Por
Tim Gustafson
Por la fe Abel […], aún habla… (Hebreos 11:4).
Leer:
Génesis 4:1-12
La
Biblia en un año: Job 41–42; Hechos 16:22-40
En junio de 2004, en Vancouver, la esquiadora
canadiense Beckie Scott recibió una medalla olímpica de oro. Es interesante,
porque las Olimpíadas de invierno se realizaron en 2002 en Estados Unidos.
Scott había ganado el bronce detrás de dos atletas que fueron
descalificadas meses después, cuando se descubrió que habían usado
estupefacientes.
Es bueno que Scott terminó recibiendo su oro,
pero se le fue para siempre el momento de estar sobre el podio para escuchar su
himno nacional. Esa injusticia no se pudo remediar.
La injusticia siempre nos molesta, y hay agravios peores
que otros. La historia de Caín y Abel muestra un acto extremo de injusticia
(Génesis 4:8). A primera vista, parece que Caín se salió con la suya al
asesinar a su hermano. Vivió una larga vida y hasta construyó una ciudad (v.
17).
No obstante, Dios mismo lo confrontó: «La voz de la
sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra» (v. 10). Más tarde, el
Nuevo Testamento registra a Caín como un ejemplo a evitar (1 Juan 3:12;
Judas 1:11). Pero, de Abel, leemos: «por la fe Abel, […] muerto, aún habla»
(Hebreos 11:4).
Al final, nadie se sale con la suya en ningún acto de
injusticia. Dios tampoco deja sin recompensa nuestra obra hecha por fe para Él.
Padre, te pedimos que venga tu reino y se haga tu
voluntad para cambiar a este mundo.
El pecado no será juzgado por cómo lo vemos, sino
según lo ve Dios.
Rendirse para vencer
Por
James Banks
… consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios
en Cristo Jesús, Señor nuestro (Romanos 6:11).
Leer:
Santiago 4:6-10
La
Biblia en un año: Salmos 1–3; Hechos 17:1-15
La llaman «La huella del diablo». Es una impresión con
forma de pie sobre el granito en una colina junto a una iglesia en
Massachusetts. Según la leyenda local, la «huella» apareció un día otoñal en
1740, cuando el evangelista George Whitefield predicó con tal poder que el
diablo saltó del campanario de la iglesia y aterrizó sobre la roca al huir del
pueblo.
Aunque es solo una leyenda, nos recuerda una verdad
alentadora de la Palabra de Dios. Santiago 4:7 declara: «Someteos, pues, a
Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros».
Dios nos ha dado la fortaleza que necesitamos para
resistir frente a nuestro adversario y la tentación. La Biblia afirma que «el
pecado no se enseñoreará de [nosotros]» (Romanos 6:14) por la amorosa gracia de
Dios mediante Jesucristo. Cuando corremos a Jesús frente a la tentación, Él nos
permite permanecer firmes con su fuerza. Nada que enfrentemos en esta vida puede
superarlo porque Él ha «vencido al mundo» (Juan 16:33).
Al someternos a nuestro Salvador, rindiéndole nuestra
voluntad y caminando en obediencia a la Palabra de Dios, Él nos ayuda. Cuando
cedemos a lo que Él quiere en lugar de a la tentación, el Señor puede pelear
nuestras batallas. En Él, podemos vencer.
Señor, ayúdame a permanecer cerca de ti y a amarte con
mi obediencia.
«La oración del santo más débil […] hace temblar a
Satanás». Oswald Chambers
Nuestro
Pan Diario
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