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martes, 25 de julio de 2017

Raíces profundas



Por Mart De Haan
Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras (v. 45).
La Biblia en un año: Salmos 16–17; Hechos 20:1-16
El árbol de secoya está entre los organismos más grandes y duraderos del mundo. Puede alcanzar más de 90 metros (300 pies) de altura, pesar más de una tonelada y vivir 3.000 años. Sin embargo, la majestuosa secoya debe en gran parte su tamaño y longevidad a lo que hay debajo de la superficie. Un conjunto de raíces de varios metros de profundidad, que se extienden hacia los costados, sostienen su impresionante altura y peso.
Sin embargo, el sistema expansivo de raíces de la secoya es pequeño si se compara con la historia nacional, la religión y la anticipación que apoyan la vida de Jesús. Una vez, Él le dijo a un grupo de líderes religiosos que las Escrituras contaban su historia (Juan 5:39). En la sinagoga de Nazaret, abrió el rollo de Isaías, leyó una descripción del Mesías y anunció: «Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros» (Lucas 4:21).
Después de resucitar, Jesús ayudó a sus discípulos a entender cómo las palabras de la Escritura mostraban que era necesario que sufriera, muriera y resucitara (24:46).
¡Cuánta gracia y esplendor es ver a Jesús enraizado en la historia y las Escrituras de una nación, y ver también lo mucho que nuestras vidas están arraigadas en nuestra necesidad de Él!
Padre, ayúdanos a no olvidar jamás que la Escritura nos arraiga al ver nuestra necesidad de tu Hijo.
Toda la Escritura nos ayuda a ver cuánto necesitamos a Jesús.

Igual que Papá
Por Leslie Koh
… todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente (v. 19).
Leer: Juan 5:17-20
La Biblia en un año: Salmos 18–19; Hechos 20:17-38
¿No es encantador ver a un hijo imitar a sus padres? Como el niñito sentado en un auto, que toma su volante imaginario con determinación y espía de reojo a su papá mientras este conduce, y hace lo mismo que él.
Recuerdo que yo hacía lo mismo cuando era pequeña. Nada me gustaba más que hacer exactamente lo mismo que mi papá… y estoy segura de que él disfrutaba aún más al verme copiar sus acciones.
Me gusta pensar que Dios el Padre sintió lo mismo al ver que su querido Hijo hacía exactamente lo que Él hacía: alcanzaba a los perdidos, ayudaba a los necesitados y sanaba a los enfermos. Jesús dijo: «No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente» (Juan 5:19).
Nosotros somos llamados a hacer lo mismo; a ser «imitadores de Dios como hijos amados», y a «[andar] en amor» (Efesios 5:1-2). A medida que vamos pareciéndonos más a Jesús, que podamos buscar amar como ama el Padre, perdonar como Él perdona, interesarnos como se interesa y vivir de manera que le agrade. Es un placer copiar en el poder del Espíritu lo que Dios hace, sabiendo que nuestra recompensa es la sonrisa afectuosa y dulce de un Padre amoroso.
Jesús, gracias por mostrarnos el camino al Padre. Ayúdanos a parecernos cada vez más a ti y al Padre.
El Padre nos dio al Espíritu para hacernos más parecidos al Hijo.
Nuestro Pan Diario
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