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lunes, 3 de julio de 2017

Fe en acción



Por. Amy Boucher Pye
… Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras (v. 18).
La Biblia en un año: Job 14–16; Hechos 9:22-43
Mientras mi amiga conducía hacia el supermercado, observó que una mujer caminaba al lado de la carretera y sintió que debía regresar y ofrecerse a llevarla. Cuando lo hizo, se entristeció al enterarse de que la mujer no tenía dinero para el autobús, así que estaba caminando muchos kilómetros en un clima caluroso y húmedo. No solo estaba emprendiendo el largo viaje de regreso a su casa, sino que había caminado varias horas para llegar a su trabajo a las cuatro de la mañana.
Al ofrecerse a llevarla, mi amiga aplicó la instrucción de Santiago de poner la fe en práctica: «Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma» (2:17). Al apóstol le preocupaba que la iglesia se ocupara de las viudas y los huérfanos (1:27), y quería que no ofrecieran solo palabras vacías, sino que actuaran por fe y obraran con amor.
Somos salvos por fe, no por obras, pero ponemos en práctica nuestra fe al amar a otros y suplir sus necesidades. Que, al igual que mi amiga, podamos mantener los ojos abiertos para ayudar a los que lo necesiten, mientras transitamos juntos este camino de la vida.
Señor Jesucristo, llevaste a cabo la obra suprema al morir en la cruz por mí. Que nunca olvide el sacrificio que me da vida.
A través de nuestras buenas obras, ponemos en práctica nuestra fe.

Tiempo de florecer
Por. Sheridan Voysey
… Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone (v. 8).
Leer: Lucas 13:1-9 
La Biblia en un año: Job 17–19; Hechos 10:1-23
La primavera pasada, decidí cortar el rosal de nuestro patio trasero. En los tres años que llevábamos viviendo allí, no había dado muchas flores, y sus ramas estériles salían para todos lados.
Sin embargo, estuve tan ocupado que mis planes de jardinería se fueron retrasando. Fue mejor así… pocas semanas después, el arbusto floreció como nunca antes. Cientos de perfumadas rosas blancas fluían hacia el jardín y salpicaban el suelo de bellos pétalos.
El renacimiento de mi rosal me recordó la parábola de Jesús sobre la higuera, en Lucas 13:6-9. En Israel, se acostumbraba darle tres años a una higuera para que tuviera fruto. Si no lo hacía, se la cortaba para usar mejor el suelo. En la historia de Jesús, un jardinero le pide a su jefe que le dé a un árbol un año más para producir fruto. En contexto (vv. 1-5), la parábola implica lo siguiente: los israelitas no habían vivido bien, y Dios tenía derecho a juzgarlos. Sin embargo, el Señor es paciente y les había dado tiempo para volverse a Él y florecer.
Dios quiere que todos florezcan, y nos ha concedido tiempo de sobra para hacerlo. No importa si todavía estamos acercándonos a la fe o si estamos orando por familiares y amigos incrédulos; su paciencia es una buena noticia para todos.
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos […]; separados de mí nada podéis hacer. Juan 15:5
Dios le ha dado al mundo tiempo para responder a su ofrecimiento de perdón.
Nuestro Pan Diario
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NOTICIAS CRISTIANAS































 



 

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