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miércoles, 2 de junio de 2010

Cómo matar a la suegra

Lin es una linda joven china, que se casó y, por no tener todavía su propia casa, fue a vivir con su marido en la casa de su suegra.
Después de un tiempo, comenzó a ver que no se adaptaba a la suegra.
Sus temperamentos eran muy diferentes y Lin se irritaba cada vez más con los hábitos y costumbres de la suegra, a quien criticaba cada vez con mayor insistencia.
Con el correr de los meses, las cosas fueron empeorando, al punto de que la vida se volvió insoportable. Sin embargo, según las antiguas tradiciones de la China, la nuera tiene que estar siempre al servicio de la suegra y obedecerla en todo. Pero Lin, no soportando más la idea de vivir con su suegra, decidió ir a ver a un maestro, viejo amigo de su padre.
Después de oír a la joven, el maestro Huang tomó un ramillete de hierbas medicinales y le dijo: “Para que usted se libre de su suegra, no debe usar estas hierbas de una sola vez, pues eso despertará sospechas. Usted debe mezclarlas con la comida, poco a poco, día tras día y, así, ella será envenenada lentamente. Pero, para tener la seguridad de que, cuando ella muera, nadie sospeche de nada, usted debe tener mucho cuidado en tratarla siempre amistosamente. No discuta y ayúdela a resolver sus problemas.”
Lin respondió: “Gracias, maestro Huang, haré todo lo que usted me recomienda”.
Lin se puso muy contenta y volvió entusiasmada con el proyecto de asesinar a la suegra.
Durante varias semanas, Lin sirvió, día por medio, una infusión preparada especialmente para la suegra. Y tenía siempre presente la recomendación del maestro Huang para evitar sospechas: controlaba su temperamento, obedecía a la suegra en todo y la trataba como si fuera su propia madre.
Pasados seis meses, toda la familia estaba cambiada.
Lin controlaba bien su temperamento y casi nunca se enojaba.
Durante esos meses, no tuvo ni una discusión con la suegra, que también se mostraba mucho más amable y más sencilla de tratar.
Las actitudes de la suegra también cambiaron y ambas pasaron a tratarse como madre e hija.
Cierto día, Lin buscó al maestro Huang para pedirle ayuda y le dijo: “Maestro, por favor, ayúdeme a evitar que el veneno mate a mi suegra. Es que ella se transformó en una mujer agradable y la quiero como si fuera mi madre. No quiero que muera por causa del veneno que le doy”.
El maestro Huang sonrió y movió la cabeza: “Lin, no se preocupe. Su suegra no cambió. Quien cambió fue usted. Las hierbas que le di son vitaminas para mejorar la salud. El veneno estaba en sus actitudes, pero fue siendo reemplazado por el amor y cariño que usted le comenzó a dar”.
¡Ahora, amigas queridas, preparen las hierbitas y comiencen el tratamiento con sus suegras!
Anónimo

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