2). Ya sea que este salmo
se refiera a un pozo literal o a circunstancias desafiantes, David sabía que
siempre podía acudir al Señor para que lo librara.
Dios también nos ayudará cuando lo invoquemos. A veces, interviene en
forma directa, pero lo más habitual es que lo haga a través de otras personas.
Cuando reconocemos nuestra necesidad ante Él (y quizá ante otros), podemos
contar con su fidelidad.
La esperanza llega
con la ayuda de Dios y de los demás.
Nuestro Pan Diario, 2015.
Pensamientos de un sobreviviente
… deseara […] ser […], separado de Cristo, por amor a mis hermanos… (v.
3).
Lectura: Romanos 9:1-5
La biblia en un año: 2 Reyes 22–23; Juan 4:31-54
Después que una mujer de 71 años fue rescatada durante el trágico
hundimiento de un barco, luchaba contra el sentimiento de culpa del sobreviviente.
Desde su cama del hospital, decía que no podía entender por qué estaba bien que
ella siguiera viviendo tras un accidente que se había llevado la vida de muchas
personas más jóvenes. También lamentaba no saber el nombre del muchacho que la
había sacado del agua cuando ella ya no tenía más esperanzas. Luego, agregó:
«Quiero comprarle, al menos, una comida, tomarlo de la mano o abrazarlo».
El sentir de esta mujer para con los demás me recuerda al apóstol Pablo.
Le importaban tanto sus conciudadanos y sus prójimos que deseaba poder
desprenderse de su relación con Cristo a cambio de que ellos fueran rescatados:
«tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. Porque deseara yo mismo
ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos» (Romanos 9:2-3).
Pablo también expresó un profundo sentimiento de gratitud. Sabía que no
entendía los caminos y los juicios de Dios (ver vv. 14-24); por lo tanto,
mientras hacía todo lo posible para proclamar el evangelio a todos, hallaba paz
y gozo en confiar en un Dios que ama a todo el mundo mucho más de lo que él
podía hacerlo.
La gratitud a Dios
hace crecer en santidad.
Nuestro Pan Diario, 2015
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