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martes, 26 de julio de 2016

Una mano abierta



… Más bienaventurado es dar que recibir (v. 35).
Lectura: Hechos 20:22-35
La biblia en un año: Hechos 20:17-38
En 1891, Biddy Mason fue enterrada en una tumba anónima. Aunque era lo habitual para una mujer nacida en la esclavitud, en su caso, tendría que haber sido diferente. Tras conseguir su libertad en una batalla judicial en 1856, combinó su talento como enfermera con sabias decisiones empresariales y reunió una pequeña fortuna. Luego, ante la situación de inmigrantes y prisioneros, comenzó a ayudarlos tanto que formaban fila frente a su casa para recibir ayuda. En 1872, junto con su yerno, comenzaron una iglesia para afroamericanos en Los Ángeles, Estados Unidos.
Esta mujer encarnaba las palabras del apóstol Pablo: «En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir» (Hechos 20:35).
En 1988, se dedicó una lápida para Biddy Mason, ante la presencia de casi 3.000 miembros de la pequeña iglesia que ella había fundado en su casa más de 100 años antes. Una vez, Biddy dijo: «La mano abierta es bendecida porque recibe con la misma abundancia con que da». Aquella mano que dio con tanta generosidad recibió un rico legado.
¿Hay alguien necesitado a quien podrías ayudar? ¿Cómo puedes mostrar hoy tu generosidad a esa persona o familia?
«La mano abierta es bendecida porque recibe con la misma abundancia con que da». —Biddy Mason

La dádiva y el Dador
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó desde lo alto la aurora (v. 78).
Lectura: Lucas 1:67-79
La biblia en un año: Hechos 20:1-16
Es tan solo un llavero; cinco bloquecitos unidos con un cordón. Mi hija me lo regaló hace tiempo, cuando tenía siete años. Hoy está astillado y desgastado, pero conserva un mensaje que nunca envejecerá: «yo. a mi papá».
Lo que hace que un regalo sea precioso no es el objeto en sí, sino de quién viene. Pregúntale a cualquier padre o madre que haya recibido alguna vez un ramito de flores de parte de una mano gordita… Los mejores regalos no se valoran por el precio, sino por el amor.
Zacarías entendía bien esta verdad. En su cántico profético, alabó a Dios por darle a él y a su esposa Elisabet un hijo, Juan, cuando ya no estaban en edad de procrear (Lucas 1:67-79). Además, se regocijó porque ese hijo sería el profeta que proclamaría a todos la dádiva más maravillosa de Dios, el futuro Mesías: «por la entrañable misericordia de nuestro Dios. La aurora nos visitó desde lo alto» (v. 78 rvc). Estas palabras señalan un regalo dado con tanto amor que «[dará] luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte» (v. 79).
La dádiva más preciosa que podemos recibir es la tierna misericordia de Dios: el perdón de nuestros pecados por la obra de Jesús. Ese regalo le costó mucho en la cruz, pero Él nos lo ofrece porque nos ama profundamente.
— jb
Señor, hoy recibo tu regalo de la salvación.
Jesús es tanto la dádiva como el Dador.
Nuestro Pan Diario
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