… Más
bienaventurado es dar que recibir (v. 35).
Lectura: Hechos 20:22-35
La biblia
en un año: Hechos 20:17-38
En 1891,
Biddy Mason fue enterrada en una tumba anónima. Aunque era lo habitual para una
mujer nacida en la esclavitud, en su caso, tendría que haber sido diferente. Tras
conseguir su libertad en una batalla judicial en 1856, combinó su talento como
enfermera con sabias decisiones empresariales y reunió una pequeña fortuna.
Luego, ante la situación de inmigrantes y prisioneros, comenzó a ayudarlos
tanto que formaban fila frente a su casa para recibir ayuda. En 1872, junto con
su yerno, comenzaron una iglesia para afroamericanos en Los Ángeles, Estados
Unidos.
Esta mujer
encarnaba las palabras del apóstol Pablo: «En todo os he enseñado que,
trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del
Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir» (Hechos 20:35).
En 1988, se
dedicó una lápida para Biddy Mason, ante la presencia de casi 3.000 miembros de
la pequeña iglesia que ella había fundado en su casa más de 100 años antes. Una
vez, Biddy dijo: «La mano abierta es bendecida porque recibe con la misma
abundancia con que da». Aquella mano que dio con tanta generosidad recibió
un rico legado.
¿Hay
alguien necesitado a quien podrías ayudar? ¿Cómo puedes mostrar hoy tu
generosidad a esa persona o familia?
«La mano abierta es bendecida porque recibe con
la misma abundancia con que da». —Biddy Mason
La dádiva y
el Dador
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó desde lo alto la
aurora (v. 78).
Lectura: Lucas 1:67-79
La biblia
en un año: Hechos 20:1-16
Es tan solo
un llavero; cinco bloquecitos unidos con un cordón. Mi hija me lo regaló hace
tiempo, cuando tenía siete años. Hoy está astillado y desgastado, pero conserva
un mensaje que nunca envejecerá: «yo. a mi papá».
Lo que hace
que un regalo sea precioso no es el objeto en sí, sino de quién viene.
Pregúntale a cualquier padre o madre que haya recibido alguna vez un ramito de
flores de parte de una mano gordita… Los mejores regalos no se valoran por el
precio, sino por el amor.
Zacarías
entendía bien esta verdad. En su cántico profético, alabó a Dios por darle a él
y a su esposa Elisabet un hijo, Juan, cuando ya no estaban en edad de procrear
(Lucas 1:67-79). Además, se regocijó porque ese hijo sería el profeta que
proclamaría a todos la dádiva más maravillosa de Dios, el futuro Mesías: «por
la entrañable misericordia de nuestro Dios. La aurora nos visitó desde lo alto»
(v. 78 rvc). Estas palabras señalan un regalo dado con tanto amor que «[dará]
luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte» (v. 79).
La dádiva
más preciosa que podemos recibir es la tierna misericordia de Dios: el perdón
de nuestros pecados por la obra de Jesús. Ese regalo le costó mucho en la cruz,
pero Él nos lo ofrece porque nos ama profundamente.
— jb
Señor, hoy
recibo tu regalo de la salvación.
Jesús es tanto la dádiva como el Dador.
Nuestro Pan
Diario
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