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miércoles, 15 de septiembre de 2010

Respetar las leyes espirituales trae autoridad divina

“1 Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.
2 De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.”
Romanos 13:1 y 2
Usted ha nacido para reinar en vida juntamente con el Señor. Siendo una persona que no lo controla ni las circunstancias, los problemas, ni la gente a su alrededor, sólo se deja gobernar por el Rey de reyes y Señor de señores. Y el Espíritu Santo le da la revelación sobre la autoridad que tiene como creyente para que la aplique en todas las áreas de su vida.
Cuando usted toma responsabilidad con la Palabra de Dios está ejercitando autoridad. Entonces cada principio y ley espiritual que Dios le va revelando tiene que apropiársela y ser responsable de ponerla por obra, es ahí donde va desarrollando la autoridad espiritual.
La misma palabra de Dios es la que le va dando sabiduría para administrar cada área de su vida. A medida que recibe la palabra y permite que sea la autoridad final en su vida, va corrigiendo cosas. Hay muchas influencias del mundo religioso que nos han acostumbrado a hacer cosas que no eran provistas a través de la palabra, sino eran más que nada cuestiones religiosas de las iglesias. Pero usted tiene que limpiarse de todo eso derribando esas fortalezas con la palabra de Dios y caminar en la revelación. Va a ir creciendo así en su vida la autoridad espiritual que Dios le ha dado, porque el enemigo y todo lo que venga de parte de las tinieblas lo va a tener que respetar. La autoridad lo va a llevar a terrenos donde el enemigo le ha robado y ahora va a recuperar eso perdido para la gloria de Dios. En todas las áreas de su vida va a vivir en dicha y prosperidad.
Hemos visto muchas veces en nuestra nación que por no respetar y hacer cumplir las leyes entraron a niveles dictatoriales donde manejaron las cosas por arriba y por fuera de la ley y después trajo consecuencias terribles que hasta hoy nuestra nación vive los resultados de esa dictadura. Si llevamos estas cosas al plano espiritual, vemos que el que no respeta y honra la palabra de Dios como autoridad final y no utiliza las leyes y principios divinos para aplicarlos en su vida va a tener resultados malos y negativos.
El hecho de que Dios le haya dejado la Palabra para que usted la reciba y la aplique es para que produzca los resultados que él le prometió. Si hace las cosas a su manera particular va a tener resultados malos. Como la policía y las fuerzas armadas que están para hacer respetar la ley y hacerla cumplir, pero también tienen las limitaciones de la ley. Usted tiene las limitaciones de las leyes espirituales en la palabra que si las transgrede va a tener malos resultados. Vemos muchos creyentes que viven de cualquier manera y dicen: Dios es bueno, sabe todas las cosas, nos va ayudar en todo, por su gracia, su amor y misericordia. ¿Entonces para que nos dejó la Palabra? Nos dejó la palabra para que nosotros aprendamos los principios y se revelen en nuestra vidas llegando a ser las personas que Dios planeó de verdad.
La palabra de Dios misma le ayuda a hacer auto corrección, no trasgrediendo las leyes espirituales que Dios le ha dejado, poniendo en práctica los principios que Dios le enseña y habituándose a esos principios va a ver los resultados de bendición en cada uno de ellos. Desde que usted entró al reino de Dios está todo programado para que todo le vaya bien, para que tenga un fluir de bendiciones en su vida y siempre va a tener el respaldo de la autoridad divina. Reconozca la autoridad espiritual viene por cumplir las leyes espirituales de la palabra de Dios y ponerlas en práctica. Su vida será muy diferente. Se lo aseguro.
Oración: Padre, hoy reconozco que me has dado autoridad espiritual. Respetaré las leyes espirituales para encaminarme en el buen camino que has trazado para que transite. Un camino de bendición y prosperidad. Lo creo y lo haré, en el nombre de Jesús, amén.
Por. Rev. Juan O. Crudo, Argentina.

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