Lectura: Juan 13:21-30
Cuando [Judas], pues, hubo tomado el bocado, luego salió; y era ya de noche. —Juan 13:30
Cuando [Judas], pues, hubo tomado el bocado, luego salió; y era ya de noche. —Juan 13:30
Durante un viaje de negocios, asistí a una reunión el jueves por la noche, durante Semana Santa; un culto de Comunión y Tinieblas, en una pequeña capilla iluminada con velas. Después de participar del pan y de la copa, se leyó en voz alta un pasaje del Evangelio de Juan, se apagó una vela y cantamos una estrofa de un himno sobre el recorrido de Jesús hacia la cruz. Esto se repitió catorce veces, hasta que la capilla quedó totalmente a oscuras. En silencio, nos arrodillamos para orar, y después, salimos uno tras otro sin hablar.
La oscuridad de esta clase de reunión nos recuerda los elementos tenebrosos que rodearon la muerte de Jesús. Piensa en la última comida con sus discípulos (Juan 13:21-30), cuando explicó que uno de ellos iba a traicionarlo. Solamente Jesús sabía que sería Judas. «Cuando [Judas], pues, hubo tomado el bocado, luego salió; y era ya de noche» (v. 30).
En la noche más oscura de su vida, Jesús agonizó en oración en el huerto de Getsemaní, enfrentó un arresto injustificado, soportó la humillación a manos de los líderes religiosos y se estremeció ante las negaciones de Pedro. No obstante, avanzó fielmente hacia la cruz, donde moriría por nuestros pecados.
El Señor Jesucristo experimentó la oscuridad y la muerte para darnos luz y vida. ¡Alabémoslo por lo que sufrió por nosotros!
—DCM
El Calvario revela cuán vil es nuestro pecado y cuán vasto es el amor de Dios.
Nuestro Pan Diario
Entrégalo
Lectura: Marcos 11:1-11
Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo necesita, y que luego lo devolverá. —Marcos 11:3
Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo necesita, y que luego lo devolverá. —Marcos 11:3
Hace muchos años, cuando un joven amigo nos pidió prestado el automóvil, mi esposa y yo dudamos un poco al principio. Era nuestro coche. Nos pertenecía y dependíamos de él. Pero de inmediato, sentimos que debíamos compartirlo con él porque sabíamos que Dios deseaba que nos ocupáramos de los demás. Entonces, le dimos las llaves y fue a una iglesia a unos 45 kilómetros, para dirigir una conferencia juvenil. El Señor utilizó la reunión para que los jóvenes conocieran a Cristo como Salvador.
Jesús les mandó a sus discípulos que tomaran un asno de otro hombre. El Hijo de Dios les dijo: «Desatadlo y traedlo» (Marcos 11:2). Si alguien les reclamaba, debían aclarar: «El Señor lo necesita», y les permitirían llevarlo. Sobre ese pollino, el Señor Jesucristo entró en Jerusalén, en lo que hoy denominamos Domingo de Ramos.
Este hecho tiene una lección para nosotros. Todos tenemos cosas que apreciamos profundamente. Tal vez hemos pensado: Jamás podría desprenderme de esto. Quizá sea un automóvil nuevo, un abrigo, alguna otra posesión o nuestras preciosas horas libres durante la semana. ¿Estaremos dispuestos a entregar algo que tenemos cuando una persona evidentemente lo necesita?
Si sientes que el Espíritu Santo está hablándote, entrega tu tiempo o tus bienes, tal como aquel hombre le dio su animal a Jesús. ¡El Señor será entonces glorificado como merece!
—DCE
Dios nos da todo lo que necesitamos; por eso, nosotros podemos dar a quienes necesitan.
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