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martes, 23 de diciembre de 2014

La esencia de Navidad

Lectura: 1 Timoteo 1:12-17
Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús.
—1 Timoteo 1:14
La primera edición de la novela de Charles Dickens, Cuentos de Navidad, se lanzó el 19 de diciembre de 1843, y nunca dejó de publicarse. Narra la historia de Ebenezer Scrooge, un hombre rico, amargado y avaro, que afirma: «a todos los idiotas que van con el ¡Feliz Navidad! en los labios los cocería en su propia sustancia». Sin embargo, una Nochebuena, Scrooge cambió radicalmente y se convirtió en un hombre generoso y feliz. Con gran humor y discernimiento, el libro de Dickens refleja el anhelo universal de tener paz interior.
Cuando era joven, y con un espíritu vengativo, el apóstol Pablo se oponía a Jesús y a sus seguidores: «asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel» (Hechos 8:3). Pero, un día, se encontró con el Cristo resucitado, y la historia de su vida cambió (9:1-16).
En una carta a Timoteo, su hijo en la fe, Pablo describió así aquel suceso que transformó su vida: aunque era «blasfemo, perseguidor e injuriador; […] la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús» (1 Timoteo 1:13-14).
Jesús nació en nuestro mundo y entregó su vida para que pudiéramos ser perdonados y transformados por la fe en Él. ¡Esta es la esencia de Navidad!
—DCM 
Un cambio de conducta empieza cuando Cristo transforma nuestro corazón.
Nuestro Pan Diario

Lo más importante
Lectura: 2 Corintios 9:10-15
¡Gracias a Dios por su don inefable! —2 Corintios 9:15
Cuando nuestros hijos vivían en casa, una de las tradiciones más significativas en la mañana de Navidad era muy simple: nos reuníamos alrededor del árbol de Navidad, y allí, frente a los regalos que recibíamos unos de otros, leíamos juntos la historia del nacimiento de Cristo. Era un agradable recordatorio de que no nos hacíamos regalos porque los magos le llevaron presentes al niñito Jesús, sino que lo que nos dábamos unos a otros con afecto reflejaba el máximo Don de amor de Dios hacia nosotros.
Mientras repasábamos la conocida historia de los ángeles, los pastores y la escena del pesebre, nuestra esperanza era que la grandeza de lo que el Señor había hecho aquella primera Navidad eclipsara nuestros mejores intentos de demostrarnos amor los unos a los otros.
Nada puede compararse con el regalo que Dios nos ha dado en su Hijo; una realidad que hace eco de las palabras de Pablo a la iglesia de Corinto: «¡Gracias a Dios por su don inefable!» (2 Corintios 9:15).
Sin duda, la buena voluntad del Padre de enviar a su Hijo para que nos rescatara es un presente que las palabras no pueden expresar en toda su plenitud. Este es el regalo que celebramos en Navidad, ya que la Persona de Cristo es más importante que cualquier otra cosa.
—WEC 
Jesús es el mayor regalo de Navidad que se ha dado.
Nuestro Pan Diario

Mis amigos y yo
Lectura: 1 Samuel 18:1-4; 23:15-18
E hicieron pacto Jonatán y David, porque él le amaba como a sí mismo. —1 Samuel 18:3
Juan Crisóstomo (347-407), arzobispo de Constantinopla, dijo sobre la amistad: «Tal es la amistad, que por ella amamos lugares y estaciones; porque […] como las flores dejan caer sus delicados pétalos sobre el suelo que las rodea, así los amigos imparten gracia incluso en los lugares donde habitan».
Jonatán y David ilustran la dulzura de una amistad genuina. La Biblia registra un vínculo cercano e inmediato entre ellos (1 Samuel 18:1). Mantuvieron viva su amistad demostrando lealtad mutua (18:3; 20:16, 42; 23:18), y nutriéndola con expresiones de interés el uno por el otro. Jonatán le entregó regalos a David (18:4) y lo protegió en medio de muchas dificultades (19:1-2; 20:12-13).
En 1 Samuel 23:16, vemos el momento más destacado de su amistad. Cuando David huía del padre de Jonatán, como fugitivo, «Jonatán hijo de Saúl fue a Hores para visitar a David, y lo animó a no perder su confianza en Dios» (rvc). Los amigos ayudan a encontrar fuerzas en el Señor en los momentos tristes de la vida.
En un mundo donde la mayoría de las relaciones interpersonales dependen de lo que podamos conseguir, seamos la clase de amigos que se centran en lo que pueden dar. Jesús, nuestro Amigo perfecto, nos mostró que «nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos» (Juan 15:13).
—PFC
Señor, que trate a mis amigos como tú trataste a los tuyos, y que nos ayudemos unos a otros. 
La gloria de la vida es amar, no ser amado; dar, no recibir; servir, no ser servido.
Nuestro Pan Diario
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