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martes, 15 de marzo de 2011

7° mandamiento: No cometerás adulterio

No cometerás adulterio.
Éxodo 20:14
El Señor ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto. Malaquías 2:14
El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama… y yo le amaré, y me manifestaré a él. Juan 14:21
¡Llegó el gran día! En un ayuntamiento de Francia los futuros esposos escuchan al alcalde que les lee los artículos del Código Civil creado por Napoleón en 1804: «Artículo 212: Los esposos se deben mutua fidelidad…». Este compromiso, ¿Será respetado por esta pareja? ¿Saben que la fidelidad es un mandamiento de Dios: “No cometerás adulterio”?
En nuestra sociedad permisiva, la fidelidad es considerada como una virtud anticuada. Las relaciones sexuales fuera del matrimonio son lo más normal en las películas, las novelas, las canciones… Ya no se habla de adulterio, sino de unión, de aventura… La búsqueda del placer personal, egoísta, borra la dimensión moral, el sentido bíblico de la sexualidad. Al dar este mandamiento, Dios conocía las necesidades de su criatura: necesidad de seguridad, de sentirse amada tanto en los buenos como en los malos momentos, necesidad de hacer feliz a su cónyuge dándose a sí mismo. La infidelidad en la pareja pisotea esas necesidades fundamentales, acarrea sufrimientos y, a menudo, la ruptura de una familia. Las primeras víctimas son los niños, que suelen quedar marcados para toda la vida. La sociedad actual es prueba de ello. ¡No, la ley de Dios no está desfasada ni es irrealista!
(Continuará)

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No tendré las manos vacias
“Y nos trajo a este lugar, y nos dio esta tierra, tierra que fluye leche y miel.”
Deuteronomio 26:9
Cómo Dios operó en la vida del pueblo de Israel, de la manera en que los sacó sobrenaturalmente, así también lo puede hacer con nosotros. Cuando los sacó de la esclavitud y los liberó de Egipto donde habían estado por tanto tiempo, no los sacó con las manos vacías sino con las manos llenas de la bendición de Dios, ¡así lo hará también con nosotros! Ese pueblo había estado cautivo por muchos años y Dios les abrió un camino de libertad. Como estuvo asociada la libertad a la bendición en el tiempo que Dios sacó a su pueblo, así también está asociada en este tiempo. Somos libres de toda clase de esclavitud, hoy también nosotros salimos a libertad con las manos llenas. A veces la gente relaciona la religión con la ruina y la pobreza, pero usted tiene que saber que Dios no sólo lo saca de la esclavitud sino que también lo ayuda a vivir en bendición.
Usted tiene un Padre que bendice la vida de sus hijos, de aquellos que le creen. Dios puede posicionar en un nivel de alta bendición a aquellos que creen en Él. Él no quiere que sus hijos, los que pertenecen al cuerpo de Cristo, vivan con las manos vacías, las manos vacías los hacen vivir en temor y carencia. Él ha hecho provisión en la Palabra para generar bendición a través de usted. Debe creerle a Dios que es un Dios justo y que recompensa a todo Aquel que cree en Él.
Nuestro Dios es el Shaddai, el Dios más que suficiente y tiene disponible bendiciones abundantes para la vida de cada hijo. Crea que hay algo poderoso fluyendo en su vida. Debe saber que tener una vida próspera es el resultado de vivir con la presencia de Dios en nuestras vidas.
Otra cosa importante que debe tener en cuenta es que Dios tiene propósito al llenar nuestras manos. Ya nunca más podrá presentarse delante de Dios con las manos vacías sino que siempre tendrá que ir delante de Él con una actitud de amor y generosidad porque le ha provisto para ello.
Cada día se va a ir dando cuenta por la Palabra de Dios que Él ha provisto todo para que usted camine en el favor divino. Es interesante ver que Dios no quería que su pueblo dejara la tierra de Egipto con las manos vacías. También hoy Dios quiere que cada uno de sus hijos que pertenecen al cuerpo de Cristo vivan con las manos llenas.
Oración: Padre, hoy sé que nunca más tendré mis manos vacías porque seré un sembrador. Extenderé mi mano para dar de lo que tú me has dado. Sé que esto me traerá cosecha. Lo creo y lo recibo. En el nombre de Jesús, amén.
Fuente: Rev. Juan O. Crudo, Pastor del Ministerio Cristo la solución

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