Lawrence Darmani
Pero en
cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; he puesto en el Señor mi
esperanza… (Salmo 73:28).
Leer: Hebreos 4:14-16
La Biblia en un año: Salmos 4–6; Hechos
17:16-34
Una mujer que
deseaba orar, tomó una silla vacía y se arrodilló delante de ella. Con lágrimas
en los ojos, exclamó: «Padre celestial, por favor, siéntate aquí; ¡necesitamos
hablar!». Después, mirando directamente el espacio sobre la silla vacía, oró.
Ella demostró confianza al acercarse al Señor; imaginó que Él estaba sentado en
la silla y creyó que escuchaba su petición.
Nuestro
tiempo con Dios es un momento importante, cuando estamos con el Todopoderoso.
Dios se acerca a nosotros cuando acudimos a Él (Santiago 4:8). Nos aseguró: «Yo
estoy con vosotros todos los días» (Mateo 28:20). Nuestro Padre celestial
siempre quiere que nos acerquemos a Él y está listo para escucharnos.
A veces, nos
cuesta orar, porque nos sentimos cansados, somnolientos, enfermos y débiles.
Sin embargo, Jesús entiende nuestras debilidades y tentaciones (Hebreos 4:15).
Por eso, podemos acercarnos «confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar
misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro» (v. 16).
Señor,
gracias porque puedo orar a ti en cualquier momento y lugar. Pon en mi corazón
el deseo de acercarme a ti. Quiero aprender a acudir a ti con fe y confianza.
Dios está en
todas partes, disponible en todo momento, y siempre escucha.
Detalles
íntimos
Por Sheridan Voysey
Tú has conocido
mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos (v. 2).
Leer: Salmo 139:1-18
La Biblia en un año: Salmos 7–9; Hechos
18
El universo
es increíblemente grandioso. La luna gira a nuestro alrededor a casi 3.700
kilómetros (2.300 millas) por hora. La Tierra gira alrededor del sol a 106.000
kilómetros (66.000 millas) por hora. El sol es una de 200.000 millones de
estrellas y billones de planetas en nuestra galaxia, la cual es apenas una de
entre 100.000 millones en el espacio. ¡Asombroso!
En
comparación, nuestra pequeña Tierra es apenas una piedrita; y nuestra vida, un
grano de arena. Sin embargo, según la Escritura, el Dios de las galaxias está
pendiente de cada uno de nosotros, por más microscópicos que seamos. Nos vio
antes de que existiéramos (Salmo 139:13-16); nos observa y escucha lo que
pensamos (vv. 1-6).
A veces, esto
puede ser difícil de creer. Esta «piedrita» tiene grandes problemas, como la
guerra y el hambre, y podemos dudar del cuidado de Dios cuando sufrimos. Pero,
cuando el rey David escribió el Salmo 139, estaba en medio de una crisis (vv.
19-20). Y cuando Jesús dijo que Dios cuenta nuestros cabellos (Mateo 10:30),
vivía en una época de crucifixiones. Las palabras de la Biblia sobre el
cuidado amoroso de Dios son verdades prácticas, no deseos ingenuos.
Aquel que
mantiene las galaxias girando nos conoce íntimamente. Eso puede ayudarnos a
superar los peores momentos.
Padre,
gracias por tu amor, tu cuidado y tu atención.
El Dios del
cosmos se interesa íntimamente por nosotros.
Nuestro Pan
Diario
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