Guillermo Carey era un hombre común con una fe extraordinaria. Nacido en el siglo xviii en un hogar de clase obrera, se ganaba la vida como zapatero. Mientras trabajaba, leía teología y diarios de exploradores. Dios usó su Palabra y las historias sobre descubrimientos de nuevas poblaciones para generarle una pasión por el evangelismo mundial. Fue como misionero a la India, y no solo se dedicó a la evangelización, sino que también aprendió dialectos nativos a los cuales tradujo la Palabra de Dios. Así expresó su pasión por la obra misionera: «Espera grandes cosas de Dios y emprende grandes cosas para Él». Carey puso en práctica sus palabras, y su ejemplo ha inspirado a miles para dedicarse al servicio misionero.
La Biblia habla de muchos cuya fe en Dios produjo resultados asombrosos. Hebreos narra sobre aquellos «que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad…» (11:33-34).
La lista de los héroes de la fe ha aumentado con los años, y nosotros podemos ser parte de ella. Por el poder y la fidelidad de Dios, tenemos la posibilidad de intentar grandes cosas para Él y esperar que las convierta en una realidad.
HDF
Cuando Dios es tu compañero, ¡puedes planificar en grande!
El abuelo se esfumó
Lectura: Salmo 16
Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; mi carne también reposará confiadamente. —Salmo 16:9
Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; mi carne también reposará confiadamente. —Salmo 16:9
Mi primo Ken luchó valientemente contra el cáncer durante cuatro años. En sus últimos días, su esposa, tres hijos y varios nietos entraban y salían de la habitación, pasaban tiempo con él y compartían despedidas especiales. En un momento, cuando no había nadie en la habitación, pasó a la eternidad. Cuando la familia se dio cuenta de que había partido, una nieta pequeña dijo dulcemente: «El abuelo se esfumó». En un instante, el Señor estaba con Ken aquí en la Tierra; al momento siguiente, el espíritu de Ken estaba con el Señor en el cielo.
El Salmo 16 era el preferido de mi primo, y había pedido que lo leyeran en su funeral. Coincidía con el salmista David en que no hay tesoro más valioso que tener una relación personal con Dios (vv. 2, 5). Con el Señor como refugio, David también sabía que la tumba no les roba la vida a los creyentes. Declaró: «Porque no dejarás mi alma en el Seol…» (v. 10). Ni Ken ni nadie que haya aceptado a Cristo como Salvador serán abandonados al morir.
Por la muerte y la resurrección de Cristo, nosotros también resucitaremos un día (Hechos 2:25-28; 1 Corintios 15:20-22). Además, descubriremos que «en [la] presencia [de Dios] hay plenitud de gozo» (Salmo 16:11).
—AMC
Dios es nuestro tesoro ahora, y en el cielo, siempre disfrutaremos de su presencia
Empaqueta tus tristezas
Lectura: Isaías 53:1-6
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores… —Isaías 53:4
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores… —Isaías 53:4
Durante los años turbulentos de la década de 1960, la música popular en los Estados Unidos era una mezcla extraña de protesta y patriotismo. Algunas canciones arremetían contra la guerra, la codicia y la injusticia social, mientras que otras afirmaban el deber hacia la nación y los valores tradicionales. Pero Pack Up Your Sorrows [Empaqueta tus tristezas], escrita por Richard Farina y Pauline Baez Marden, parecía abarcar todas las categorías, al centrarse en la búsqueda de paz personal. El estribillo decía así:
Bueno, si de algún modo pudieras empaquetar tus tristezas / y entregármelas todas a mí; / las dejarías y yo sabría cómo usarlas. / Dámelas todas a mí.
Quizá todos esperaban que alguien pudiera darles paz verdadera.
¡La buena noticia es que hay Alguien que puede hacerlo! Isaías 53 es una descripción profética del Mesías prometido a Israel. Los cristianos consideran que esto se ha cumplido con la muerte y resurrección de Jesucristo: «Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores […]. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados» (vv. 4-5).
Jesús cargó sobre sí nuestros pecados y tristezas para que seamos perdonados y tengamos paz con Dios. ¿Le entregarás hoy tus tristezas?
—DCM
Ninguna carga le resulta pesada a nuestro Salvador.
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Encontré que desde el lado secular, donde nadie reconoce la infalibilidad de la Biblia, se me daban herramientas para quedarme en reposo y con la palabra de Dios, con toda.
Emilio Monjo Bellido |
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