Y el Señor le dijo: ¿Haces tú bien en enojarte
tanto? (v. 4).
Lectura: Jonás 4
La biblia en un año: Hechos 23:1-15
La primera vez que mi esposa y yo colaboramos en
un proyecto literario, se volvió dolorosamente evidente que los retrasos serían
un obstáculo importante. Su función era editar mi trabajo y mantenerme dentro
los plazos, y el mío parecía ser sacarla de quicio. Casi siempre, su capacidad
organizativa y su paciencia superaban mi oposición a las indicaciones y las
fechas de entrega.
Un día, prometí tener determinada cantidad de
material listo para la noche. Durante una hora, trabajé con diligencia. Luego,
decidí tomar un descanso. Cuando me di cuenta, no tenía más tiempo. Seguro de
que tendría problemas, pensé en alguna salida. Entonces, hice un par de tareas
domésticas que a mi esposa no le agradan y que siempre me retribuye con un
elogio.
Mi plan fracasó…
A veces, hago lo mismo con Dios. Él coloca personas
en mi camino a quienes desea que sirva o tareas que quiere que haga. Como
Jonás, que fue por otro camino cuando el Señor le asignó una tarea (Jonás 4:2),
debo dejar de lado mis sentimientos. A menudo, trato de impresionarlo con
buenas acciones o actividades espirituales cuando lo que Él quiere es que le
obedezca. Inevitablemente, mi plan fracasa.
¿Estás evadiendo instrucciones que Dios te muestra
claramente? Créeme: la satisfacción verdadera está en cumplirlos con su poder y
a su manera.
Señor, que no me distraiga de obedecerte.
A Dios le complace la obediencia.
Él entiende
El Señor es mi luz y mi salvación… (v. 1).
Lectura: Salmo 27:1-8
La biblia en un año: Hechos 22
A algunos niños les cuesta dormirse por la noche.
Aunque esto puede deberse a muchas razones, mi hija me reveló una de ellas
cuando yo estaba saliendo de su cuarto una noche: «Tengo miedo a la oscuridad».
Traté de calmar su temor, pero dejé encendida una luz para que estuviera
tranquila de que no había monstruos en su habitación.
No pensé en el miedo de mi hija hasta unas semanas
después, cuando mi esposo estuvo fuera una noche por un viaje de negocios. Al
acostarme, la oscuridad pareció agobiarme. Escuché un pequeño ruido y salté de
la cama para investigar. No había nada extraño, pero, al final, entendí el
sentir de mi hija cuando yo misma lo experimenté.
Jesús entiende nuestros miedos y problemas porque
Él vivió en este mundo como un ser humano y soportó la misma clase de
dificultades que nosotros: «Despreciado y desechado entre los hombres, varón de
dolores, experimentado en quebranto» (Isaías 53:3). Cuando le describimos
nuestras luchas, no nos deja de lado, ni minimiza nuestros sentimientos ni nos
dice que pensemos en otra cosa, sino que se identifica con nosotros y nuestra
aflicción. Saber que Él nos comprende puede disipar la soledad que suele
acompañar al sufrimiento. En nuestro momentos más oscuros, el Señor es nuestra
luz y salvación.
Señor, gracias por entender mi situación.
Jesús es nuestra luz en la noche más oscura.
Nuestro Pan Diario
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