Porque
habéis sido comprados por precio… —1 Corintios 6:20
Lectura:
1 Pedro 1:17-21
La
biblia en un año: Números 23-25;Marcos 7:14-37
Hace
poco, le regalamos a nuestro hijo de dos años un par de botas nuevas. Estaba
tan contento que no se las sacó hasta la hora de dormir. Pero, al día
siguiente, se olvidó por completo de ellas y se puso sus zapatillas viejas. Mi
esposo dijo: «Ojalá supiera cuánto cuestan las cosas».
Las
botas eran caras, pero un niño pequeño no entiende nada sobre las horas de
trabajo, los salarios y los impuestos. Un chico recibe los regalos de buena
gana, pero sabemos que no se puede esperar que aprecie plenamente el sacrificio
que hacen sus padres para darle cosas nuevas.
A
veces, me comporto como una niña. Con brazos abiertos, recibo los regalos de
Dios y sus infinitas misericordias, pero, ¿soy agradecida? ¿Considero el precio
que se pagó para que yo pueda vivir una vida plena?
El
costo fue muy alto… más que «cosas corruptibles, como oro o plata». Como leemos
en 1 Pedro, se requirió «la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin
mancha y sin contaminación» (1:18-19). Jesús dio su vida, un alto precio que
pagar, para transformarnos en parte de su familia. Y Dios lo levantó de los
muertos (v. 21).
Cuando
entendemos el costo de nuestra salvación, aprendemos a ser verdaderamente
agradecidos.
La
salvación es infinitamente costosa, pero absolutamente gratuita.
Nuestro Pan Diario
¿La
voluntad de quién?
…
Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero,
sino como tú. —Mateo 26:39
Lectura:
Génesis 39:1-6, 20-23
La
biblia en un año: Levítico 25Marcos 1:23-45
«Que
todo ocurra según tu voluntad» es un saludo frecuente durante el año nuevo
chino. Por más maravilloso que suene, las cosas salen mejor cuando se aplica la
voluntad de Dios y no la nuestra.
Si
hubiese podido elegir, José no habría querido ser esclavo en Egipto (Génesis
39:1). Sin embargo, a pesar de su cautiverio, fue «próspero» porque «el Señor
estaba con José» (v. 2). Dios incluso bendijo la casa de su amo «a causa de
[él]» (v. 5).
Tampoco
hubiese querido ir preso, pero así sucedió cuando lo acusaron falsamente de
acoso sexual. No obstante, leemos por segunda vez: «el Señor estaba con José»
(v. 21). Allí se ganó la confianza del guardia (v. 22), ya que «lo que él
hacía, el Señor lo prosperaba» (v. 23). Su espiral descendente hacia la
cárcel se convirtió en el comienzo de su ascenso a la posición más elevada en
Egipto. Pocas personas escogerían ser ascendidas del modo que el Señor lo hizo
con José. Pero Dios bendice a pesar de las circunstancias adversas e, incluso,
a través de ellas.
El
Señor tenía un propósito al llevar a José a Egipto, y también lo tiene al
colocarnos en el lugar donde estamos. En vez de desear que todas las cosas
sucedan según nuestra voluntad, podríamos decir, como lo hizo nuestro Salvador
antes de ir a la cruz: «no sea como yo quiero, sino como tú» (Mateo 26:39).
A
menudo, esperar con paciencia es la mejor manera de hacer la voluntad de Dios.
Nuestro
Pan Diario
Muy
cargado
…
despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia
la carrera que tenemos por delante. —Hebreos 12:1
Lectura:
Hebreos 12:1-5
La
biblia en un año: Levítico 26–27Marcos 2
El
10 de agosto de 1628 fue una fecha oscura para la historia naval. Ese día, la
corbeta real Vasa zarpó en su viaje inaugural. Después de dos años de
construcción, lujosamente adornado y con 64 cañones, el orgullo de la flota
naval sueca se hundió a un kilómetro y medio de la costa. ¿Qué falló? La carga
era demasiado pesada como para que pudiera navegar. El exceso de peso llevó al
Vasa al fondo del mar.
La
vida cristiana también puede hundirse por exceso de equipaje. Para animarnos en
nuestro andar espiritual, Hebreos señala: «despojémonos de todo peso y del
pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por
delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe» (Hebreos
12:1-2).
Como
el barco lujosamente decorado, podemos impresionar exteriormente a los demás,
pero, si el pecado nos agobia en lo interior, nuestra perseverancia puede verse
afectada. No obstante, hay un remedio: al descansar en la guía de Dios y el
poder del Espíritu Santo, nuestra carga puede aliviarse y la perseverancia
fortalecerse. El perdón y la gracia están siempre a disposición del peregrino
espiritual.
Perseverar
se trata de lo que no hacemos como de lo que sí llevamos a cabo.
Nuestro
Pan Diario
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PARA PENSAR
Lágrimas
que sanan
Dios
no trae el dolor, pero tiene sobradas razones para permitir que él llegue a
nosotros. Hay ocasiones en que Dios permite que suframos. ¿Por qué? Para
purificarnos, 1ª Pedro 1:6-7. De modo que estemos contentos, no por los
problemas sino, a pesar de los problemas. Disfrutar del dolor por el dolor
mismo y de las heridas por las heridas en sí es una perversión; pero
regocijarnos a pesar de estar sufriendo, convencidos de que Dios sacará algo
bueno de lo malo que nos acontece, eso es muy distinto, ¡eso es fe verdadera!
Otras
veces el sufrimiento tiene el propósito de corregirnos o entrenarnos, Hebreos
12:5-6. Dios permite que las dificultades se nos crucen en el camino para
prepararnos. No hay progreso sin crisis. Si estás pasando momentos difíciles,
no reniegues ni te desanimes, aprovéchalos para aprender. Cristo aprendió la
obediencia a través del sufrimiento. Los dolores pueden contribuir a tu bien.
No protestes amargamente cuando algo te lastime. No te desconciertes cuando
aparezcan problemas. Las dificultades, peligros y enfermedades pueden pulir tu
carácter, mejorar tu personalidad y reforzar tu fe.
Las
dificultades nos ayudan a madurar. No es posible alcanzar el triunfo sin
encontrar oposición, contrariedades y reveses. Lo importante es utilizar las
adversidades para conquistar la victoria. Encuentra la lección en cada crisis,
es el precio por la experiencia. Aplica lo que aprendes, mira más allá de la
derrota y el futuro te sonreirá.
No
te frustres ni guardes rencor hacia personas difíciles con las que has tratado.
Aprende a pasar por alto la ofensa y otorga perdón. Si tú sigues molesto hoy
por las mismas cosas que te molestaban ayer, entonces no has crecido demasiado.
Deja de quejarte. Deja de rezongar. Abandona la crítica y no discutas más. No
desperdicies tu tiempo dando vueltas y vueltas a un mismo asunto. Eso hizo el
pueblo de Israel en el desierto. Si dejas de dar círculos, criticando y refunfuñando,
entrarás en la tierra de la promesa. Reconoce que Dios te está llevando a la
tierra de tu bendición y, mientras lo hace, puede que haya un poco de
sufrimiento. Soporta. Confía en Dios. Sé moldeable, flexible y dispuesto a
cambiar. Y pronto, sí, más pronto de lo que imaginas, estarás disfrutando de lo
que Dios ha preparado para ti.
Fuente:
Placeres perfectos
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NOTICIAS CRISTIANAS
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