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lunes, 7 de febrero de 2011

Es una orden

Por Rev. Bernardo Stamateas, Argentina

2º Reyes 13.14-19
«Cuando Eliseo cayó enfermo de muerte, Joás, rey de Israel, fue a verlo. Echándose sobre él, lloró y exclamó:
--¡Padre mío, padre mío, carro y fuerza conductora de Israel!
Eliseo le dijo:
--Consigue un arco y varias flechas.
Joás así lo hizo. Luego Eliseo le dijo:
--Empuña el arco.
Cuando el rey empuñó el arco, Eliseo puso las manos sobre las del rey yle dijo:
--Abre la ventana que da hacia el oriente.
Joás la abrió, y Eliseo le ordenó:
--¡Dispara!
Así lo hizo. Entonces Eliseo declaró:
--¡Flecha victoriosa del SEÑOR! ¡Flecha victoriosa contra Siria! ¡Tú vas a
derrotar a los sirios en Afec hasta acabar con ellos! Así que toma las flechas--añadió.
El rey las tomó, y Eliseo le ordenó:
--¡Golpea el suelo!
Joás golpeó el suelo tres veces, y se detuvo. Ante eso, el hombre deDios se enojó y le dijo:
--Debiste haber golpeado el suelo cinco o seis veces; entonces habríasderrotado a los sirios hasta acabar con ellos. Pero ahora los derrotarás sólotres veces.»

Decí: "esta mañana voy a determinar en este lugar los niveles de mi victoria; y yo determino que llegaré a ver la victoria completa y mis sueños cumplidos. ¡Amén!" 'Autoridad espiritual' es un concepto muy importante en la Biblia. Te voy a enseñar cómo funciona. La gran mayoría de los que estamos acá fuimos lastimados por alguien de autoridad (el mal uso de la autoridad): un papá, una mamá, un maestro, un policía; quién fuese; es muy probable que alguien nos lastimó. Voy a nombrar a algunas personas que ejercen mal la autoridad, y a medida que voy nombrando fijate si vos te encontraste con alguno de estos personajes.
Los primeros que usan mal la autoridad son los psicópatas. El psicópata es la persona que no respeta ningún límite. Le decís 'a las siete' ...viene a las ocho. Es el manipulador: el otro es un objeto, no es una persona; cosifica al otro; lo usa, lo manipula y lo descarta. Son personas que no respetan límites; hacen lo que quieren, como quieren, cuando quieren, de la manera en que quieren. La gran mayoría de la gente atada a la adicción son psicópatas; son personas a las que no les importa nada: ni lastimar, ni ser lastimados, ni matar, ni que los maten; absolutamente nada. Son personas que pasan del deseo a la acción; son personas impulsivas; no evalúan, accionan. Son esas personas que te dicen lo que sea, cuando sea, como sea, y no se sienten ni mal, ni con culpa, ni con angustia. ¿Cuántos nos encontramos con algunos psicópatas?
Segundo: los autoritarios.
¿Cuántos nos hemos encontrado con gente autoritaria? Son personas a las que nada les vienen bien: hagas lo que hagas, no alcanza para agradarlos. Son personas que pegan, que mandan, que golpean, que lastiman, que imponen, que controlan. Son personas que necesitan humillar o lastimar al otro. Hace unos años atrás dimos un seminario aquí en el ministerio, sobre chicos lastimados físicamente por los padres; y mostrábamos orejas negras, de los padres que se las lastimaban; o de pegarles con el cinturón, y rasgarle el cuerpo. Son personas autoritarias; que lastiman, pelean. Y cuando se trata de los padres, el chico queda muy lastimado, porque crece con una figura de autoridad que lastima.
El tercero es el 'mono con navaja'
¿Cuántos estuvimos bajo la autoridad de un inmaduro con poder? Esos son los más peligrosos. Son esas personas que te ponen límites tontos. Te dicen: "no; acá no, porque no." Y te ponen límites. Mucho de nuestro liderazgo en nuestro país está compuesto de monos con navajas; personas que ponen límites ridículos. Son esas personas que quieren ser pastores, o quieren ser líderes; quieren sobresalir; quieren manipular; quieren lastimar. Son contradictorios; son inmaduros; te dicen una cosa sí, otra cosa de otra manera. Como ese hombre que estaba peleado consigo mismo. Se le hundió el barco, y terminó en una isla; vivía solo. Un día fueron a rescatarlo; y cuando llegaron vieron tres chozas.
Entonces se le acerca la gente que lo venía a rescatar y le preguntan: "¿por qué hay tres chozas?" Él responde: "Mire: esta choza es mi casa; ésta otra, es la iglesia donde me congrego para alabar al Señor; y ésta era la iglesia donde me congregaba antes." El rebelde. Esas personas que te obedecen tres, pero la cuarta no. Te obedece, le decís "hacé esto"; lo hace. "Hacé esto"; lo hace. "Hacé esto"; "...no; esto no me gusta. Lo voy a hacer como yo quiero." Te hacen tres bien y una mal. Es rebelde... Está el sumiso; el que no ejerce autoridad. Es la persona que dice: "bueno, acá somos todos iguales"; mucha democracia. Son personas que no pueden ejercer autoridad; no tienen liderazgo; no saben ejercer la autoridad, porque fueron sometidos.
La autoridad espiritual es necesario restaurarla. Decí: "autoridad espiritual es que yo sepa quién soy: yo soy un hijo de Dios que tiene autoridad sobre todo lo creado." ¿Sabés por qué te gusta mandar? Porque Dios nos hizo para mandar a los animales, a la tierra. Pero no a la gente, sino a las cosas. Y Dios puso todo debajo de nuestro pies. Satanás sólo obedece a gente que ejerce autoridad espiritual.
Dice que Dios creó al hombre el sexto día; y al séptimo descansó. ¿Por qué Dios descansó? Porque la autoridad de Dios había sido delegada al hombre; por eso Dios descansó. Cada vez que vos ejercés autoridad espiritual -y hoy te voy a enseñar cómo- Dios descansa; yo descanso; el mundo descansa. Háceme descansar un poco... ¡ejercé tu autoridad! Todas las cosas obedecen a la voz de autoridad. Dice Santiago que el jornal del trabajador clama; el sueldo clama: "¡ven a mi!" Hay cinco mil pesos que te están llamando: "¡Estela vení por mí que estoy en el bosillo equivocado!" ¿Cuántos no tienen auto? Cuando salgas de acá vas a escuchar la voz de un auto que te dice: "vení por mí; sácame a éste de aquí, porque no es el verdadero dueño." Te está clamando la casa; te está clamando y está esperando que vos ejerzas autoridad espiritual. Y hoy nos vamos a ir de acá ejerciendo autoridad espiritual sobre todas las cosas que Dios nos ha prometido.
En la historia que leímos al principio, está el rey. Va a la casa del profeta que se estaba muriendo; fue a saludarlo. Se puso a llorar cuando lo vio al profeta. "Eliseo, padre mío." El profeta le dice: "traé unas flechas; dejá de llorar." Y entonces fue y trajo unas flechas y un arco. El profeta puso las manos sobre el rey y le dijo: "muy bien; ya puse mis manos. Abrí la ventana; dispara una flecha." Tiró una flecha y el profeta dijo: "así dice el Señor: flecha de victoria has soltado; Dios te va a dar victoria sobre tus enemigos." El rey se quedó. Y el profeta le dijo: "traé tres flechas; dispara al suelo." Tira una; tira dos; tira tres; y se detiene. Cuando se detiene, el profeta enojado le dice: "¿por qué te detuviste? Porque dejaste de golpear, tres veces golpeaste, entonces tres victorias tendrás." ¡Qué lástima!, dijo: "si hubieses golpeado seis, seis victorias." Y hoy vamos a golpear seis veces ¡¿Cuántos estamos listos?! Porque con tres no alcanza: tu enemigo tiene un límite, y vos tenés que golpear a tu crisis hasta que tu crisis desaparezca. Y en la Biblia dice que hasta seis veces. Hoy vamos a soltar seis palabras; vamos a disparar seis flechas; vamos a golpear contra nuestros enemigos, y vamos a ejercer toda la autoridad. Porque si hemos venido a la casa del profeta, es para determinar la victoria completa.
1era Flecha: "yo sigo levantando vuelo."
¿Qué tenés que hacer? Siempre detrás de tus sueños va a haber cuervos: gente que te va a venir a molestar; gente que odia que vos sueñes lo que soñás. Dicen que los cuervos molestan a las águilas; pero las águilas nunca atacan a los cuervos: levantan vuelo. Porque los cuervos no pueden levantar tanto vuelo. Yo quiero decirte: si hay cuervos delante de ti, levantá vuelo; volá más alto. Yo no tengo ningún enemigo, porque Dios me ha dicho: "estás volando tan alto que has pasado a todos los cuervos que te han querido molestar." Decí: yo sigo levantando vuelo. No pelees con los cuervos. ¿Saben cuánto vuela un águila? Once mil metros puede volar. Y un cuervo... no sé cuánto vuela; pero once mil metros no... ¡los perdí de vista ya no sé cuándo!
Cuando yo era chico, en el barrio de Floresta, en la avenida donde hay una plazoleta, íbamos a jugar con mi primo. Y me dice: "vamos a jugar a un juego" (mirá qué desgraciado... Saqui se llama -que todavía no lo perdoné-) Me dice, "el juego va a ser éste: yo tiro una piedra al aire y vos la tenés que mirar." Entonces tiró la piedra; y me acuerdo -yo era chico-, miraba la piedra; y la piedra vino a parar a mi boca... ¡me rompió dos dientes! Vos no podes ser tan tonto: ¡deja de mirar las piedras!
Vamos a soltar la primera flecha: "Yo sigo levantando vuelo"
2da Flecha: "yo sigo mejorándome."
Nunca pierdas tiempo tratando de ganarte a tus críticos. Nunca pierdas tiempo tratando de aclararles. Seguí creciendo. Todo sueño tiene su enemigo: el sueño de David despertó el odio de su hermano; el sueño de José, el de sus hermanos; el sueño de Aarón; el sueño de Jesús, los saduceos. Siempre los soñadores levantamos vuelo, antes que quedarnos con la duda: "¿y si lo hubiese logrado..?; ¿y si hubiese podido..?" No importa que nos caigamos; somos águilas: volveremos a levantar vuelo otra vez. ¡Que ladren! Yo sigo mejorándome; superándome; invirtiendo tiempo en mí. Siempre los críticos hablan, pero lo importante no es lo que ellos dicen. Porque ellos siempre son los número dos; lo importante es lo que te dijo antes el número uno: qué dijo Dios.
En la Biblia hay una ley que dice: cuando vos querés saber el significado de una palabra, tenés que buscarla la primera vez que aparece; lo importante es la primera. Lo importante no es lo que te dijo el critico, es lo que te dijo el Señor. Cuando alguien te dice: "no lo vas a lograr", vos le decís "esa es la segunda palabra; porque la primera me la dijo Papá: te bendeciré y serás de bendición," Cuando te digan: "no lo vas a alcanzar", esa es la segunda; porque la primera dice: "todo lo que hagas te saldrá bien, y yo no me muevo por la segunda; yo me muevo por lo primero que Dios me habló. Y Dios me dijo: "todo, todo, todo me saldrá bien."
Decí: "sigo levantando vuelo"; "sigo mejorándome."
3ra Flecha: "sigo practicando."
Seguí practicando. "Pero me sale mal...", seguí practicando. Había un arquero que quería dar con la flecha en la luna. Todos se reían; nunca lo logró ...¡pero fue el mejor arquero de la ciudad! Soñá cosas grandes; seguí practicando. Dice que fue un hombre fue a un sabio y le dijo: "maestro, ¿cuál es el camino hacia el éxito?" Y el sabio le respondió: "allí." El hombre fue; se cayó en un pozo; salió del pozo y volvió. Y le dijo: "maestro, perdón: ¿cuál es el camino al éxito?" "Allí", respondió nuevamente el sabio. El hombre volvió a ir; se cayó en el pozo y volvió otra vez. Y le dice: "maestro, ¿cuál es el camino al éxito?" "Allí." "Pero allí siempre hay un pozo, y siempre me caigo" Y el maestro le respondió: "allí; un poquito después del pozo." ¿Sabés dónde está tu éxito? Ahí; de donde te caíste, un poquito después. Levántate; practica; mejórate; seguí adelante; seguí disparando. Porque vos vas a determinar el nivel de victoria que querés en tu vida. No estamos acá para soltar una flecha; estamos acá para determinar -en el mundo espiritual- la victoria completa para nosotros, para nuestra familia y para nuestra ciudad.
Había uno que era de presencia de Dios ("¡aleluya, gloria!") y en el trabajo lo gastaban: "ahí viene 'Jesusito'..." Y Jesusito de acá, Jesusito de allá. Un día el muchacho se enfermó y se estaba muriendo; y mandó a llamar a las dos personas que lo torturaron toda la vida. Cuando llegaron a la casa: "Quiero decirles algo muchachos: ustedes tienen razón. Yo toda la vida quise ser como Jesús. Y les doy gracias por cumplir mi sueño..." "¿Qué sueño, Jesusito...?" le dicen. "Morir entre dos ladrones."
Decí: voy a practicar.
¿Cómo hace uno para practicar? Es muy fácil: el noventa por ciento de nuestras reacciones son automáticas. El noventa por ciento de nuestras reacciones son hábitos. Un hábito es 'piloto automático': "cómo-estás-bien-acá-estamos-luchando-cómo-te-va-y...-acá-estamos-en-la lucha-está-muy-difícil..." ¡Es automático! La mediocridad es automática; la queja es automática. Hay personas que vos te encontrás y sabés que tenés que salir de ahí porque te van a decir todo su drama; le sale solo... es automático. Hay personas que van manejando; se le cruza uno y dicen: "¡Tonto! ¡Mirá lo que haces!" Es automático. Tenemos que identificar el piloto automático y ahí poner bendición. Vas manejando: Salmo 48. Practicá. Vas a decir "Gloria a Dios": "sos un tonto..." "Gloria a Dios" "correte tonto..." "Gloria a Dios". Ahora vas a decir: "voy por más; nadie me va a detener." "¡Gorda, vaca!" Vos decís: "nadie me va a detener". Cuesta; te da ganas de insultar, porque te sale el 'piloto automático.' Por eso en la Biblia dice: "repite la palabra; repítela al acostarte; al levantarte." Repetí: "me va a ir bien; todo lo puedo en Cristo; yo soy vencedor; Cristo está conmigo" Repítelo hasta que se te haga 'piloto automático.' Y cuando alguien venga y te diga: "te va a ir mal"; vos decís: "Gloria a Dios; Dios está conmigo; todo me saldrá bien." Practicá tu bendición; practicá hábitos de fe; practicá hablar bendición. ¿Por qué acá nosotros decimos: "¡levantá la mano!", y vos decís: "otra vez; con el calor que hace..."
Decí: "yo voy a practicar".
4ta Flecha: "yo sigo dando combustible."
¿Cuántos somos papás? Decí: mi tarea es darle a mis hijos combustible.
¿Sabés qué es combustible? Palabras de fe. Dejá de insultarlo ("¡tonto!"); no... dale palabras de fe: "lo vas a lograr; Dios está con vos; creemos en vos; Dios te ha escogido para cosas sobrenaturales." Sembrale combustible de fe; porque el combustible es el material con el que nuestros hijos van a dialogar con ellos mismos. ¿Sabés con quiénes más hablamos? Con nosotros mismos. Y hay muchos diálogos internos negativos, porque nadie nos puso palabras de fe; nos pusieron palabras negativas; nos pusieron palabras de miedo. Pero nosotros donde vayamos tenemos que sembrar palabras de fe.
¿Por qué a esta iglesia la llaman de todos lados? Quieren que vayamos a dar charlas... Porque la gente -por ejemplo- viene de 'Utilísima' y acá ve otra atmósfera. Porque acá damos combustible; acá sembramos palabras de fe; acá hablamos palabras de Dios. Yo no sé cuál es tu guerra; pero yo voy a sembrarte palabras de fe; no importa lo que pase, si hoy estamos acá no es para soltar una flecha al aire, sino para determinarnos alcanzar la victoria completa. David agarró una piedra; le tiró a Goliat y Goliat cayó. Pero no fue la piedra; fue la palabra que acompañó a la piedra. David dijo: "filisteo incircunciso; provocaste al Señor; ahora Dios te va a poner en mi mano." Y agarró una piedra... ¡si hubiese tenido un biberón le pegaba con eso!; porque no era la piedra, era la palabra. Vos no podés ir a la batalla sin combustible, sin palabra, sin promesa. Tenemos que oír menos radio, menos televisión, menos diario, y más Palabra, Palabra, Palabra, Palabra, para llenarnos de combustible. Porque a la hora de la prueba no le vas a decir: "Goliat: dice canal trece; o dice en C5N..." Moisés no tuvo combustible de sus padres. Cuando Moisés creció, se encontró con Dios, y Dios le dijo: "quiero que libertes a mi pueblo"; y Moisés le respondió: "¿quién soy yo?" No sabia quién era... "No sé quién soy." Nadie puso palabras de fe; y yo sé que a muchos de los que están acá sus padres nunca les pusieron combustible. Pero eso ya pasó, y Dios te va a levantar para que vos establezcas una nueva paternidad: no lo hicieron con vos, pero vos tendrás el privilegio de que -a partir tuyo- todas las generaciones tengan palabras de fe que salgan de tu boca.
5ta Flecha: "yo sigo expandiéndome."
El enemigo te quiere achicar; cuando tenés un problema vos tenés que expandirte.
Hay gente que consigue algo y lo retiene; no lo sueltan. Dicen: "esto es mío." No pueden delegar. Hay pastores que nunca levantaron otros pastores, porque tienen miedo; por eso no crecen y retienen. Dicen: "esto es mío." Pero cuando tenés mente expansionista, vos creces; empezás a soltar; empezás a delegar; empezás a formar; no tenés miedo. Dicen que en una olla, un roble crece hasta que la olla se llena de raíces; y no crece más, porque las raíces no tienen más lugar en la olla. ¿Sabes qué hace Dios? Te saca de la olla; te saca de la maceta. Vos tenés que entender la diferencia: cuando el diablo te roba algo, y cuando Dios te saca de la maceta. La otra vez vino un muchacho que se está congregando acá en el ministerio hace poquito, y me dice: "Bernardo, me cambié de iglesia; estoy por perder la casa; no tengo trabajo..." Y yo le dije: "Dios no sólo te cambió de iglesia: te va a cambiar de trabajo, y te va a cambiar de casa." Porque vos tenés que entender que hay 'mudanzas de Dios'; y aunque duela salir de la macetita, eso es porque Dios te va a plantar en medio de las corrientes de las aguas. Porque vos sos como el pino: dicen que el pino puede soportar un rayo que incendiaría Nueva York; el pino lo soporta. Dentro tuyo está el potencial. Lo que te pasa es que te metieron en una macetita, por eso no creciste más. Y Dios te va a romper la maceta de tu trabajo, la maceta de tu barrio, la maceta de tu casa, la maceta de tu líder; y Dios te va a poner en medio de la abundancia.
6ta Flecha: "yo sigo ejerciendo autoridad".
¿Cómo se ejerce la autoridad espiritual? No se ejerce gritando ni volviéndose loco; la autoridad espiritual se ejerce ordenando. Decí: ordenando. Yo tengo autoridad para ordenar a la enfermedad. Vos tenés que saber cómo orar por la enfermedad. Por la enfermedad no se ora así: "Padre, sana si tú quieres." "Oh, cáncer vete, Señor si tú quieres..." No; no... ¡no! A la enfermedad se le ordena. Jesús dijo: "¡sé sano!; ¡sé limpio!; ¡quiero!; ¡levántate!" Le dio orden a la enfermedad.
Le tenés que ordenar a las tormentas; tenés que ordenar. Cuando Jesús se levanta de la barca dormido, no dice: "oh Padre; calma la tormenta" ¡No! Le habla a la tormenta. Jesús dijo: "¿ves esa montaña? Se va a mover cuando le hables." Jesús no dijo: "Vamos a orar... Padre, mira la montaña; muévela..." No, no, no. ¿Sabés por qué está ahí esa montaña? Porque alguien la puso con palabras; y alguien con palabras de fe la va a mover. Todo se establece con palabras y todo se remueve con palabras. Vos tenés que ejercer autoridad; pararte en tu deuda y decile: "deuda te cancelo en el nombre del Señor"; "enfermedad te seco en el nombre del Señor"; "cáncer no tenés más autoridad sobre mí en el nombre del Señor."
Vos tenés autoridad para ordenarle a las bendiciones que vengan a tu vida. "Dinero; seis mil pesos: te ordeno que vengan en esta semana"; "ordeno al coche que venga ahora"; a mi casa: "casa te ordeno que te limpies y te prepares porque voy a habitarte." Esa es la gente que ejerce autoridad; que sabe, que sabe, que sabe, que Dios le ha dado autoridad.
Deci: tengo autoridad sobre la enfermedad, sobre los problemas y sobre las bendiciones.
En esta semana le vas a hablar a la cosa; le vas a hablar al problema. Porque, explicame algo: ¿qué rayos tiene que ver tirar una flecha con ganar una victoria? Porque el profeta le podría haber dicho: "¿querés ganar la victoria? Bueno; andá y conseguite las mejores armas" Pero el profeta le fue a enseñar al rey; le dijo: "rey, vos sabés sobre autoridad natural, pero no sabés sobre autoridad espiritual." Y entonces el profeta le enseñó que autoridad espiritual es antes que autoridad natural. Cuando el rey fue a la casa del profeta, éste le dijo: "tirá una flecha; ahí está la victoria" Porque la victoria se gana en privado. Hoy estamos en la casa del profeta; el profeta es el Espíritu Santo; y hoy estamos acá; acá se determina tu victoria. Yo no puedo tirar flechas por vos. ¿Por qué Eliseo no agarró las flechas y le dijo: "mira, yo te voy a tirar una flecha, victoria sobre los enemigos". "Escuchá rey: tirá diez, así tenés diez victorias" ...¿por qué no se lo dijo?; ¿no hubiera sido más fácil? "Mirá: hacé esto." No. Dice que le dio la orden, y le dijo: "dispará." Porque Dios siempre te da un modelo; pero no hace más que eso: un modelo. Y vos vas a determinar cuánto de ese modelo vas a usar. Yo te suelto una palabra; vos vas a determinar cuántas veces la vas a usar. Yo no la puedo usar por vos; yo peleo mis batallas, y yo sé que mis victorias las gano a solas con Dios. Yo no salgo a la guerra sino estuve con papá antes. Y me reúno con él; y papá me dice: "a ver Bernardo: decime qué va a pasar en la guerra." Yo le digo a Dios: "Dios, evaluá el nivel de mi fuerza, de mi convicción y de mi autoridad" Y cuando yo estoy seguro y Dios mira eso, Dios dice. "te voy a respaldar." Porque el viernes dije: "yo ejerzo autoridad, Dios mueve su poder. Dios no mueve su poder hasta que yo no ejerza autoridad."
Cuando Moisés llegó al Mar Rojo y venían los egipcios, Moisés dijo: "Señor, ayúdanos." Y Dios dijo: "¿Por qué clamas a mi? ¡Marchá!" O sea: "tomá autoridad sobre tu mar." Cuando Moisés puso el pie, ejerció autoridad; Dios bajó con su poder y le abrió el mar. O sea: Dios no ejerce poder hasta que no ejerzamos autoridad.
Quiero decirte algo maravilloso: también tenemos autoridad para ordenarle a la gente; ¡Qué bendición! Porque nos han ordenado para destrucción; nos han mandado para exigirnos, para manipularnos. Pero hay una autoridad que tenemos para ordenar bendición. Dios le dice a Josué: "te mando que te esfuerces..." ¿Sabías que vos tenés autoridad para mandarle a tus hijos? Vos le vas a decir: "yo te mando que seas millonario; te mando que te vaya bien." Pero no es una exigencia, ni un grito autoritario. No, no, no. Es autoridad espiritual.
A Lutero se le había enfermado su asistente Federico, y se estaba muriendo. Le escribió una carta a Lutero: "Lutero, me muero; me voy con el Señor." Y Lutero le respondió por carta: "Te ordeno en el nombre de Jesús que vivas, porque todavía te necesito; el Señor nunca me dejará oír que estás muerto. Ésta es mi voluntad, y que se haga mi voluntad; porque lo único que busco es glorificar el nombre del Señor." Cuando yo leí esa carta dije: "como Lutero dice 'es mi voluntad', estaba ejerciendo autoridad." Cuando Jesús caminaba, le ordenaba a la gente: "sé limpio; camina en victoria; sé libre; sé próspero." Vos tenés que ejercer autoridad para bendecir; y cuando Dios te da una orden decile: "así será Señor." Por eso hoy me vine mandón; este mensaje se llama: "es una orden"...
"Yo te ordeno que prosperes. Yo te ordeno que toda tu casa esté bendecida. Yo ordeno que tus manos traigan bendición al ciento por uno. Yo ordeno que viajes, que disfrutes de la vida. Yo te ordeno que camines sin culpa. Yo te ordeno que disfrutes de la vida. Yo te ordeno que Jesucristo sea tu Señor. Yo te ordeno que camines en gloria. Yo te ordeno que seas sal y que seas tierra." Hoy hemos venido a la casa del profeta. Yo te suelto una palabra; pero vos vas a determinar hasta cuándo y hasta dónde vas a golpear. Solamente vos vas a determinar el nivel de tu victoria. Y si hoy Dios te ha traído, yo ya he soltado una palabra. Ahora te resta a vos que la golpées; que golpées en el mundo espiritual, y digas: "yo sigo levantando vuelo; yo voy a seguir mejorando; yo voy a seguir practicando; yo voy a seguir dando combustible; yo voy a seguir expandiéndome; y yo voy a seguir ejerciendo autoridad espiritual; nadie me va a detener."
Hoy estamos acá para que el Padre vea que hemos venido determinados a ver la victoria en todas nuestras crisis. Estamos determinados a que nuestros hijos salgan de la droga; a que el suicidio no nos toque; a que la muerte no golpee nuestro hogar; a que el cáncer se vaya. Estamos determinados a expandirnos, a prosperar, a multiplicarnos, a caminar en victoria. Si estás listo, decile: "sí Señor; voy a seguir; voy a seguir; voy a seguir; voy a seguir." Tenés que ejercer autoridad espiritual, que es la convicción interna de que lo que Dios te prometió, así será.
En este mes vamos a ordenar; vas a sacar al 'mandón' que está dentro tuyo; pero no para manipular, ni para exigir; sino para ordenar. Le vamos a ordenar a las finanzas. ¿Ya tenés los valores, los números? Ordenále que vengan a tu bolsillo. ¿Tenés la marca del coche? Ordenále que venga. ¿Tenés la casa, el barrio donde va a estar, y cuántas habitaciones tendrá? Ordenále. ¿Tenés una tormenta? Ordenále que se vaya. ¿Estás enfermo? Hablale a tu enfermedad; decile: "enfermedad hasta acá llegaste; se terminó. Hoy estoy en la casa del Padre; yo te ordeno en el nombre de Jesús que te vayas."
Ordenale a tu tormenta que se calme; ordenále a la droga que te suelte; ordenále al espíritu de muerte que se seque; ejercé autoridad. Llamá a tu familia; decile: "te ato y te ordeno que prosperes. Hijo te ordeno que sueltes la droga, y te ordeno que seas bendito, bendita tu entrada y tu salida, bendito tu acostar y tu levantar, bendito el fruto de tus labios y el fruto de tu vientre." Hoy estamos acá para soltar flechas para determinar victoria. Yo sé lo que te estoy soltando. ¡Gloria a Dios! Ya es momento que salgas de la tonta sumisión; si alguien ejerció mal autoridad sobre vos, es tiempo que salgas de eso y digas: "yo sé quién soy; yo sé quién está conmigo; yo sé quién me llamó; yo sé adónde voy; no me voy a detener. Yo sigo, yo sigo, yo sigo." Vamos a golpear: "yo sigo, yo sigo, yo sigo." Golpeá, golpeá, golpeá. "Yo sigo, yo sigo, yo sigo."
Todo se ejerce con autoridad. Antes de ir a una batalla tenés que estar a solas con el Señor y decirle: "Señor yo estoy dispuesto a ejercer autoridad." Y vas a golpear seis veces; esto es profético. Antes de ir a un lugar, a solas vas a golpear seis veces, como un símbolo de que no te vas a detener hasta ver la victoria. Durante años la iglesia no ejerció autoridad le decíamos: "Señor, haz algo..." Y Dios decía: "no; ¡ustedes hagan algo! Ejerzan autoridad, para que yo descienda con mi poder." Durante años fuimos tan lastimados por 'pseudo-gente de autoridad'; por psicópatas; por monos con navajas; y entramos en una cosa de sumisión... "bueno; Dios dirá"; "que Dios lo oiga pastor." Pero vos tenés autoridad. Toda autoridad le fue dada a Jesús... ¿cuánta le quedó al diablo? Ninguna; porque toda le fue dada a Jesús. Y Jesús nos la delegó a nosotros, Cuando vos hablás 'en el nombre de Jesús', vos vas de parte de Jesús; es autoridad delegada, y es autoridad representativa. Porque cuando vos decís: "en el nombre de Jesús", no es 'abra cadabra...' ¡Estás diciendo como si Jesús mismo lo dijese!
Esta semana vamos a ejercer autoridad, y le vamos a ordenar a lo malo que se vaya, y a lo bueno que venga; porque todo lo que ates, será atado; y todo lo que desates será desatado. Tenemos autoridad sobre todo principado y potestad. El diablo es 'alfombra debajo de los pies' y el mundo está gimiendo. Dios le dijo a Josué: "te ordeno que pises con autoridad." Cuando salgas de acá, caminá con autoridad; lo que toques hacélo con autoridad, y lo que hables hacélo con autoridad. Autoridad no es gritar; es la convicción interna que lo que Dios prometió, así será. ¿Hay gente con autoridad en esta semana?
Te ordeno que te vaya bien; y te ordeno que alcances todos los sueños, porque para eso Dios nos diseñó. ¡Gracias Jesús!

Fuente: Enviado por su autor por email, Ministerio Presencia de Dios, Bs As. Argentina.

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