Por Amy
Boucher Pye
He
aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel…
(v. 23).
Leer: Mateo 1:18-23
La
Biblia en un año: Nahum 1–3; Apocalipsis 14
«Cristo
conmigo, Cristo delante de mí, Cristo detrás de mí, Cristo dentro de mí, Cristo
debajo de mí, Cristo arriba de mí, Cristo a mi derecha, Cristo a mi
izquierda…». La letra de este himno escrito en el siglo v por San Patricio
resuena en mi mente cuando leo el relato de Mateo del nacimiento de Jesús. La
siento como un cálido abrazo que me recuerda que no estoy sola nunca.
El
pasaje de Mateo nos revela que la morada de Dios con su pueblo es la esencia de
la Navidad. Al citar la profecía de Isaías sobre un niño que sería llamado Emanuel,
«Dios con nosotros» (Isaías 7:14), el evangelista señala hacia el cumplimiento
final de lo profetizado: Jesús, Aquel nacido por el poder del Espíritu Santo
para ser Dios con nosotros. Esta verdad es tan fundamental que Mateo empieza y
termina con ella, y concluye con las palabras de Jesús a sus discípulos: «he
aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mateo
28:20).
Los
versos de San Patricio me recuerdan que Cristo está siempre con los creyentes a
través del Espíritu Santo que mora en ellos. Cuando estoy nerviosa o con miedo,
puedo aferrarme a su promesa de que nunca me dejará. Si no puedo dormir,
puedo pedirle su paz. Cuando tengo gozo y celebro, puedo agradecerle por su
salvación.
Señor,
que hoy sienta tu presencia conmigo.
El
amor de Dios tomó forma de carne en Belén.
Un
estremecimiento de esperanza
Por ap
… que
os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor
(v. 11).
Leer: Lucas 2:11-20
La
Biblia en un año: Habacuc 1–3; Apocalipsis 15
Reginald
Fessenden había trabajado durante años para lograr una comunicación radial
inalámbrica. Algunos científicos consideraban que sus ideas eran extremas y
heterodoxas, y dudaban de su éxito. Pero él afirma que, el 24 de diciembre de
1906, se convirtió en la primera persona en transmitir música por radio.
Fessenden
hizo un contrato con una compañía de frutas que había instalado un sistema
inalámbrico en unos doce barcos para informar sobre la cosecha y la venta de
bananas. Esa Noche Buena, Fessenden les dijo a los operadores de los barcos que
prestaran atención. A las nueve en punto, escucharon su voz. Luego, sobre la
grabación de un aria, interpretó en su violín «Noche de Paz», cantando todas
sus estrofas. Finalmente, dio saludos de Navidad y leyó en Lucas 2 la historia
de los ángeles que anunciaron a los pastores el nacimiento del Salvador en
Belén.
Tanto
esos pastores, hace más de 2.000 años, como aquellos marineros en 1906,
escucharon un inesperado y sorprendente mensaje de esperanza en una noche
oscura. Y Dios sigue dando ese mensaje hoy. Nos ha nacido un Salvador: ¡Cristo
el Señor! (Lucas 2:11). Podemos unirnos al coro de ángeles y a creyentes de
todas las generaciones, respondiendo: «¡Gloria a Dios en las alturas, y en la
tierra paz!» (v. 14).
¡Jesús,
gracias por venir para salvarnos!
«Sin
Cristo, no hay esperanza». Charles Spurgeon
Nuestro
Pan Diario
No hay comentarios:
Publicar un comentario