“He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo.” Santiago 5:11
Hay algunas personas que dicen: “Ojalá, Dios lo oiga” cuando uno le habla palabras de fe y de bendición para su futuro. Eso en lugar de acelerar el plan de Dios, lo retrasa más todavía. De alguna manera, está diciendo que no creen lo que Dios dice y encima terminan la frase diciendo: “pero si viene, que venga”. No creen, pero piensan que aunque sea de rebote les puede llegar. Esa no es la actitud que hay que tener para desarrollar el plan de Dios.
Fíjese en la vida de Job, un hombre que tuvo un ataque tras otro y pérdidas tremendas. Piense un momento ¿Qué hubiera hecho usted en su lugar? Porque muchos culpan a Dios o a otras personas en esos momentos. Pero ¿Qué nos dice la Palabra? Que los que oímos de la paciencia de Job, tenemos que aprender, tenemos que ver que mayores problemas no le pudieron haber venido. Detrás de esos contratiempos se retrasaba la sanidad del cuerpo, la bendición en la familia, la prosperidad de su vida, pero en ningún área se rindió. Job venció todos los contratiempos y cuando finalizó ese tiempo fue doblemente más bendecido que antes. Los estudiosos de la Biblia dicen que ese lapso de sufrimiento que pasó no superó el año. Después de eso comenzó a recibir tantas más bendiciones que las que había tenido en toda su vida. Esto fue así porque fue paciente, no se resignó. Se enfocó en Dios y tuvo confianza, y dijo: “Yo sé que mi redentor vive, y aunque mi piel esté deshecha, yo sé que veré a Dios.”
Él nos da la bendición de enseñarnos cuál debe ser la actitud frente a los contratiempos y los retrasos de los resultados que esperamos, ¡hay que ser paciente! Y la paciencia es un poder espiritual que está dentro de su vida que hay que descubrirlo y hacerlo fluir. La paciencia se necesita para hacer que el sueño de Dios se manifieste, para que el propósito de Dios se extienda en su vida, familia, economía, y para poder ver completado el plan de Dios sobre la tierra. Ese plan será completado a través de cada uno de sus hijos. Dios no lo hizo nacer para sufrir, lo hizo nacer para que sea el instrumento de Dios sobre la tierra. ¡Hágalo realidad!
Oración: Padre, hoy me declaro tu instrumento. Comenzaré a correr la carrera con paciencia y no me rendiré ante ningún contratiempo que pueda aparecer en mi camino. Alcanzaré la meta con victoria. Lo creo y lo veré. En el nombre de Jesús, amén.
Hay algunas personas que dicen: “Ojalá, Dios lo oiga” cuando uno le habla palabras de fe y de bendición para su futuro. Eso en lugar de acelerar el plan de Dios, lo retrasa más todavía. De alguna manera, está diciendo que no creen lo que Dios dice y encima terminan la frase diciendo: “pero si viene, que venga”. No creen, pero piensan que aunque sea de rebote les puede llegar. Esa no es la actitud que hay que tener para desarrollar el plan de Dios.
Fíjese en la vida de Job, un hombre que tuvo un ataque tras otro y pérdidas tremendas. Piense un momento ¿Qué hubiera hecho usted en su lugar? Porque muchos culpan a Dios o a otras personas en esos momentos. Pero ¿Qué nos dice la Palabra? Que los que oímos de la paciencia de Job, tenemos que aprender, tenemos que ver que mayores problemas no le pudieron haber venido. Detrás de esos contratiempos se retrasaba la sanidad del cuerpo, la bendición en la familia, la prosperidad de su vida, pero en ningún área se rindió. Job venció todos los contratiempos y cuando finalizó ese tiempo fue doblemente más bendecido que antes. Los estudiosos de la Biblia dicen que ese lapso de sufrimiento que pasó no superó el año. Después de eso comenzó a recibir tantas más bendiciones que las que había tenido en toda su vida. Esto fue así porque fue paciente, no se resignó. Se enfocó en Dios y tuvo confianza, y dijo: “Yo sé que mi redentor vive, y aunque mi piel esté deshecha, yo sé que veré a Dios.”
Él nos da la bendición de enseñarnos cuál debe ser la actitud frente a los contratiempos y los retrasos de los resultados que esperamos, ¡hay que ser paciente! Y la paciencia es un poder espiritual que está dentro de su vida que hay que descubrirlo y hacerlo fluir. La paciencia se necesita para hacer que el sueño de Dios se manifieste, para que el propósito de Dios se extienda en su vida, familia, economía, y para poder ver completado el plan de Dios sobre la tierra. Ese plan será completado a través de cada uno de sus hijos. Dios no lo hizo nacer para sufrir, lo hizo nacer para que sea el instrumento de Dios sobre la tierra. ¡Hágalo realidad!
Oración: Padre, hoy me declaro tu instrumento. Comenzaré a correr la carrera con paciencia y no me rendiré ante ningún contratiempo que pueda aparecer en mi camino. Alcanzaré la meta con victoria. Lo creo y lo veré. En el nombre de Jesús, amén.
Fuente: Rev. Juan O. Crudo, Argentina.
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