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domingo, 24 de julio de 2016

Distracciones tácticas



Y el Señor le dijo: ¿Haces tú bien en enojarte tanto? (v. 4).
Lectura: Jonás 4
La biblia en un año: Hechos 23:1-15
La primera vez que mi esposa y yo colaboramos en un proyecto literario, se volvió dolorosamente evidente que los retrasos serían un obstáculo importante. Su función era editar mi trabajo y mantenerme dentro los plazos, y el mío parecía ser sacarla de quicio. Casi siempre, su capacidad organizativa y su paciencia superaban mi oposición a las indicaciones y las fechas de entrega.
Un día, prometí tener determinada cantidad de material listo para la noche. Durante una hora, trabajé con diligencia. Luego, decidí tomar un descanso. Cuando me di cuenta, no tenía más tiempo. Seguro de que tendría problemas, pensé en alguna salida. Entonces, hice un par de tareas domésticas que a mi esposa no le agradan y que siempre me retribuye con un elogio.
Mi plan fracasó…
A veces, hago lo mismo con Dios. Él coloca personas en mi camino a quienes desea que sirva o tareas que quiere que haga. Como Jonás, que fue por otro camino cuando el Señor le asignó una tarea (Jonás 4:2), debo dejar de lado mis sentimientos. A menudo, trato de impresionarlo con buenas acciones o actividades espirituales cuando lo que Él quiere es que le obedezca. Inevitablemente, mi plan fracasa.
¿Estás evadiendo instrucciones que Dios te muestra claramente? Créeme: la satisfacción verdadera está en cumplirlos con su poder y a su manera.
Señor, que no me distraiga de obedecerte.
A Dios le complace la obediencia.

Él entiende
El Señor es mi luz y mi salvación… (v. 1).
Lectura: Salmo 27:1-8
La biblia en un año: Hechos 22
A algunos niños les cuesta dormirse por la noche. Aunque esto puede deberse a muchas razones, mi hija me reveló una de ellas cuando yo estaba saliendo de su cuarto una noche: «Tengo miedo a la oscuridad». Traté de calmar su temor, pero dejé encendida una luz para que estuviera tranquila de que no había monstruos en su habitación.
No pensé en el miedo de mi hija hasta unas semanas después, cuando mi esposo estuvo fuera una noche por un viaje de negocios. Al acostarme, la oscuridad pareció agobiarme. Escuché un pequeño ruido y salté de la cama para investigar. No había nada extraño, pero, al final, entendí el sentir de mi hija cuando yo misma lo experimenté.
Jesús entiende nuestros miedos y problemas porque Él vivió en este mundo como un ser humano y soportó la misma clase de dificultades que nosotros: «Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto» (Isaías 53:3). Cuando le describimos nuestras luchas, no nos deja de lado, ni minimiza nuestros sentimientos ni nos dice que pensemos en otra cosa, sino que se identifica con nosotros y nuestra aflicción. Saber que Él nos comprende puede disipar la soledad que suele acompañar al sufrimiento. En nuestro momentos más oscuros, el Señor es nuestra luz y salvación.
Señor, gracias por entender mi situación.
Jesús es nuestra luz en la noche más oscura.
Nuestro Pan Diario
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