El
vecindario estaba alborotado: un famoso deportista profesional se mudó
cerca de donde vivíamos. Lo habíamos visto en televisión y leído sobre
sus grandes habilidades deportivas, pero nunca imaginamos que decidiría
vivir en nuestro barrio. Al principio, pensamos que le daríamos la
bienvenida y que todos seríamos buenos amigos, pero
él estaba demasiado ocupado como para que lo conociéramos personalmente.
Imagina esto: Jesús, el
Señor del universo y el Creador de todas las cosas, ¡decidió habitar
entre nosotros! Dejó el cielo y vino a la Tierra, y, como afirma Juan:
«vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre» (Juan 1:14).
Jesucristo escogió vincularse íntimamente con todos los que se acercan a
Él. Y lo más significativo es que el Espíritu Santo ha establecido su
morada en el corazón de los que hemos aceptado su amor redentor, para
consolarnos, aconsejarnos, convencernos de pecado, guiarnos y
enseñarnos.
Cuando pienses
en el Bebé del pesebre, recuerda cuán especial es que no solo se haya
mudado a nuestro «vecindario», sino que lo haya hecho para bendecirnos
con el privilegio de morar en nuestro interior.
—JMS
Señor, me
maravilla que tú, el Ser más grandioso, ¡mores en nuestro interior!
Ayúdanos a valorar el regalo de tu presencia y a gozarnos en
ella. Atráenos hacia ti para que disfrutemos de la intimidad contigo.
Aprovecha el regalo de la presencia de Dios.
Nuestro Pan Diario
Paz duradera
Lectura: Efesios 2:13-19
Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación. —Efesios 2:14
Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación. —Efesios 2:14
La
Nochebuena de 1914, durante la Primera Guerra Mundial, las armas se
silenciaron a lo largo de unos 45 kilómetros en el Frente Occidental.
Los soldados espiaban cuidadosamente desde la parte más alta de sus
trincheras, mientras algunos salían para reparar sus posiciones y
enterrar a los
muertos. Cuando llegó la noche, algunas tropas alemanas encendieron
linternas y cantaron villancicos navideños. Desde el frente británico,
los hombres aplaudían y saludaban.
Al
día siguiente, las tropas alemanas, francesas y británicas se reunieron
en la «tierra de nadie», para saludarse, comer juntos e intercambiar
regalos. Fue un breve respiro que terminó poco después, cuando la
artillería y las ametralladoras comenzaron a rugir nuevamente. Todos los
que experimentaron aquella «tregua de Navidad», como llegó a conocerse,
recordaron siempre lo que sintieron, y cómo alimentó su anhelo de una
paz duradera.
En la
profecía de Isaías sobre la venida del Mesías, leemos: «se llamará su
nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz»
(Isaías 9:6). Por su muerte en la cruz, Jesús quitó la «tierra de
nadie» entre nosotros y Dios, «porque él es nuestra paz» (Efesios 2:14).
En Cristo, podemos hallar paz duradera con
Dios y armonía los unos con los otros. ¡Este es el mensaje transformador de Navidad!
—DCM
Solamente Cristo puede dar paz verdadera.
Nuestro Pan Diario
El olor del establo
Lectura: Lucas 2:15-20
… Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. —Mateo 1:23
… Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. —Mateo 1:23
¿Un
establo? ¡Qué lugar para dar a luz al Mesías! La primera experiencia
humana de nuestro Salvador fueron los olores y los ruidos de un corral.
Como sucede con los bebés, tal vez lloró ante el ruido de los animales y
los movimientos de personas extrañas junto a su cuna temporal.
Si
así ocurrió, aquellas
fueron las primeras de muchas lágrimas. Jesús llegaría a conocer lo que
significan la pérdida y la tristeza humanas, las dudas de sus familiares
sobre Él, y el dolor de su madre al verlo torturado y muerto.
Todas
estas dificultades, y muchas más, le aguardaban a este bebé que trataba
de dormir aquella primera noche. No obstante, desde entonces, Jesús fue
«Dios con nosotros» (Mateo 1:23), y supo qué significaba pertenecer a
la raza humana. Así seguiría durante algo más de tres décadas, hasta su
muerte en la cruz.
Por su
amor a ti y a mí, Jesús se hizo plenamente humano. Esto le permite
identificarse con nosotros. Nunca podremos volver a decir que nadie nos
entiende, ya que Él sí lo hace.
Que
esta Navidad, la Luz que entró en el mundo aquella noche ilumine los
rincones más profundos de nuestra alma y nos dé esa paz en la Tierra de
la que hablaron los ángeles hace tanto tiempo.
—RKK
Padre, ayúdanos a conocer el amor de Cristo
y a honrarlo a Él con total devoción en esta temporada y durante todo el año. Te amamos.
Jesucristo comprende.
Nuestro Pan Diario
PENSALO
La maldición de las deudas
Por. Pr.
Alfredo Dimiro, Argentina
El yugo
se cortará a causa de la unción profética de la Palabra de Dios:
“Una
mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo:
Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová;
y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos” (II Reyes
4:1).
Las
deudas traen, entre otros, conflictos matrimoniales. En este texto entendemos
cómo el marido al morir dejó a esta mujer con deudas. El mal uso del dinero
desencadena dolores, angustias, depresiones, separaciones, enfermedades...
El
dinero es de Dios, y si se sabe manejar en Dios no tendremos problemas; al
tomar un crédito hay que preguntarse para qué se necesita. De la misma manera
hay que proceder con las tarjetas de crédito, ya que al no poder cancelarlas en
término, genera deudas con intereses. Es aquí donde usted se hace siervo de la
deuda, porque no puede controlar lo que debe, y genera egresos mayores que sus
ingresos.
La deuda
es una maldición que Dios no envía, sino que la creamos nosotros mismos. El no
obedecer la Palabra produce un desfasaje en nuestra vida. Lo mismo sucede con
la vida espiritual. Hay que obedecer el principio de Dios.
La mayor
parte de la deuda puede ser efecto del pecado, por estar fuera de control. Por
esa razón nunca afronte una deuda si no está seguro de poder pagarla.
“El
extranjero que estará en medio de ti se elevará sobre ti muy alto, y tú
descenderás muy abajo. Él te prestará a ti, y tú no le prestarás a él; él será por cabeza, y tú serás por
cola” (Deuteronomio 28:43-44).
Cuando
la iglesia no cumple el rol que debe cumplir, otro, que ni siquiera pertenece
al pueblo de Dios, se levantará sobre ella por causa del descontrol. Si no hay
producción, no hay ingreso. Si el ingreso es menor que el egreso usted está en
problemas, porque el extranjero estará por encima suyo. Y nosotros, los
cristianos, estamos para ser cabeza y no cola.
El Señor
dijo que Él abrirá su tesoro para enviar lluvia a nuestra tierra, y para
bendecir toda obra de nuestras manos. Declaró que prestaremos a muchas
naciones, y no pediremos prestado. Entonces Jehová nos pondrá por cabeza, y no
por cola; y estaremos encima, y no debajo. Pero esto sucedería solamente si obedecemos,
y guardamos los mandamientos de Dios (Deuteronomio 28:12-13).
A través
de nuestras manos bendeciremos toda obra. Ellas producirán para el Reino de
Dios sin necesidad de pedir prestado. Es por eso que debemos aprender a manejar
el dinero. El diezmo es parte de ese aprendizaje. Él será quien nos
multiplicará, y entonces nos sobrará.
Es
necesario comprender que la esclavitud financiera se convierte en un dios,
porque se ingresa a un estado de desesperación, de temor. Cada día trabaja más,
dándole entrada a esos espíritus. Sabemos que solamente trabajando se produce;
pero no se puede trabajar todo el día, porque de esa manera la deuda se
convierte en un pequeño dios.
Oración: Padre, declaro que hoy estoy libre de toda maldición de
deudas y me determino a obedecer tus principios día a día, para no producir un
desfasaje en mi vida. Lo creo, en el nombre de Jesús, Amén.
Fuente:
Cristo la solución
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