Cuando
cayere tu enemigo, no te regocijes… (Proverbios 24:17).
Lectura:
Ez. 25:1-7; Mt. 5:43-48
La
biblia en un año: Ezequiel 45–46; 1 Juan 2
El
pueblo akan, en Ghana, tiene un dicho: «¡La lagartija es más agresiva con los
niños que se detienen y se regocijan en su final que con los que le arrojan
piedras!». Regocijarse en la ruina de alguien es como si uno mismo la
provocara o le deseara un mal peor.
Así
sucedió con los amonitas que se regocijaron maliciosamente cuando el templo de
Jerusalén «era profanado, y la tierra de Israel era asolada, y llevada en
cautiverio la casa de Judá» (Ezequiel 25:3). Esta actitud vengativa los
convirtió en objeto del desagrado de Dios, lo cual les generó consecuencias
nefastas (vv. 4-7).
¿Cómo
reaccionamos cuando nuestro prójimo enfrenta tragedias o dificultades? Si es
alguien agradable, nos compadecemos y lo ayudamos. Pero ¿qué sucede si no nos
gusta o es una persona problemática? Nuestra tendencia natural es ignorarlo o,
incluso, disfrutar de su adversidad.
Proverbios
advierte: «Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes, y cuando tropezare, no se
alegre tu corazón» (24:17). Además, Jesús afirma que mostramos su amor al amar
a nuestros enemigos y orar por quienes nos persiguen (Mateo 5:44). De este
modo, imitamos el amor perfecto de nuestro Señor (5:48).
—
¿Qué
actitud tengo hacia los que son desagradables o injustos conmigo? Señor, llena
mi corazón de tu amor y ayúdame a orar por ellos.
Nuestro
Pan Diario
Playa de vidrio
Y
serán para mí especial tesoro, ha dicho el Señor… (Malaquías 3:17).
Lectura:
1 Tes. 5:32-24
La
biblia en un año: Ezequiel 42–44; 1 Juan 1
A
principios del siglo xx, los residentes de Fort Bragg, una ciudad ubicada a
orillas del mar en Estados Unidos, desechaban la basura arrojándola desde un
acantilado a una playa cercana. Latas, botellas, vajilla y residuos en general
se acumulaban en pilas enormes y desagradables. Aunque después dejaron de
hacerlo, siguió siendo una vergüenza: un basurero aparentemente imposible de
reciclar.
Sin
embargo, con los años, la acción de las olas rompió los vidrios y la loza, y
llevó la basura al mar. El oleaje fue revolcando los trozos de vidrio y
suavizando su superficie en la arena debajo del agua, hasta crear una especie
de «mar de vidrio» que se volvió a depositar en la playa. Actualmente, la Playa
de Vidrio es una belleza caleidoscópica que atrae a miles de turistas.
Quizá
sientas que tu vida se ha convertido en un basurero; un lío sin esperanza. Si
es así, debes saber que hay alguien que te ama y desea liberarte y hacerte
suyo. Entrégale tu corazón a Jesús y pídele que te limpie. Tal vez el Señor te
«revuelque» y lleve tiempo suavizar tus bordes ásperos, pero Él nunca te
abandonará, ¡sino que te que convertirá en una de sus joyas!
Señor,
tú eres el único a quien recurrir, ya que puedes utilizar cualquier situación
para tu gloria y para mejorarme. Ayúdame a descansar en tu amor.
Nuestro
Pan Diario
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