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martes, 1 de febrero de 2011

¿Qué camino escoger? (2)

No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se acercan a ti. Salmo 32:8-9

El creyente tiene recursos para tomar buenas decisiones: La Palabra de Dios, que le enseña; también dispone de la oración para conocer el camino en que «debe andar». Entonces, ¿cómo debe interpretar las situaciones que se le presentan? ¿Es correcto pensar que siempre hay una aprobación divina cuando las cosas parecen agradables, o creer que ­existe una desaprobación sistemática cuando las circunstancias son contrarias? ¡No!
Cuando el profeta Jonás desobedeció a Dios al rehusar ir a Nínive, encontró en el momento oportuno un barco que iba en dirección opuesta (Jonás 1:3). Por el contrario, cuando el apóstol Pablo predicaba el Evangelio en Efeso, tenía muchos adversarios, sin embargo su ministerio era eficaz (1 Corintios 16:9). En el caso de Jonás, las circunstancias fueron momentáneamente favorables, incluso cuando estaba haciendo su propia voluntad. Para Pablo la presencia de adversarios seguramente suponía una carga difícil de soportar, sin embargo Dios lo aprobaba en el ministerio que estaba desempeñando.
Dios puede emplear circunstancias adversas para impedir que sigamos haciendo nuestra propia voluntad, pero no debemos descansar en este pensamiento. Más bien busquemos cada día su voluntad y andemos en ella.

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Una tarea asignada
“Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios.”
Hebreos 13:16
¿Tiene hijos? Bueno, pero si no los tiene, lo invito a recordar los días de su juventud. En lo natural, cuando somos pequeños nos damos cuenta que tenemos un potencial que tenemos que aprovechar al máximo. Algunos descubren que tienen mucha fuerza, otros que pueden correr muy rápido o quizá descubren que son muy buenos en alguna materia en especial.
Muchas veces, no nos damos cuenta solos. Es ahí a dónde quiero llegar: seguramente fueron sus padres o tutores quienes se encargaron de ayudar a descubrirlo. Quizá fue un maestro. Por eso, usted que tiene hijos, tiene la tarea de ayudarlos a descubrir el potencial que hay en su vida para que lo puedan desarrollar. Porque de lo contrario sería como una semilla que nunca cae a tierra y no produce nada. No está muerta, sino simplemente guarda su potencial dentro de ella. No les diga que todo lo hacen mal, que se comportan mal, sino ayúdelos a descubrir que tienen para vivir una vida bendita y que cada uno tiene cosas importantes para desarrollar algo grande. Algunos padres les dicen a sus hijos: “Deja eso que lo hago yo”, y no dejan que sus hijos desarrollen lo que tienen adentro ¿Le trajo esto algún recuerdo? Bueno, mire ahora hacia adelante porque usted tiene una tarea asignada. Algunos chicos estudian y estudian pero mientras tanto no van desarrollando cosas, porque no encuentran apoyo en la casa. Allí es donde deben ir desarrollando cosas. Es verdad que muchos de nosotros podríamos haber desarrollado y alcanzado cosas grandes en la vida y los que nos limitaron son los cercanos. Entonces si ve que alguien intenta hacer cosas que no le salen bien anímelo para que siga adelante y lo vuelva a intentar. No lo descalifique. Conviértase en su ayuda.
Cuando hablamos de los valientes de David, al mirar para atrás parecían que no servían para nada. Pero al final son nombrados como valientes. Tenían algo muy grande guardado, que todavía no había salido a la luz. Descubra sus habilidades pero ayude también a los que están a su alrededor a descubrir las suyas. La responsabilidad de los padres es ayudar a sus hijos a encontrar sus habilidades predominantes. Cada uno puede ayudar a otro a formar una actitud de vencedor.
Recuerde que todos tenemos una tarea asignada: desarrollar nuestro potencial y ayudar a nuestros hijos o cercanos a desarrollar el suyo. Esto no quiere decir que usted hará por ellos. No, simplemente que está para ayudarlos, guiarlos. Es una hermosa tarea ¡Lo animo a ponerla en práctica!
Oración: Padre, hoy comprendí que tengo una preciosa tarea asignada. Estaré atento para poder llevarla a cabo. Ayudaré a cuantos estén a mi alcance. Lo haré, en el nombre de Jesús, amén. Por. Rev. Juan O. Crudo, Argentina.

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