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martes, 21 de abril de 2015

Enfrentar lo imposible




Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó… (v. 2).
La biblia en un año: 2 Samuel 1213; Lucas 16
En 2008, los precios de los inmuebles caían en el Reino Unido. No obstante, dos semanas después de que mi esposo y yo pusiéramos en venta la casa donde habíamos vivido 40 años, un comprador ofreció un buen precio y aceptamos. Entonces, los constructores empezaron a trabajar en la casa que yo había heredado, la cual sería nuestro nuevo hogar. Pero, unos días antes de concretar la venta, el comprador se echó atrás. Quedamos devastados. Ahora teníamos dos propiedades: una cuyo valor caía; la otra, casi en ruinas, y a la que no podíamos vender ni mudarnos. Hasta que encontráramos un nuevo comprador, no podíamos pagarle al constructor. Fue una situación imposible.
Cuando Josué se encontró con la fortaleza de Jericó, tal vez sintió que enfrentaba una situación imposible (Josué 5:136:27) . No obstante, en ese momento, se le presentó un Príncipe con una espada desenvainada. Algunos teólogos piensan que era Jesús. Josué le preguntó si ayudaría a los israelitas o al enemigo en la batalla, y aquel Varón respondió: «Ninguno de los dos []. Soy el comandante del ejército del Señor» (5:14 NTV) . Josué adoró, antes de dar otro paso. No sabía cómo conquistaría Jericó, pero escuchó a Dios y lo adoró. Obedeció sus instrucciones y lo imposible sucedió.
Señor, ayúdame a recordar que nada es imposible para ti.
Nada es imposible para el Señor.
Nuestro Pan Diario

Un padre que corre
el Hijo del Hombre vino [] a salvar lo que se había perdido (v. 10).
La biblia en un año: 2 Samuel 911; Lucas 15:11-32
Todos los días, un padre estiraba su cuello para mirar a lo lejos, esperando que su hijo volviera, pero todas las noches se iba a la cama decepcionado. Sin embargo, un día, apareció un puntito: una silueta solitaria se recortaba en el cielo rojizo. ¿Será mi hijo?, se preguntó. Luego, distinguió el andar conocido. ¡Sí, es él!
Cuando el hijo «aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó» (Lucas 15:20) . Es sorprendente que el patriarca haya hecho algo considerado indigno en la cultura de Medio Oriente: corrió para recibir a su hijo. El padre rebosaba de gozo ante el regreso del muchacho.
El hijo no merecía tal recibimiento. Cuando le pidió a su padre que le diera su parte de la herencia y se fue de su casa, fue como si hubiese deseado que su padre muriera. No obstante, a pesar de todo lo que el joven le había hecho, seguía siendo su hijo (v. 24).
Esta parábola me recuerda que Dios me acepta por su gracia, no por mis méritos. Me asegura que nunca me hundiré tanto como para que la gracia del Señor no pueda alcanzarme. Nuestro Padre celestial está esperando correr con los brazos abiertos hacia nosotros.
Padre, estoy tan agradecido por todo lo que tu Hijo hizo por mí en la cruz. Te ofrezco un corazón que desea ser como Jesús.
«Merecemos castigo y recibimos perdón; merecemos la ira de Dios y recibimos su amor». Philip Yancey
Nuestro Pan Diario

El mundo de Dios
Del Señor es la tierra y su plenitud (v. 1).
Lectura: Salmo 24
La biblia en un año: 2 Samuel 68; Lucas 15:1-10
Sabía que a mi hijo le encantaría que le regalara un mapamundi para su cumpleaños. Después de hacer algunas compras, encontré un colorido mapa de los continentes, con ilustraciones en cada región. Una mariposa alas de pájaro cubría Papúa, en Nueva Guinea; cascadas de montañas recorrían Chile; un diamante adornaba Sudáfrica. Me encantó, pero dudé sobre la etiqueta al pie del mapa: Nuestro mundo.
En un sentido, la Tierra es nuestro mundo porque vivimos en él. Bebemos su agua, extraemos su oro y pescamos en sus mares, pero solo porque Dios lo permite (Génesis 1:28-30). En realidad, es el mundo de Dios: «Del Señor es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan» (Salmo 24:1). Me asombra que haya confiado su creación increíble a meros seres humanos. Sabía que algunos la maltratarían, negarían que Él la hizo y la reclamarían como propia. No obstante, nos permite llamarla nuestro hogar y la sustenta por medio de su Hijo (Colosenses 1:16-17).
Dedica hoy un tiempo para disfrutar del mundo de Dios. Saborea el gusto de alguna fruta, espía un ave y escucha su canto, deléitate en un amanecer. Deja que el mundo en el que habitas te inspire a adorar a su dueño.
Señor, ayúdame a detenerme ocasionalmente para ver, oír, saborear y pensar en lo que nos diste para disfrutar.
La belleza de la creación nos da razones para alabar a Dios.
Nuestro Pan Diario

Más veloz que el guepardo
los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas (v. 31).
La biblia en un año: 2 Samuel 35; Lucas 14:25-35
El majestuoso guepardo africano es conocido por alcanzar una velocidad de 112 kph en distancias cortas, pero no es bueno para trechos largos. Una noticia reveló que cuatro miembros de una aldea del noroeste de Kenia superaron a dos guepardos en una carrera de unos 6,5 kilómetros.
Al parecer, dos guepardos estaban comiéndose las cabras de la aldea. Entonces, los cuatro hombres planearon detenerlos. Esperaron hasta la hora más calurosa del día y empezaron a perseguir a los felinos, hasta que los atraparon cuando los animales se cansaron de correr. Los exhaustos guepardos fueron atrapados sin problema y llevados al centro de vida salvaje, para reubicarlos.
¿Podemos vernos reflejados en el guepardo? Nuestra fuerza puede parecer impresionante, pero es de corta duración. Isaías nos recuerda que somos como las flores del campo, que se secan de inmediato bajo el calor del sol (40:6-8).
No obstante, Dios nos ofrece consuelo cuando ya no damos más. A los que esperan en Él les aguarda una sorpresa: a su tiempo y manera, el Señor renueva nuestra fuerza. Por su Espíritu, nos capacita para levantar «alas como las águilas», o para correr sin cansarnos y caminar sin fatigarnos (v. 31).
Señor, ayúdanos a ver que todo lo bueno viene de ti; eres nuestra fuente inagotable de fortaleza, esperanza y gozo.
Cuando nos acercamos a Dios, refrescamos la mente y renovamos las fuerzas.
Nuestro Pan Diario
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MEDITACIÓN
¿Qué significa permanecer en Cristo?
Nadie jamás me ha acusado de tener buena mano para las plantas. De niña, recogía tomatitos de las plantas y me preguntaba por qué la planta no producía más. De joven adulto, podé los rosales hasta la base, y observé su muerte en vez de que retoñaran con más rosas. Esta chica de ciudad no tenía ni idea y Google no existía para contestarme las preguntas. Ahora que he estudiado Juan 15, trato de entender más acerca de la jardinería. Estoy segura de que el grupo a quien Jesús se dirigía estaba más familiarizado con los viñedos.
Jesucristo usó la historia de los viñedos para explicar el significado de permanecer conectados a Él. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer (Juan 15:5). La palabra permanecer es un verbo. Permanecer en Cristo lleva en sí el concepto de adherirse activamente a Jesucristo. Aunque la vid le da vida a las ramas o a los sarmientos, la rama tiene que permanecer conectada para llevar fruto. La viña es la ilustración que Jesús usó para explicar los conceptos que se encuentran en Juan 14. Les dijo a sus discípulos que Él era el único camino a Dios (Juan 14:6), que Él obraría a través de ellos al estar conectados a Él (Juan 14:12), y que si Lo amaban, permanecerían en Él y le permitirían podarlos a través de la obra del Espíritu Santo (Juan 14:15-21). Jesús les mandó que permanecieran o estuvieran vinculados a Él. Ninguna vida se reproduciría espiritualmente aparte de Él. Una vida saturada de Cristo Jesús, que permanece en Él, producirá otras vidas que también dan fruto.
Dios es el labrador, Jesús es la viña y nosotros somos los sarmientos o ramas. El Padre nos poda al corregirnos. La limpieza de la viña se hace para que la viña produzca la mayor cantidad de fruto posible. Cuando permanecemos o nos mantenemos enlazados a Él, Él puede hacer muchas cosas a través de nuestras vidas. Le permitimos remover cosas de nuestra vida que no son las mejores. Le permitimos obrar en nuestras vidas al seguir Sus mandamientos, obedecer y confesar nuestros pecados. Cuando nos arrepentimos y nos apartamos de lo que hemos hecho mal (así como arrepentirnos de lo que deberíamos de haber hecho), se abre el fluir del Espíritu Santo en nuestras vidas. Activamente permanecemos en Jesucristo al hacer lo que debemos y al seguir Su dirección. Conocemos Sus deseos porque pasamos tiempo con Dios en oración y leemos Su Palabra. Cuando se lo pedimos, Él está presente y listo para dirigir cada paso. Crecemos en Él y le permitimos dirigir nuestras vidas. Juan 15:8 dice En esto es glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto, y así probéis que sois mis discípulos.
Aquellas plantas de tomatitos y aquellos rosales no produjeron fruto por sí mismos, aunque posiblemente hayan estado en mejores condiciones sin mi intervención. Aquellas plantas necesitaban un labrador que supiera qué hacer y cómo podar las plantas para hacerlas crecer sin destruirlas. El Padre es ese tipo de labrador. Él sabe lo que es mejor y cómo podemos producir más fruto. Él sabe lo que está haciendo. Nuestra respuesta es glorificarle al permanecer en Jesucristo, la prueba sincera del discipulado. Y en esto, existe gran gozo para nosotros y para el Señor.
Jaye Martin
Traducción por Julie Núñez
Fuente: LuzMundial, 2015

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NOTICIAS CRISTIANAS


































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