Sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo… He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. 2 Timoteo 2:3; 4:7
Pelea la buena batalla de la fe. 1 Timoteo 6:12
«La vida del creyente no es un paseo», decía a menudo un creyente de edad avanzada. Por supuesto, aceptar a Jesús como Salvador es tener el gozo del perdón, la paz del corazón, la seguridad de los cuidados del Señor. Pero además, alcanzado por el amor de Cristo, el creyente desea seguir fielmente a su Maestro. Ese es el itinerario de su nueva vida. Pero pronto se encontrará con un obstáculo: Satanás, su enemigo, al no poder quitarle la salvación (Juan 10:28), hará todo lo posible para evitar que el creyente cumpla su objetivo.
Al hablar de enemigo hay que hablar de lucha. Aquí se trata de una lucha espiritual. Aunque fue vencido por Jesús en la cruz, Satanás continúa la lucha bajo forma de guerrilla, sea empleando la fuerza “como león rugiente” (1 Pedro 5:8), o la astucia como una serpiente (2 Corintios 11:3). Trata de desviar a los hijos de Dios de la esperanza cristiana y de su misión de testigos. Esta batalla tiene que desarrollarse con una «armadura espiritual» apropiada, mencionada de forma figurada en Efesios 6:14-17. Al escribir esta carta a los Efesios, el apóstol Pablo estaba en la cárcel, vigilado por un soldado romano. En ella expone esta enseñanza práctica utilizando los elementos de la armadura de un soldado listo para la batalla. Esa armadura permitirá al creyente resistir y mantenerse firme contra los ataques de Satanás.
(Continúe leyendo la 2da parte)
¿Cuáles son los enemigos del creyente? (2)
Tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Efesios 6:13
En caso de guerra es primordial conocer al enemigo, su estrategia y sus objetivos. Del mismo modo el creyente no debe ignorar la realidad del combate espiritual, ni las formas que puede revestir.
–El combate interior: la conversión no elimina la vieja naturaleza, que siempre está presente en el creyente y es opuesta a Dios. Esta vieja naturaleza lo incita a desobedecer a Dios, mientras la nueva naturaleza, la cual recibe al convertirse, aspira a vivir en armonía con los deseos del Señor. El conflicto entre esas dos naturalezas es inevitable (Gálatas 5:17).
–El combate exterior: el adversario del creyente es el diablo, criatura espiritual, ángel caído porque quiso ser igual a Dios. Es muy poderoso, pero no todopoderoso; la Biblia lo define como mentiroso y homicida (Juan 8:44), tentador (Mateo 4:3) y acusador (Apocalipsis 12:10).
Actúa contra los creyentes, sea provocando persecuciones, intentando hacerles caer en la corrupción moral o confundiéndolos en el ámbito espiritual. Es el jefe de un ejército de poderes espirituales: los demonios, agentes del mal. El diablo domina el mundo, su sistema, sus valores. Uno de sus objetivos es impedir que el creyente obedezca a su Señor Jesucristo. Si lo logra, el creyente pierde la comunión con su Señor y vive una vida estéril que no honra a Dios. Para evitar esta derrota debe tomar toda la armadura de Dios, como el soldado romano se ponía su armadura para la guerra.
La armadura del cristiano: el cinturón (3)
Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad. Efesios 6:14
El Espíritu de verdad… os guiará a toda la verdad. Juan 16:13
En la época de los romanos, el soldado estaba revestido de una armadura constituida por varias piezas hechas de materiales resistentes, los cuales aseguraban la protección de todo su cuerpo. La armadura a la cual se refiere el apóstol Pablo estaba compuesta por un cinturón, una coraza, el calzado, un escudo, un casco (armas defensivas) y una espada, arma a la vez defensiva y ofensiva.
El cristiano es llamado a resistir ante los ataques del enemigo, a mantenerse firme en la victoria ya adquirida por Jesús en la cruz. Su deber no es atacar a Satanás. El cinturón del soldado, hecho de cuero y reforzado con metal, mantenía ceñida la túnica, dando así más agilidad en la acción. También servía para sostener otras piezas de la armadura: la coraza y la espada. Era la primera pieza con la que se vestía el soldado en caso de alerta.
Para el cristiano, este cinturón representa la verdad completa y eficaz de la Palabra de Dios: es lo que ella dice sobre el pecado, el hombre, la gracia, el amor divino, la salvación por la fe, sobre lo que Dios espera del creyente. Sin esta verdad en el corazón, y la puesta en práctica, es difícil resistir a las mentiras de Satanás, de las cuales las más peligrosas son las que tienen apariencia de verdad. Ponerse el cinturón de la verdad desarrolla los afectos por el Señor y da la fuerza para resistir y no ser seducidos y descarriados por las doctrinas engañosas que abundan hoy en día (Efesios 4:14).
La coraza y el calzado (4)
Estad, pues, firmes… vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Efesios 6:14-15
A fin de que seáis… llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios. Filipenses 1:10-11
La coraza, otra pieza de la armadura romana, era totalmente metálica. Pesada y muy visible, cubría todo el torso. Era fundamental para la protección del soldado. ¿Qué aplicación se puede hacer para el luchador creyente? Cuando una persona se convierte, es justificada ante Dios, no como consecuencia de lo que hace (sus obras), sino de su fe en la obra y en la persona de Jesús (Romanos 3:24-26). Y esta justicia divina debe mostrarse en su vida personal. La coraza protegía el corazón, centro de los sentimientos y de la voluntad. Amar a Dios, hacer lo que le agrada, ser íntegro con nuestros semejantes, proporciona una buena conciencia ante Dios y ante los hombres. Entonces, los intentos de Satanás para acusar al creyente serán sin efecto.
El soldado romano llevaba como calzado sandalias bien atadas a los tobillos para darle estabilidad y seguridad en las largas caminatas. La vida del creyente también es una caminata. El enemigo tratará de frenarlo, de desestabilizarlo y detenerlo en su servicio. Ante tales intentos, el combatiente de la fe debe permanecer en pie y avanzar apoyado en su Señor y en las promesas de la Biblia. Fortalecido por la paz del corazón que Dios da a sus hijos fieles, el cristiano puede avanzar para anunciar la buena nueva de la paz con celo y disponibilidad en el servicio al cual su Maestro lo ha llamado.
La armadura del cristiano: el escudo y el casco (5)
Tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación. Efesios 6:16-17
El escudo romano, hecho de madera, metal y cuero, permitía evitar las flechas enemigas, a menudo embadurnadas de resina ardiente. En su vida espiritual, el creyente puede ser asaltado por tentaciones, pensamientos impuros, sentimientos de odio, rencor, envidia, y otros proyectiles encendidos que pueden llevarlo a la desobediencia a Dios. Por lo tanto, es preciso detener eso inmediatamente con el escudo de la fe: una fe firme en las promesas de Dios, en su poder, su soberanía y su amor. Una fe viva, alimentada por la Palabra de Dios, apagará las flechas incandescentes del adversario.
Para protegerse la cabeza, el soldado romano llevaba un casco. La cabeza es la sede de la voluntad y gobierna todo el ser. En el creyente, Satanás trata de neutralizar ese centro de control insinuando la duda con respecto a su salvación. El creyente debe tener la seguridad de que su salvación fue adquirida definitivamente por la fe en Cristo, a través de su sangre vertida en la cruz, y esto por toda la eternidad. Entonces, seguro de que nadie lo separará del amor de Cristo, permanecerá firme ante los intentos de desestabilización del enemigo.
El casco constituye el último componente puramente defensivo de la armadura. Vestirse con todas las piezas de esta armadura, a fin de que el enemigo no ataque por sorpresa en el punto débil, es la condición indispensable para salir victoriosos en el combate espiritual.
La armadura del cristiano: la espada (6)
Tomad… la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu. Efesios 6:17-18
La palabra de Dios es… más cortante que toda espada de dos filos. Hebreos 4:12
La espada del soldado romano era corta y peligrosa; estaba bien afilada y a veces era de doble filo; la llevaba guardada en una vaina fijada en un lado del cinturón, de donde podía sacarla rápidamente en el combate.
Para el creyente, la espada es la Palabra de Dios. Si la utiliza guiado por el Espíritu Santo y bajo su control, hace huir al enemigo. Para ello es indispensable conocerla, memorizarla, respetar sus declaraciones, apoyarse en sus promesas y aplicarla en su vida práctica. Cuando Jesucristo fue tentado en el desierto (Mateo 4:1-11), demostró la contundencia de la Palabra de Dios para resistir a Satanás, quien también citaba las Escrituras, pero de forma perniciosa o sacándolas de su contexto.
Cuando la Palabra de Dios está en los pensamientos y en el corazón del creyente, puede desviar al enemigo aniquilando sus diversos ataques. La Biblia da una respuesta a las acusaciones, al desánimo, a las dudas, a la oposición.
En fin, en Efesios 6:18 es mencionada la oración. Ésta dará su eficacia a todas las armas. En ese combate espiritual, la oración según el Espíritu conduce al cristiano hacia la victoria.
Retengamos y pongamos en práctica esta enseñanza del apóstol Pablo acerca de la armadura completa. Él mismo tenía una larga experiencia en el combate y pensaba en los creyentes que dejaría en breve, deseando prepararlos para luchar y resistir.
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UN MOMENTO PARA MEDITAR
Tres Millones De Oraciones
Por el Hermano Pablo
La vida entró en un eclipse siniestro para Craig Shergold, niño inglés de once años de edad. Un tumor había aparecido en su cerebro. Comenzó entonces la odisea por la que pasan muchos enfermos: análisis continuos, terapias intensivas, internaciones periódicas en el hospital y esperanzas que brotan en la mañana para morir en la tarde.
Cuando se publicó su caso, comenzaron a lloverle cartas. Cartas con palabras de aliento, de simpatía y de promesas de oración. Cartas que en un momento llegaron a más de tres millones trescientos mil, y tantas oraciones produjeron su efecto. Craig Shergold tuvo una reacción formidable. Quedó fuera de peligro. «Dios tenía que contestar más de tres millones de oraciones», concluyó su madre Marion.
Hoy en día la gente hace poco caso de la oración. A muchos les parece, a lo sumo, una confesión de debilidad, y más probablemente algo completamente inútil. No creen que hay un Dios Todopoderoso que tiene interés en los seres humanos, y no creen que unas pocas palabras que parten de un corazón angustiado pueden recibir respuesta.
Sin embargo, la oración sigue siendo una fuerza poderosa aunque inexplicable. Por cierto, la oración es la única fuerza espiritual que puede usar el ser humano. Dios ciertamente contesta tres y aún más millones de oraciones. Pero también, y esto es lo maravilloso, Dios contesta una sola oración.
Jesucristo dijo: «Tengan fe en Dios.... Crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración, y lo obtendrán» (Marcos 11:22,24). Cuando el hombre se siente sano, fuerte y dueño de la vida, no piensa en buscar a Dios. Pero cuando a ese mismo hombre lo golpea el infortunio, dobla entonces las rodillas, aun sin quererlo. Y Dios, que es mucho más noble, más bueno, más misericordioso y más comprensivo que el hombre, se apiada del pobre ser angustiado y lo socorre.
No es necesario sufrir una desgracia para comenzar la práctica de la oración. Ésta debiera ser la primera expresión de cada día, y la más sublime actividad de la vida. Es cuando el hombre habla con Dios que de veras llega a ser el ser superior de la creación.
Fuente: UN MENSAJE A LA CONCIENCIA,
ver aquí.
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ESPACIO CONOCER LAS SAGRADAS ESCRICUTRAS
Muchas versiones distintas, una sola Palabra verdadera
Por. Alfredo Tepo
x Varela
Muchos años han transcurrido desde que esos titanes de la Palabra que fueron Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera enriquecieron nuestra lengua castellana, el primero, con su bella versión de la Biblia, y el segundo, con su prolija revisión de la obra de aquél. Muchos de nosotros recordamos todavía y citamos de memoria nuestros textos favoritos según la revisión de 1909 que, aunque distante ya de los giros típicos del Siglo de Oro de las letras españolas, cuenta todavía con la sonoridad que Reina y Valera supieron imprimirle.
Durante más de cuatro siglos la versión de Reina y Valera ha sido, literalmente, la reina de las hasta hace poco escasas versiones españolas de la Biblia. Tal reinado, sin embargo, ha sido circunstancial. Recordemos que la lectura de la Biblia se ha efectuado desde las ‘‘catacumbas’’ del protestantismo, y que sólo después del Vaticano II se ha generalizado entre la grey católica, donde ha habido un verdadero ‘‘boom’’ de traducciones bíblicas: Nacar-Colunga (N-C), Bover-Cantera (B-C), Biblia de Jerusalén (BJ), Ediciones Paulinas (EP), Biblia Latinoamericana (BLA), Nueva Biblia Española (NBE), Biblia del Peregrino (BP), etc. Del lado protestante, hay que mencionar algunas versiones del Nuevo Testamento, como la Versión Hispanoamericana (VHA) y la Biblia de las Américas (BA), revisiones de Reina-Valera (RV), como la de 1960 (RVR 1960) y la Reina-Valera Actualizada (RVA), y dos traducciones de toda la Biblia: la versión Dios Habla Hoy (DHH) y la Nueva Versión Internacional (NVI), de próxima aparición.
Ante esta miríada de versiones de la Biblia, no faltará quien se pregunte: ‘‘Si es verdad que la Biblia es la Palabra de Dios, ¿cuál de todas estas versiones es esa Palabra?’’ La respuesta puede parecer desconcertante: todas ellas en conjunto, y ninguna de ellas en particular.
‘Pero ¿cómo puede ser eso posible?’’, objetará alguien más. Y la respuesta es que debemos entender que cuando confesamos que la Biblia es la Palabra de Dios, no estamos limitando el sentido de ‘‘palabra’’ a la simple unidad fónica o léxica, hablada o escrita. No. De ninguna manera. La ‘‘palabra’’, en relación con Dios, aunque humana, es también divina; y aunque divina, es también humana. Y la Biblia, como Palabra de Dios, es algo más, mucho más, que una etiqueta pegada a un objeto.
Tal vez dos metáforas bíblicas puedan ayudarnos a entender este aparente problema: la confusión lingüística que tuvo lugar en Babel, y la perfecta comunicación que tuvo lugar aquel glorioso día de Pentecostés. En el primer caso, la soberbia del hombre por ‘‘hacerse un nombre’’ fue la causa de que una sola lengua llegara a ser fuente de confusión;en el segundo caso, el deseo ferviente de los discípulos por ‘‘proclamar…las maravillas de Dios’’ hizo el milagro de que muchas voces en muchos oídos comunicaran un solo mensaje. Para seguir leyendo haga
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El modelo de crecimiento de algunas iglesias pone en peligro la visión del Reino de Dios
Por Luis Eduardo Cantero
El portal Pulso Cristiano, basándose en el Diario de la Nación, publicó una nota extensa sobre “Los evangélicos y su influencia en la política brasileña”. El informe, escrito por el corresponsal del medio argentino en Brasil, resalta que las iglesias pasaron de representar el 15,4% de la población en 2000 (26,2 millones), al 22,2% en 2010 (42,3 millones). Y destaca que este aumento “vino acompañado por un fuerte incremento de su influencia en la política brasileña: en el Congreso, compuesto por 594 miembros, la bancada evangélica pasó de tener 36 integrantes en 2006 a 79 en la actualidad, la mayor cantidad en su historia, con representantes de 14 partidos”. (1) El portal preocupado por tal crecimiento, cosa que no sucede en la Argentina, preguntaba a sus lectores ¿Por qué en la Argentina no se llega a esos porcentajes y números?...
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Es un enfoque reciente la aproximación del pensamiento económico tradicional y las preocupaciones en torno al tema del medio ambiente. A lo largo del tiempo, por consenso, los economistas consideraron que la preocupación ecológica, incluida la preservación vital de la condiciones de vida y del medio ambiente, era una simple retórica, y en algunos casos, muchos la veían nada más que como una mera manifestación romántica...
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