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viernes, 11 de mayo de 2012

Disculparse

Lectura: Mateo 5:21-26
Por tanto, si […] te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, […] anda, reconcíliate primero con tu hermano… —Mateo 5:23-24
Marcos cometió un error. Llegó una hora tarde a un restaurante donde tenía que encontrarse con un amigo de la iglesia. El amigo ya se había ido. Como se sentía mal por el error, compró un cupón de regalo para comer en ese lugar y se detuvo en una librería para buscar una tarjeta que dijera que lamentaba lo sucedido. Entre cientos de tarjetas, se sorprendió al encontrar en un recóndito rincón de la tienda solo unas pocas que decían: «Lamento lo que hice». Compró una y se la dio a su amigo, el cual aceptó la disculpa.
Aunque las tarjetas para pedir disculpas no sean populares, asumir esta actitud suele ser algo necesario en nuestras relaciones interpersonales. Pedir perdón es una acción bíblica. Jesús les enseñó a sus seguidores a arreglar las cosas con aquellos a quienes habían ofendido (Mateo 5:23-24; 18:15-20). Y el apóstol Pablo dijo: «Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres» (Romanos 12:18). Vivir en paz quizá exija pedir disculpas.
Tal vez resulte difícil disculparse porque esta actitud requiere que tengamos un espíritu humilde para admitir nuestro error, lo cual no brota de nosotros naturalmente. Pero asumir la responsabilidad del daño que hicimos en una determinada situación puede sanar una relación y restaurarla.
¿Cometiste un error? Trágate el orgullo y da el primer paso… aunque no puedas encontrar una tarjeta que te ayude a decirlo.
—AMC
La mejor manera de tener la última palabra es disculparse.
NUESTRO PAN DIARIO

Sentimiento solidario
Lectura: Gálatas 2:1-10
El que oprime al pobre afrenta a su Hacedor; mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra. —Proverbios 14:31
Las estadísticas son engañosas. Si bien los números nos brindan información, a veces pueden insensibilizarnos en cuanto a que esos datos representan personas. Hace poco, esto me hizo reaccionar al leer una que decía: «Quince millones de personas mueren de hambre por año». Es escalofriante. Y para los que vivimos en culturas de abundancia, es difícil de imaginar. En el 2008, casi nueve millones de niños murieron antes de cumplir cinco años, y una tercera parte de ellos por problemas relacionados con la inanición. Son cantidades espantosas, pero son mucho más que números; son personas a quienes Dios ama.
Podemos demostrar el corazón amoroso del Padre al suplir las necesidades físicas de la gente. Salomón escribió: «El que oprime al pobre afrenta a su Hacedor; mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra» (Proverbios 14:31). Podemos mostrar misericordia a los necesitados ofreciéndonos para colaborar en un comedor, ayudando a alguien a encontrar trabajo, sustentado financieramente la apertura de pozos en lugares donde hace falta agua potable, repartiendo alimentos en zonas afectadas por la pobreza, enseñando oficios o llevando comida a escuelas para los niños.
Asumir esta responsabilidad honra al Padre celestial y su interés en el bien de todos. Y los que están pasando hambre podrán escuchar mejor el mensaje de la cruz si el estómago no les gruñe.
—WEC
Cuanto más entendamos el amor de Dios hacia nosotros, más amor mostraremos a los demás.
NUESTRO PAN DIARIO
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NOTICIAS CRISTIANAS
Sondeo en EEUU
Obama pierde por casi 50 puntos ante Romney entre los evangélicos
La encuesta fue divulgada tras pronunciarse Obama públicamente apoyando al matrimonio homosexual.
Empieza la campaña electoral
Obama: “El matrimonio homosexual debería ser legal”
El presidente de EEUU habla de su “evolución” y se posiciona cara a las próximas elecciones
Cerca de Jerusalén
Evidencias arqueológicas de los reinos de David y Salomón
Arqueólogos israelíes descubren objetos de culto del siglo X a.C similares artística y formalmente a los descritos en el primer libro de Reyes.
¿Sólo un vil metal?
El problema no radica en el dinero en sí, que como todas las cosas puede usarse bien o mal.
Wenceslao Calvo
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ESPACIO PARA LA MEDITACION PASTORAL
Tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas

Pr Lic. Guillermo Sebastián Olivera, Argentina.

Santiago 1:2 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas
INTRODUCCIÓN
Santiago no dice si pasan por diversas pruebas, sino cuando pasan por diversas pruebas. El da por sentado que vamos a tener pruebas y que es posible sacar provecho de ellas. La idea no es fingir ser feliz cuando uno se enfrenta al dolor, sino tener una perspectiva positiva ("tener por sumo gozo") por lo que las pruebas pueden producir en nuestra vida. Santiago nos dice que debemos convertir nuestras dificultades en períodos de aprendizaje. Los tiempos difíciles pueden enseñarnos paciencia. Para mayores detalles relacionados con la paciencia
DESARROLLO
En realidad, no podemos llegar a conocer la profundidad de nuestro carácter hasta ver cómo reaccionamos frente a las presiones. Es muy fácil ser amable cuando todas las cosas andan bien, pero ¿seguiremos siendo amables cuando otros nos traten injustamente? Dios quiere que seamos perfectos, no librarnos del dolor. En lugar de quejarnos por nuestras luchas, debiéramos ver en ellas oportunidades de crecer. Dé gracias a Dios por haber prometido estar con usted en tiempos
difíciles. Pídale que le ayude a resolver sus problemas o que le dé la fortaleza para soportarlos. Luego sea paciente. Dios no lo dejará solo con sus problemas; permanecerá cerca de usted y le ayudará a crecer.
El cristianismo enseña a los hombres a estar gozosos en las tribulaciones; tales ejercicios vienen del amor de Dios; y las pruebas del camino del deber darán lustre a nuestras virtudes ahora y a nuestra corona al final. En los tiempos de prueba preocupémonos que la paciencia actúe en nosotros, y no la pasión; lo que se diga o haga, sea la paciencia la que lo diga y haga. Todo lo necesario para nuestra carrera y guerra cristiana será otorgado cuando la obra de la paciencia esté completa. No debemos orar pidiendo que la aflicción sea eliminada, tanto como pidiendo sabiduría para usarla correctamente. ¿Y quién no quiere sabiduría para que lo guíe en las pruebas, regulando su propio espíritu y administrando sus asuntos? He aquí algo como respuesta a cada giro desalentador de la mente, cuando vamos a Dios experimentando nuestra propia debilidad y necedad. Después de todo, si alguien dice, esto puede pasarle a algunos, pero me temo que yo no triunfaré, la promesa es: a todo aquel que pida, le será dado.
Una mente que se ocupe en considerar, de manera única y dominante, su interés espiritual eterno, y que se mantiene firme en sus propósitos para Dios, crecerá sabia por las aflicciones, continuará ferviente en sus devociones y se levantará por sobre las pruebas y las oposiciones. Cuando nuestra fe y espíritu se levantan y caen con las causas secundarias, nuestras palabras y acciones serán inestables. Esto no siempre expone a los hombres al desprecio del mundo, pero esos caminos no pueden agradar a Dios. Ninguna situación de la vida es tal que impida regocijarse en Dios. Los de baja condición pueden regocijarse si son exaltados a ser ricos en fe y herederos del reino de Dios; y los ricos pueden regocijarse con las providencias humillantes que los llevan a una disposición mental humilde y modesta. La riqueza mundana es cosa que se agota. Entonces, que el que es rico se regocije en la gracia de Dios que lo hace y mantiene humilde; y en
las pruebas y ejercicios que le enseñan a buscar la dicha en Dios y de Él, no en los placeres perecederos.
CONCLUSIÓN
La alegría en medio de las pruebas muestra la difícil situación social y espiritual que padecían las comunidades, es un llamado para tomar conciencia y optar por el proyecto de Dios que libera. El mismo llamado de hoy, pues cruzamos igual que antes una muy complicada situación y espiritual, como si repitiéramos la historia, sin remordedimiento de nuestras conciencias. Las pruebas tienen dos aspectos positivos: son motivo de alegría cuando son consecuencia de la opción por Jesús y son una gran oportunidad de madurar en la fe. Prueba y fe son la escuela donde crece la paciencia o perseverancia activa. La fe perseverante tiene como meta la perfección, que se alcanza cuando se une la opción por los pobres y el seguimiento de Jesús.
Para vencer la prueba es necesario pedir a Dios sabiduría. Esta sabiduría no consiste en saber muchas cosas, sino en ponerse los lentes del Evangelio para tomar conciencia y salir airosos en el
«desierto» de las tentaciones sociales y espirituales, dispuestos a crear vida, alimentarla y protegerla.

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