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el pecado yace a la puerta y te codicia, pero tú debes dominarlo… (v. 7).
Lectura:
Génesis 4:1-8
La
biblia en un año: Lucas 11:29-54
Algunas
plantas carnívoras pueden digerir un insecto en unos diez días. El proceso
comienza cuando un bichito desprevenido huele el néctar en las hojas que forman
la trampa. El insecto investiga y camina hacia el interior de las fauces de la
planta. Entonces, las hojas se cierran repentinamente y los jugos digestivos lo
disuelven.
Esas
plantas me recuerdan la forma en que el pecado puede devorarnos si dejamos que
nos seduzca, ansioso de comernos. Génesis 4:7 declara: «si no haces bien, el
pecado yace a la puerta y te codicia» (lbla). Dios le dijo esto a Caín justo
antes de que este matara a su hermano Abel.
El pecado
puede tratar de engañarnos tentándonos con una nueva experiencia,
convenciéndonos de que vivir rectamente no vale de nada o apelando a nuestros
sentidos. Sin embargo, hay una manera de ejercer dominio sobre el pecado, en
vez de permitir que consuma nuestra vida. La Biblia dice: «Andad en el
Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne» (Gálatas 5:16). Cuando
enfrentamos la tentación, no estamos solos. Tenemos una ayuda sobrenatural: el
Espíritu de Dios nos da poder para vivir para Él y para los demás.
Querido
Dios, a veces bajo la guardia y cedo al pecado. Ayúdame a escuchar tus
advertencias y obedecer tu Palabra. Gracias por obrar en mí.
Nuestro
Pan Diario
Tácticas
no convencionales
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no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos (v. 12).
Lectura:
2 Crónicas 20:1-13
La
biblia en un año: Lucas 14:25-35
En
1980, en la Maratón de Boston, una mujer subió al metro. No tenía nada de raro,
excepto por un pequeño detalle: ¡se suponía que estaba corriendo la carrera!
Más tarde, algunos la vieron volver a correr cuando faltaba menos de un
kilómetro para la llegada. Terminó delante de todas las otras mujeres y,
extrañamente, ni siquiera estaba cansada ni muy transpirada. Por un rato,
pareció ser la ganadora.
Hace
mucho, un pueblo que perdía una batalla encontró una manera más honrosa de
ganar. Cuando algunos mensajeros le dijeron al rey Josafat: «Contra ti viene
una gran multitud» (2 Crónicas 20:2-3), se aterrorizó; pero, en vez de recurrir
a sus habituales tácticas militares, buscó a Dios. Reconoció su supremacía, y
le confesó su miedo y confusión: «no sabemos qué hacer, y a ti volvemos
nuestros ojos» (v. 12). El resultado fue asombroso. Sus enemigos se
pelearon entre sí (vv. 22-24) y, al final: «el reino de Josafat tuvo paz,
porque su Dios le dio paz por todas partes» (v. 30).
La
vida puede tendernos una emboscada mediante desafíos asombrosos. Sin embargo,
los miedos e incertidumbres nos dan la oportunidad de recurrir a nuestro Dios
todopoderoso. Él se especializa en lo no convencional.
Señor,
tú no eres fuente de confusión y miedo, sino de fortaleza y paz. Que tus
respuestas asombrosas aplaquen nuestro pánico.
Nuestro
Pan Diario
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