No
pronuncies el nombre del Señor tu Dios a la ligera… (v. 7 nvi).
Lectura: Éxodo 20:1-7
La
biblia en un año: Amós 4–6; Apocalipsis 7
Una
tarde, estaba conversando con un amigo a quien consideraba mi consejero
espiritual, sobre usar en vano el nombre de Dios. «No tomarás el nombre del
Señor tu Dios en vano», dice el tercer mandamiento (Éxodo 20:7). Tal vez
suponemos que se refiere solamente a agregar el nombre de Dios a un insulto o usarlo
de manera irreverente o poco seria. Pero mi consejero casi nunca perdía la
oportunidad de enseñarme sobre la fe verdadera; entonces, me desafió a pensar
en otras formas de profanar el nombre del Señor.
Cuando
rechazo un consejo, diciendo: «Dios me dijo que lo hiciera así», uso en vano su
nombre si lo que busco es hacer lo que yo quiero. También lo uso en vano cuando
quito de contexto la Escritura para respaldar mis propias ideas. Otra manera de
hacerlo es enseñar, escribir o hablar de la Palabra de Dios irresponsablemente.
El
escritor John Piper sugiere esta definición de usar el nombre de Dios en vano:
«La idea es […] “no vaciar el nombre”. […] No vaciar a Dios de su peso y
gloria». Y agrega que usamos en vano su nombre cuando «hablamos de Dios de una
manera que disminuye su valía».
Mi
amigo me desafió a valorar el nombre del Señor y a usar su Palabra con cuidado
y precisión. No hacerlo es deshonrarlo.
Señor,
ayúdame a honrar tu nombre con mis palabras y acciones.
Nuestro
Pan Diario
La
importancia de la forma
…
pondrán a cada uno en su oficio y en su cargo (v. 19).
Lectura: Números 4:17-32
La
biblia en un año: Amós 1–3; Apocalipsis 6
Mientras
estudiábamos en el instituto bíblico, un amigo y yo trabajábamos en una
mueblería. A menudo, cuando entregábamos materiales, nos acompañaba una
decoradora de interiores, la cual hablaba con los compradores mientras nosotros
llevábamos el mueble del camión a la casa. A veces, teníamos que subirlos
varios pisos… ¡y cuánto deseábamos hacer la tarea de la decoradora en lugar de
la nuestra!
Durante
los 40 años de peregrinación de Israel en el desierto, a tres familias de la
tribu sacerdotal de Leví se les asignó la tarea de transportar el tabernáculo.
Lo armaban, lo desarmaban y lo llevaban al siguiente lugar; y repetían el
proceso una y otra vez. La descripción de su tarea era sencilla: «los
utensilios que ellos tienen que transportar» (ver Números 4:32).
Me
pregunto si estos «custodios» envidiaron alguna vez al «sacerdote» que ofrecía
sacrificios e incienso con esos utensilios santos (vv. 4-5, 15). Seguramente,
esa tarea parecía mucho más fácil y prestigiosa. Sin embargo, ambas
asignaciones eran importantes y procedían del Señor.
Muchas
veces, no elegimos el trabajo que hacemos, pero sí podemos determinar con qué
actitud lo llevaremos a cabo. La medida de nuestro servicio a Dios es cómo lo
hacemos.
Señor,
ayúdanos a ver cuán importante es la tarea que nos has encomendado.
Nuestro
Pan Diario
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