…
sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios […] con acción de gracias
(Filipenses 4:6).
Lectura:
Salmo 118:1-14
La
biblia en un año: Ezequiel 27–29; 1 Pedro 3
Cuando
nuestros hijos eran pequeños, uno de ellos dijo rotundamente que no cuando le
pasamos unas arvejas en la cena. Ante eso, replicamos: «¿No qué?». Esperábamos
que dijera: «No, gracias», pero su respuesta fue: «¡No quiero arvejas!». Eso
nos llevó a hablar de la importancia de los buenos modales. En realidad,
tuvimos conversaciones similares en varias ocasiones…
Más
allá de los buenos modales, que son externos, nuestro Señor nos recuerda que
debemos tener un corazón agradecido. La Palabra de Dios contiene decenas de
recordatorios que nos enseñan que dar gracias es de suma importancia en nuestra
relación con Dios. El Salmo 118 comienza y termina con esta exhortación: «Dad
gracias al Señor, porque Él es bueno» (vv. 1, 29 lbla). Debemos dar gracias
cuando entramos en su presencia (100:4). Además, las peticiones que le hacemos
deben estar rodeadas de un espíritu de gratitud (Filipenses 4:6). Esta clase de
actitud nos ayudará a recordar las abundantes bendiciones que recibimos.
Aun en medio de los problemas y la desesperación, la presencia de Dios y su
amor nos acompañan permanentemente.
Con
razón el salmista nos recuerda: «Dad gracias al Señor, porque Él es bueno;
porque para siempre es su misericordia» (Salmo 118:1 lbla).
Señor,
enséñame a tener un corazón agradecido
Nuestro
Pan Diario
Con
y en nosotros
[El]
Padre […] os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre (v.
16).
Lectura:
Juan 14:15-21
La
biblia en un año: Ezequiel 24–26; 1 Pedro 2
Mi
hijo acababa de empezar la guardería infantil. El primer día, lloró y dijo: «No
me gusta la guardería». Mi esposo y yo hablamos del tema con él y le dijimos:
«Quizá nosotros no estemos allí físicamente, pero estamos orando por ti.
Además, Jesús está siempre contigo».
«¡Pero
yo no lo veo!», razonó. Mi esposo lo abrazó y le dijo: «Él vive en ti y nunca
te dejará solo». La respuesta de mi hijo lo conmovió: «Sí, Jesús vive en mí».
Los
niños no son los únicos que experimentan ansiedad ante las separaciones. En
cada etapa de la vida, enfrentamos momentos en que nos separamos de los seres
queridos; algunas veces, por distancias geográficas, y otras, como resultado de
la muerte. No obstante, debemos recordar que, aunque nos sintamos abandonados
por los demás, Dios siempre está con nosotros, ya que prometió enviar el
Espíritu de verdad (nuestro Abogado y Ayudador) para que more con y en nosotros
(Juan 14:15-18). Somos sus hijos amados.
Mi
hijo está aprendiendo a tener confianza, y yo también. Como él, no puedo ver al
Espíritu, pero siento su poder todos los días, mientras me anima y me guía
cuando leo la Palabra de Dios. Demos gracias al Señor por su provisión
maravillosa: el Espíritu de Cristo que está con y en nosotros. Sin duda, ¡no
estamos solos!
—
Espíritu
Santo, gracias por vivir en mí.
Nuestro
Pan Diario
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