Lectura: Santiago 3:1-12
El que ahorra sus palabras tiene sabiduría; de espíritu prudente es el hombre entendido. —Proverbios 17:27
Mi esposa y yo visitamos una iglesia donde había un programa especial de música; por eso, llegamos temprano para conseguir una buena ubicación. Antes de que empezara, escuchamos a dos miembros de la congregación que se quejaban de la iglesia. Criticaban al equipo de pastores, el liderazgo, la música, las prioridades del ministerio y varias cosas más que les desagradaban. No se daban cuenta de que había dos personas de visita o no les importaba que los oyéramos.
Se me ocurrió que esa desafortunada conversación podría habernos ahuyentado si hubiésemos estado buscando una nueva iglesia adonde asistir. Peor aún, ¿qué habría pasado si nosotros hubiéramos estado buscando a Dios y sus opiniones críticas nos hubiesen alejado de allí? Su charla imprudente no era solo cuestión de las palabras que usaban o las actitudes que exhibían, sino que también demostraba desinterés por el impacto negativo que la conversación podía tener sobre las demás personas.
Un mejor enfoque sobre cómo usar las palabras se refleja en Proverbios 17:27, donde Salomón dijo: «El que ahorra sus palabras tiene sabiduría; de espíritu prudente es el hombre entendido». En la mayoría de los casos, sería mejor que no dijéramos todo lo que pensamos o sabemos (o pensamos que sabemos), y que, en cambio, procuráramos emplear lo que hablamos para promover la tranquilidad y la paz. Nunca se sabe quién podría estar escuchando.
—WEC
Al hablar, es mejor la discreción que la elocuencia.
NUESTRO PAN DIARIO
Cargas frágiles
Lectura: Colosenses 3:12-17
Antes sed benignos […], misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. —Efesios 4:32
Mientras Dolores conducía por un camino rural, notó que un automóvil la seguía muy de cerca. Casi podía sentir la irritación del conductor mientras ella avanzaba con cuidado y lentamente a lo largo de varias curvas.
Desde luego, el conductor del otro coche no podía saber que Dolores estaba transportando alrededor de 45 kilos de puré de patatas, dos ollas llenas de salsa y muchos otros alimentos para una comida en la iglesia… ¡lo suficiente como para alimentar a 200 personas! Percibiendo la frustración del otro conductor, Dolores pensó: Si tan solo supiera la frágil carga que estoy llevando, entendería por qué estoy conduciendo así.
En ese preciso instante, se le ocurrió otra cosa: ¿Con cuánta frecuencia soy impaciente con la gente cuando no tengo ni idea de la frágil carga que pueden estar llevando?
¡Con qué facilidad juzgamos a los demás al suponer que sabemos todo acerca de una situación! La Palabra de Dios nos guía en una dirección mucho más caritativa y nos enseña que debemos tratar a los demás con benignidad, humildad y paciencia (Colosenses 3:12). ¡Cuánto más amorosos somos cuando nos soportamos y perdonamos los unos a los otros (v. 13)!
Tratemos a los demás como nos gustaría que nos traten a nosotros (Lucas 6:31), recordando que no siempre sabemos qué cargas podrían estar llevando.
—CHK
Si estás por perder la paciencia con los demás, detente y piensa en cuán paciente ha sido Dios contigo.
NUESTRO PAN DIARIO
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Estimado (a) Hermano (a):
¿Quieres ser parte de lo que Dios hace alrededor del mundo?
¡Tu puedes ser un instrumento en las manos de Dios para ayudar y animar a personas buscando asesoria espiritual desde tu computadora!
Te invitamos ser parte de nuestro equipo de ….
www.MisioneroEnLinea.com
¡El mundo te espera!
Obrerofiel
Video #1:
Video #2 (con testimonios – más largo):
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Sinaí: encuentro con el Dios del pacto
El que ahorra sus palabras tiene sabiduría; de espíritu prudente es el hombre entendido. —Proverbios 17:27
Mi esposa y yo visitamos una iglesia donde había un programa especial de música; por eso, llegamos temprano para conseguir una buena ubicación. Antes de que empezara, escuchamos a dos miembros de la congregación que se quejaban de la iglesia. Criticaban al equipo de pastores, el liderazgo, la música, las prioridades del ministerio y varias cosas más que les desagradaban. No se daban cuenta de que había dos personas de visita o no les importaba que los oyéramos.
Se me ocurrió que esa desafortunada conversación podría habernos ahuyentado si hubiésemos estado buscando una nueva iglesia adonde asistir. Peor aún, ¿qué habría pasado si nosotros hubiéramos estado buscando a Dios y sus opiniones críticas nos hubiesen alejado de allí? Su charla imprudente no era solo cuestión de las palabras que usaban o las actitudes que exhibían, sino que también demostraba desinterés por el impacto negativo que la conversación podía tener sobre las demás personas.
Un mejor enfoque sobre cómo usar las palabras se refleja en Proverbios 17:27, donde Salomón dijo: «El que ahorra sus palabras tiene sabiduría; de espíritu prudente es el hombre entendido». En la mayoría de los casos, sería mejor que no dijéramos todo lo que pensamos o sabemos (o pensamos que sabemos), y que, en cambio, procuráramos emplear lo que hablamos para promover la tranquilidad y la paz. Nunca se sabe quién podría estar escuchando.
—WEC
Al hablar, es mejor la discreción que la elocuencia.
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Cargas frágiles
Lectura: Colosenses 3:12-17
Antes sed benignos […], misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. —Efesios 4:32
Mientras Dolores conducía por un camino rural, notó que un automóvil la seguía muy de cerca. Casi podía sentir la irritación del conductor mientras ella avanzaba con cuidado y lentamente a lo largo de varias curvas.
Desde luego, el conductor del otro coche no podía saber que Dolores estaba transportando alrededor de 45 kilos de puré de patatas, dos ollas llenas de salsa y muchos otros alimentos para una comida en la iglesia… ¡lo suficiente como para alimentar a 200 personas! Percibiendo la frustración del otro conductor, Dolores pensó: Si tan solo supiera la frágil carga que estoy llevando, entendería por qué estoy conduciendo así.
En ese preciso instante, se le ocurrió otra cosa: ¿Con cuánta frecuencia soy impaciente con la gente cuando no tengo ni idea de la frágil carga que pueden estar llevando?
¡Con qué facilidad juzgamos a los demás al suponer que sabemos todo acerca de una situación! La Palabra de Dios nos guía en una dirección mucho más caritativa y nos enseña que debemos tratar a los demás con benignidad, humildad y paciencia (Colosenses 3:12). ¡Cuánto más amorosos somos cuando nos soportamos y perdonamos los unos a los otros (v. 13)!
Tratemos a los demás como nos gustaría que nos traten a nosotros (Lucas 6:31), recordando que no siempre sabemos qué cargas podrían estar llevando.
—CHK
Si estás por perder la paciencia con los demás, detente y piensa en cuán paciente ha sido Dios contigo.
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Video #1:
Video #2 (con testimonios – más largo):
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Sinaí: encuentro con el Dios del pacto
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