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sábado, 9 de abril de 2016

El herrero y el rey



 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor… (Colosenses 3:23).
Lectura: Éxodo 31:1-11
La biblia en un año: Lucas 7:31-50
En 1878, cuando el escocés Alexander Mackay llegó como misionero a la actual Uganda, abrió una herrería en una tribu liderada por el rey Mutesa. Los aldeanos observaban extrañados a este extranjero, ya que todos «sabían» que ese era trabajo de mujeres. En aquella época, los hombres de aquel país jamás trabajaban con las manos; solo capturaban esclavos y los vendían. Sin embargo, allí estaba ese extraño fabricando herramientas agrícolas.
La vida y la ética laboral de Mackay le permitieron relacionarse con los aldeanos y conseguir una audiencia con el rey. Allí lo desafió a terminar con el comercio de esclavos, y lo convenció.
La Biblia nos habla de Bezaleel y Aholiab, quienes fueron escogidos y dotados por Dios para trabajar con sus manos en el diseño del tabernáculo y todo el mobiliario para la adoración (Éxodo 31:1-11). Como Mackay, honraron y sirvieron al Señor con sus habilidades y su trabajo.
Nuestra tendencia es categorizar el trabajo en eclesial o secular, cuando, en realidad, no hay diferencia. Dios nos diseña de modo que contribuyamos a su obra de manera particular y significativa. Aunque, a veces, no podamos elegir dónde ni cómo trabajar, Él nos mostrará cómo servirlo dondequiera que estemos ahora.
Señor, que pueda verte obrar en mi entorno.
Nuestro Pan Diario

Demasiado cerca
Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas (v. 6).
Lectura: Proverbios 3:1-8
La biblia en un año: Lucas 7:1-30
Donde nací, el clima severo es habitual desde principios de la primavera hasta finales del verano. Recuerdo una noche cuando el cielo relampagueaba con nubes oscuras y el pronóstico del tiempo advertía que se acercaba un tornado, y quedamos sin luz. De inmediato, con mis padres y mi hermana, bajamos la escalera de madera para guarecernos en un cuarto detrás de la casa, donde solíamos quedarnos hasta que pasaba la tormenta.
Actualmente, «perseguir tormentas» se ha convertido en un entretenimiento para algunos y un negocio rentable para otros. El objetivo es acercarse todo lo posible a un tornado, pero sin sufrir ningún daño. Creo que, por el momento, no voy a participar en ninguna de esas aventuras…
Sin embargo, en algunos aspectos morales y espirituales de mi vida, puedo, de manera insensata y creyendo que no me perjudicarán, perseguir cosas peligrosas que Dios, en su amor, me dice que evite. Ante esto, es sabio leer Proverbios, ya que contiene muchos métodos positivos para evitar esas trampas de la vida.
«Fíate del Señor de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas» (Proverbios 3:5-6), escribió Salomón.
Nuestro Señor es experto en la aventura de vivir, y aplicar su sabiduría nos hace sentir plenos.
Padre, ayúdanos hoy a seguir tus caminos.
Nuestro Pan Diario
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