Lectura: Salmo 119:17-24
Pues tus testimonios son mis delicias y mis consejeros. —Salmo 119:24
¿Alguna vez quedaste atrapado en una conversación con alguien que solo hablaba de sí mismo? Para ser cortés, entablas un diálogo formulando preguntas. El otro empieza a hablar sin parar de sus cosas y nunca te pregunta nada. Todo gira alrededor de esa persona… y nada sobre ti.
Imagina cómo se siente tal vez nuestro Padre celestial cuando escucha nuestras oraciones durante el tiempo devocional. Quizá hemos leído una porción de su Palabra, pero después, al orar, cambiamos de tema y nos enfocamos exclusivamente en nuestras necesidades. Le pedimos que nos ayude a resolver un problema, que supla nuestras necesidades financieras o que cure una enfermedad. Sin embargo, el pasaje que acabamos de leer ni siquiera forma parte de nuestras plegarias. Lo que Dios nos ha dicho pasa completamente inadvertido.
Al parecer, el escritor del Salmo 119 no tenía esta perspectiva, sino que pedía que el Señor lo ayudara a entender la Palabra. Por eso, decía: «Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley» (v. 18). Además, mientras oraba, expresaba cuánto apreciaba las Escrituras, al denominarlas sus «delicias» (v. 24).
Desarrollemos el hábito de orar en respuesta a la Palabra. Esto podría llegar a transformar nuestro tiempo devocional. La lectura bíblica y la oración deben reflejar una comunicación de ida y vuelta.
—HDF
Escucha la Palabra de Dios y, después, ora sobre lo que has oído.
NUESTRO PAN DIARIO
Un coro sin igual
Lectura: Romanos 15:5-13
Para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. —Romanos 15:6
Cuando Mitch Miller murió en julio de 2010, la mayoría lo recordó como alguien que invitaba a todos a cantar juntos. En su popular programa televisivo de la década de 1960, Sing Along with Mitch [Canta con Mitch], un coro de hombres interpretaba entrañables canciones mientras la letra aparecía en la pantalla para que los televidentes se unieran a ellos en el canto. Un obituario de Los Angeles Times citaba la creencia de Miller de que una de las razones del éxito del programa era el «atractivo» de sus cantantes: «Siempre exigí que se contrataran cantantes altos, bajos, calvos, regordetes, obesos, lo que fuera; tipos como todos». De esa diversidad unificada, surgía una música hermosa de la que todos eran invitados a participar.
En Romanos 15, Pablo llamó a la unidad entre los seguidores de Cristo, «para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo» (v. 6). Al citar varios pasajes del Antiguo Testamento, habló de la unidad entre gentiles y judíos para cantar alabanzas a Dios (vv. 9-12). Una unidad considerada imposible se hizo realidad cuando personas que habían estado profundamente divididas empezaron a agradecerle en forma conjunta a Dios por haber demostrado en Cristo su misericordia. Al igual que ellos, nosotros estamos llenos de gozo, paz y esperanza «por el poder del Espíritu Santo» (v. 13).
Pertenecemos a un «coro» sin igual, ¡y qué privilegio es cantar juntos!
—DCM
La unidad entre los creyentes surge de la unión con Dios.
NUESTRO PAN DIARIO
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EL RINCONCITO PARA LA REFLEXION PASTORAL
Perseguidos por nuestros principios
Por. Rev. Joel Galán, Puerto Rico
Pareciera no ser cierto el hecho de que, todavía aquellos que profesan fe cristiana siguen padeciendo persecución en distintas partes del mundo.
Según un estudio publicado por el Foro de Investigación PEW sobre Religión y Vida Pública, el setenta por ciento de la población mundial sufre de algún tipo de persecución religiosa en donde tres de cada cuatro perseguidos en el mundo, hoy por hoy son cristianos. China, Pakistán, Cuba, Jordania, India, Irak, Bangladesh, Bielorrusia, Kuwait, Egipto, Indonesia, y más de 40 países prohíben la libertad religiosa.
Cuando se habla de lugares donde existe persecución, en donde menos tendemos a pensar es en los países desarrollados y mucho menos en los Estados Unidos de America. Pero es precisamente donde parece estar desatándose lo que yo llamo una “persecución silenciosa y disfrazada“, en la cual aunque no se nos persigue por la fe que creemos, si se nos juzga, ridiculiza, y margina por los principios morales bíblicos que predicamos. En otras palabras; nuestra fe esta bien siempre y cuando no denunciemos la decadencia moral y espiritual de nuestro país para que así nadie se sienta ofendido.
Cada día podemos ver ejemplos claros de esta realidad. Actualmente, el decir que uno es cristiano, es asumir una de las posturas menos populares del momento cuando veinte años atrás era considerado como algo digno. Observemos como se ridiculizan nuestros principios como Iglesia a través de la prensa, debates públicos y entrevistas televisivas. Consideremos las nuevas adiciones a las leyes de acoso (harassment) en los trabajos que le prohíbe a millones de creyentes compartir su fe. Y por supuesto, veamos el caso reciente de la cadena de comida rápida «Chick-fil-A», la cual a través de repercusiones económicas esta siendo presionada a que asuma una postura más neutral luego de que anunciara su apoyo al matrimonio tradicional que es entre un hombre y una mujer.
La libertades religiosas, de expresión, y de creer en aquellos principios que consideramos correctos, son quebrantadas cuando se nos obliga a través de cualquier método, a dejar de hablar y creer en las cosas que realmente consideramos correctas. Cabe mencionar que fue precisamente esa la base de la persecución contra la iglesia primitiva cuando se intentó doblegar la fe de los primeros cristianos a través de métodos de tortura y martirio.
Ante la realidad que tenemos de frente, es necesario examinar cuan profundas son nuestras raíces y cuan firme es nuestra fe. Debemos preguntarnos si el fuego de la pasión por la causa del Señor Jesucristo esta lo suficientemente encendido como para pararnos en la brecha por amor a Su Nombre sin importar las consecuencias que nuestras acciones puedan tener, ya que es muy posible que se repita el momento en la historia en donde tengamos que decidir a quien obedecer; si a Dios o a los hombres.
Permitamos que nuestra fe se solidifique al recordar la entrega sin condición de los hombres cristianos del ayer que estuvieron dispuestos a entregar su vida por Dios. En especifico, recordemos a Policarpo, Obispo de la Iglesia de Esmirna, que cuando Nicetes y su hijo Herodes intentaron persuadirle en frente a la multitud que llenaba el anfiteatro de la ciudad para que tuviese piedad de sí mismo por razón de su edad avanzada, y que negase su fe en Cristo por medio de un juramento en el nombre del emperador, Policarpo les contestó: —He servido a mi Señor Jesucristo durante 86 años y nunca me ha causado daño alguno. ¿Cómo puedo negar a mi Rey, que hasta el momento me ha guardado de todo mal?—
Espero que te sean de fortaleza las mismas palabras que el Señor envío a Policarpo a través del Apóstol Juan: Apocalipsis 2:8-10 “Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico)… No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.“
Fuente: Goel Blog, pensamiento de bendición
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EL ESPACIO PARA LA REFLEXIÓN FEMINA
Hambre y sed de Dios
Por. Abigail Toledo, Puerto Rico
¿Se han dado cuenta de cuanto esfuerzo, tiempo y dedicación han demostrado estos atletas para poder competir en las olimpiadas y alcanzar lo que tanto anhelan?
Esa medalla que tanto ambicionan tener no la pueden obtener tan fácil. Todos y cada uno de ellos, sea hombre o mujer, deben demostrar con sus hechos y con todo su esfuerzo cuanto anhelan ganarla.
Algo similar ocurre en el ámbito emocional y espiritual. Puede ser que ganarte el amor emocional de un ser querido es el que te requiera demostrar cuanto en verdad lo necesitas. En lo espiritual, debemos demostrarle a Dios con hechos cuanto anhelamos su presencia, su amor, su perdón, su dirección, su ayuda, su misericordia y su gracia. Hay muchos beneficios espirituales que Dios tiene reservados para nosotros, que solo están en espera de que nosotros hagamos algo para recibirlos. Este acto no debe ser algo que hagamos porque alguien nos lo pida o nos digan que debemos hacerlo, sino que debe surgir con toda honestidad de lo profundo de nuestro corazón.
Aunque en muchas ocasiones pareciera ser algo difícil, ciertamente no es imposible y lo podemos probar bíblicamente.
María de Betania, la hermana de Lázaro y Marta se gano el elogio de oro de parte de Jesús tras haber demostrado cuanto anhelaba estar cerca de el para servirle y conocer su voluntad y su palabra. En Lucas 10:39 dice que María, “sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra”. Silenciosamente a ella le gustaba sentarse a los pies del Señor demostrando así el interés y la necesidad de una comunión intima con Jesucristo. Juan 11:32 cuenta que María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, demostrándole su necesidad de recibir el poder de Dios, su consuelo divino y compasión, lo cual conmovió profundamente a Jesús haciéndole llorar junto a ella. El hambre y sed de Dios que María tenía fue tal, que…“tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos;… Juan 12:3 ¡Que momento tan sublime de profunda adoración y amor desinteresado! ¡Esto es tener hambre y sed de Dios!
Dios quiere que derramemos nuestros corazones ante su presencia con honestidad, postrarnos ante sus pies y enjugarlos con nuestras lágrimas demostrando cuan hambrientos y sedientos estamos de Él.
No hay victoria más grande que la que podamos obtener al estar humillados ante Dios y recibir su aprobación diciéndonos como le dijo a María: “¡…has hecho una obra hermosa conmigo”! …Marcos 14:6
Fuente: Blog de Abigail Toledo-Mujer victoriosa
Pues tus testimonios son mis delicias y mis consejeros. —Salmo 119:24
¿Alguna vez quedaste atrapado en una conversación con alguien que solo hablaba de sí mismo? Para ser cortés, entablas un diálogo formulando preguntas. El otro empieza a hablar sin parar de sus cosas y nunca te pregunta nada. Todo gira alrededor de esa persona… y nada sobre ti.
Imagina cómo se siente tal vez nuestro Padre celestial cuando escucha nuestras oraciones durante el tiempo devocional. Quizá hemos leído una porción de su Palabra, pero después, al orar, cambiamos de tema y nos enfocamos exclusivamente en nuestras necesidades. Le pedimos que nos ayude a resolver un problema, que supla nuestras necesidades financieras o que cure una enfermedad. Sin embargo, el pasaje que acabamos de leer ni siquiera forma parte de nuestras plegarias. Lo que Dios nos ha dicho pasa completamente inadvertido.
Al parecer, el escritor del Salmo 119 no tenía esta perspectiva, sino que pedía que el Señor lo ayudara a entender la Palabra. Por eso, decía: «Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley» (v. 18). Además, mientras oraba, expresaba cuánto apreciaba las Escrituras, al denominarlas sus «delicias» (v. 24).
Desarrollemos el hábito de orar en respuesta a la Palabra. Esto podría llegar a transformar nuestro tiempo devocional. La lectura bíblica y la oración deben reflejar una comunicación de ida y vuelta.
—HDF
Escucha la Palabra de Dios y, después, ora sobre lo que has oído.
NUESTRO PAN DIARIO
Un coro sin igual
Lectura: Romanos 15:5-13
Para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. —Romanos 15:6
Cuando Mitch Miller murió en julio de 2010, la mayoría lo recordó como alguien que invitaba a todos a cantar juntos. En su popular programa televisivo de la década de 1960, Sing Along with Mitch [Canta con Mitch], un coro de hombres interpretaba entrañables canciones mientras la letra aparecía en la pantalla para que los televidentes se unieran a ellos en el canto. Un obituario de Los Angeles Times citaba la creencia de Miller de que una de las razones del éxito del programa era el «atractivo» de sus cantantes: «Siempre exigí que se contrataran cantantes altos, bajos, calvos, regordetes, obesos, lo que fuera; tipos como todos». De esa diversidad unificada, surgía una música hermosa de la que todos eran invitados a participar.
En Romanos 15, Pablo llamó a la unidad entre los seguidores de Cristo, «para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo» (v. 6). Al citar varios pasajes del Antiguo Testamento, habló de la unidad entre gentiles y judíos para cantar alabanzas a Dios (vv. 9-12). Una unidad considerada imposible se hizo realidad cuando personas que habían estado profundamente divididas empezaron a agradecerle en forma conjunta a Dios por haber demostrado en Cristo su misericordia. Al igual que ellos, nosotros estamos llenos de gozo, paz y esperanza «por el poder del Espíritu Santo» (v. 13).
Pertenecemos a un «coro» sin igual, ¡y qué privilegio es cantar juntos!
—DCM
La unidad entre los creyentes surge de la unión con Dios.
NUESTRO PAN DIARIO
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EL RINCONCITO PARA LA REFLEXION PASTORAL
Perseguidos por nuestros principios
Por. Rev. Joel Galán, Puerto Rico
Pareciera no ser cierto el hecho de que, todavía aquellos que profesan fe cristiana siguen padeciendo persecución en distintas partes del mundo.
Según un estudio publicado por el Foro de Investigación PEW sobre Religión y Vida Pública, el setenta por ciento de la población mundial sufre de algún tipo de persecución religiosa en donde tres de cada cuatro perseguidos en el mundo, hoy por hoy son cristianos. China, Pakistán, Cuba, Jordania, India, Irak, Bangladesh, Bielorrusia, Kuwait, Egipto, Indonesia, y más de 40 países prohíben la libertad religiosa.
Cuando se habla de lugares donde existe persecución, en donde menos tendemos a pensar es en los países desarrollados y mucho menos en los Estados Unidos de America. Pero es precisamente donde parece estar desatándose lo que yo llamo una “persecución silenciosa y disfrazada“, en la cual aunque no se nos persigue por la fe que creemos, si se nos juzga, ridiculiza, y margina por los principios morales bíblicos que predicamos. En otras palabras; nuestra fe esta bien siempre y cuando no denunciemos la decadencia moral y espiritual de nuestro país para que así nadie se sienta ofendido.
Cada día podemos ver ejemplos claros de esta realidad. Actualmente, el decir que uno es cristiano, es asumir una de las posturas menos populares del momento cuando veinte años atrás era considerado como algo digno. Observemos como se ridiculizan nuestros principios como Iglesia a través de la prensa, debates públicos y entrevistas televisivas. Consideremos las nuevas adiciones a las leyes de acoso (harassment) en los trabajos que le prohíbe a millones de creyentes compartir su fe. Y por supuesto, veamos el caso reciente de la cadena de comida rápida «Chick-fil-A», la cual a través de repercusiones económicas esta siendo presionada a que asuma una postura más neutral luego de que anunciara su apoyo al matrimonio tradicional que es entre un hombre y una mujer.
La libertades religiosas, de expresión, y de creer en aquellos principios que consideramos correctos, son quebrantadas cuando se nos obliga a través de cualquier método, a dejar de hablar y creer en las cosas que realmente consideramos correctas. Cabe mencionar que fue precisamente esa la base de la persecución contra la iglesia primitiva cuando se intentó doblegar la fe de los primeros cristianos a través de métodos de tortura y martirio.
Ante la realidad que tenemos de frente, es necesario examinar cuan profundas son nuestras raíces y cuan firme es nuestra fe. Debemos preguntarnos si el fuego de la pasión por la causa del Señor Jesucristo esta lo suficientemente encendido como para pararnos en la brecha por amor a Su Nombre sin importar las consecuencias que nuestras acciones puedan tener, ya que es muy posible que se repita el momento en la historia en donde tengamos que decidir a quien obedecer; si a Dios o a los hombres.
Permitamos que nuestra fe se solidifique al recordar la entrega sin condición de los hombres cristianos del ayer que estuvieron dispuestos a entregar su vida por Dios. En especifico, recordemos a Policarpo, Obispo de la Iglesia de Esmirna, que cuando Nicetes y su hijo Herodes intentaron persuadirle en frente a la multitud que llenaba el anfiteatro de la ciudad para que tuviese piedad de sí mismo por razón de su edad avanzada, y que negase su fe en Cristo por medio de un juramento en el nombre del emperador, Policarpo les contestó: —He servido a mi Señor Jesucristo durante 86 años y nunca me ha causado daño alguno. ¿Cómo puedo negar a mi Rey, que hasta el momento me ha guardado de todo mal?—
Espero que te sean de fortaleza las mismas palabras que el Señor envío a Policarpo a través del Apóstol Juan: Apocalipsis 2:8-10 “Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico)… No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.“
Fuente: Goel Blog, pensamiento de bendición
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EL ESPACIO PARA LA REFLEXIÓN FEMINA
Hambre y sed de Dios
Por. Abigail Toledo, Puerto Rico
¿Se han dado cuenta de cuanto esfuerzo, tiempo y dedicación han demostrado estos atletas para poder competir en las olimpiadas y alcanzar lo que tanto anhelan?
Esa medalla que tanto ambicionan tener no la pueden obtener tan fácil. Todos y cada uno de ellos, sea hombre o mujer, deben demostrar con sus hechos y con todo su esfuerzo cuanto anhelan ganarla.
Algo similar ocurre en el ámbito emocional y espiritual. Puede ser que ganarte el amor emocional de un ser querido es el que te requiera demostrar cuanto en verdad lo necesitas. En lo espiritual, debemos demostrarle a Dios con hechos cuanto anhelamos su presencia, su amor, su perdón, su dirección, su ayuda, su misericordia y su gracia. Hay muchos beneficios espirituales que Dios tiene reservados para nosotros, que solo están en espera de que nosotros hagamos algo para recibirlos. Este acto no debe ser algo que hagamos porque alguien nos lo pida o nos digan que debemos hacerlo, sino que debe surgir con toda honestidad de lo profundo de nuestro corazón.
Aunque en muchas ocasiones pareciera ser algo difícil, ciertamente no es imposible y lo podemos probar bíblicamente.
María de Betania, la hermana de Lázaro y Marta se gano el elogio de oro de parte de Jesús tras haber demostrado cuanto anhelaba estar cerca de el para servirle y conocer su voluntad y su palabra. En Lucas 10:39 dice que María, “sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra”. Silenciosamente a ella le gustaba sentarse a los pies del Señor demostrando así el interés y la necesidad de una comunión intima con Jesucristo. Juan 11:32 cuenta que María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, demostrándole su necesidad de recibir el poder de Dios, su consuelo divino y compasión, lo cual conmovió profundamente a Jesús haciéndole llorar junto a ella. El hambre y sed de Dios que María tenía fue tal, que…“tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos;… Juan 12:3 ¡Que momento tan sublime de profunda adoración y amor desinteresado! ¡Esto es tener hambre y sed de Dios!
Dios quiere que derramemos nuestros corazones ante su presencia con honestidad, postrarnos ante sus pies y enjugarlos con nuestras lágrimas demostrando cuan hambrientos y sedientos estamos de Él.
No hay victoria más grande que la que podamos obtener al estar humillados ante Dios y recibir su aprobación diciéndonos como le dijo a María: “¡…has hecho una obra hermosa conmigo”! …Marcos 14:6
Fuente: Blog de Abigail Toledo-Mujer victoriosa
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