“39Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. 40Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? 41Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. 42Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. 43Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! 44Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.
Juan 11:39-44
¿Escuchó alguna vez la frase: “…Uh! Se pudrió todo…”? ¿Atravesó alguna vez problemas que parecía que nadie podía arreglar?
Quizás ahora mismo esté sufriendo conflictos de familia que parecen irreparables, enfermedades “terminales” o quebrantos financieros…
¿El asunto ya tiene mal olor? ¡Vamos, tenga ánimo, Cristo vive y va a repararlo! Dios lo ama, usted es muy importante para el Padre. Dios es bueno, quiere y puede resolver su problema.
Vemos en la historia que cuando Jesús llegó Lázaro ya había muerto. Las hermanas, Marta y María, le dijeron: “si hubieras estado aquí…” Hay personas que se enfocan en el antes: “¿Por qué no conocí el evangelio antes? ¿Por qué no vine antes a Dios?” ¡Vívalo y disfrútelo ahora! Otros dicen: “a lo mejor, algún día, Dios se acuerda de mí…” ¡Es AHORA!
Jesús fue y se paró delante de la tumba. La hermana del muerto le advirtió: “- Señor, ya debe oler mal, porque hace cuatro días que murió…” aunque algo ya tenga el hedor de la putrefacción, tranquilo, Jesús está allí para revivirlo. Con Dios siempre hay una salida: “Cree y verás la gloria de Dios”
Jesús oró dándole gracias al Padre por escucharle siempre y luego llamó a Lázaro (dijo Lázaro..!Porque sino se le levantaba el cementerio entero, pero en esta ocasión Él tenía que hacer un milagro con Lázaro)
Ya estoy viendo su milagro que sale. Anímese a creer, confíe en él y déle gracias. Agradézcale por lo que Jesús ya hizo y está a punto de manifestar. Dios siempre premia a un agradecido.
Oración: Señor, creo que Tú eres el Mesías, el hijo de Dios. Te entrego mi vida. Te recibo como mi Señor y Salvador. Creo y declaro que veré tu gloria manifestada en mi vida, en mi familia, en mi cuerpo, en mis finanzas, en cada área de mi vida. Te doy gracias por anticipado por la respuesta y me levanto en victoria en el nombre de Jesús. Amén.
Por. Rev. Juan O. Crudo, Argentina
Juan 11:39-44
¿Escuchó alguna vez la frase: “…Uh! Se pudrió todo…”? ¿Atravesó alguna vez problemas que parecía que nadie podía arreglar?
Quizás ahora mismo esté sufriendo conflictos de familia que parecen irreparables, enfermedades “terminales” o quebrantos financieros…
¿El asunto ya tiene mal olor? ¡Vamos, tenga ánimo, Cristo vive y va a repararlo! Dios lo ama, usted es muy importante para el Padre. Dios es bueno, quiere y puede resolver su problema.
Vemos en la historia que cuando Jesús llegó Lázaro ya había muerto. Las hermanas, Marta y María, le dijeron: “si hubieras estado aquí…” Hay personas que se enfocan en el antes: “¿Por qué no conocí el evangelio antes? ¿Por qué no vine antes a Dios?” ¡Vívalo y disfrútelo ahora! Otros dicen: “a lo mejor, algún día, Dios se acuerda de mí…” ¡Es AHORA!
Jesús fue y se paró delante de la tumba. La hermana del muerto le advirtió: “- Señor, ya debe oler mal, porque hace cuatro días que murió…” aunque algo ya tenga el hedor de la putrefacción, tranquilo, Jesús está allí para revivirlo. Con Dios siempre hay una salida: “Cree y verás la gloria de Dios”
Jesús oró dándole gracias al Padre por escucharle siempre y luego llamó a Lázaro (dijo Lázaro..!Porque sino se le levantaba el cementerio entero, pero en esta ocasión Él tenía que hacer un milagro con Lázaro)
Ya estoy viendo su milagro que sale. Anímese a creer, confíe en él y déle gracias. Agradézcale por lo que Jesús ya hizo y está a punto de manifestar. Dios siempre premia a un agradecido.
Oración: Señor, creo que Tú eres el Mesías, el hijo de Dios. Te entrego mi vida. Te recibo como mi Señor y Salvador. Creo y declaro que veré tu gloria manifestada en mi vida, en mi familia, en mi cuerpo, en mis finanzas, en cada área de mi vida. Te doy gracias por anticipado por la respuesta y me levanto en victoria en el nombre de Jesús. Amén.
Por. Rev. Juan O. Crudo, Argentina
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