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viernes, 30 de diciembre de 2016

El dinero



… Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas (v. 24).
Lectura: Mateo 6:24-34
La Biblia en un año: Apocalipsis 3
Hace muchos años, mientras tenía un trabajo que consideraba más una misión que una labor, otra compañía me ofreció un puesto que implicaba un importante aumento de salario. El problema era que yo no había estado buscando otro trabajo, porque amaba lo que hacía.
Pero el dinero…
Llamé a mi padre y le expliqué la situación. Aunque su mente anteriormente perspicaz había sido afectada por accidentes cerebro-vasculares y el paso de los años, su respuesta fue escueta y sencilla: «No pienses en el dinero, ¿qué es lo que te gusta hacer?».
Al instante reaccioné. ¡El dinero habría sido la única razón de dejar el trabajo que amaba! Gracias, papá.
Jesús dedicó gran parte de su Sermón del Monte al dinero. No nos enseñó a orar por la acumulación de riquezas, sino por «el pan nuestro de cada día» (Mateo 6:11). Advirtió contra almacenar tesoros en la tierra, y puso las aves y las flores como ejemplo del cuidado de Dios por su creación (vv. 19-31).Y agregó: «buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (v. 33).
Hay que pensar en el dinero, pero este no debe controlar nuestras decisiones. Las dificultades y los desafíos son oportunidades para que nuestra fe aumente, ya que nuestro Padre se ocupa de nosotros.
Señor, ayúdame a confiar en tu provisión y cuidado constantes.
Nunca hay que confundir tentación con oportunidad.

Servir a Dios con oraciones
… La oración eficaz del justo puede mucho (Santiago 5:16).
Lectura: 1 Reyes 18:41-45
La Biblia en un año: Apocalipsis 2
A menudo, Dios decide utilizar nuestras oraciones para llevar a cabo su obra. Esto lo vemos cuando le dijo al profeta Elías: «yo haré llover sobre la faz de la tierra», prometiendo poner fin a una sequía en Israel que había durado tres años y medio (Santiago 5:17). Aunque Dios había prometido que llovería, poco después, «Elías subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas» para pedir fervorosamente que lloviera (1 Reyes 18:42). Entonces, mientras oraba, mandó a su siervo «siete veces» para que mirara hacia el mar y observara si había alguna señal de lluvia en el horizonte (v. 43).
Elías entendió que Dios quiere que participemos en su obra mediante la oración humilde y persistente. A pesar de nuestras limitaciones humanas, el Señor tal vez quiera obrar de maneras asombrosas a través de nuestras oraciones. Por eso, Santiago afirma que «la oración eficaz del justo puede mucho» y nos recuerda que «Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras» (Santiago 5:16-17).
Cuando nos proponemos servir a Dios orando fielmente como lo hizo Elías, participamos de un privilegio maravilloso… ¡y en cualquier momento, podríamos ver un milagro delante de nuestras narices!
— jb
Señor, ¿cómo puedo servirte hoy con mis oraciones?
Las grandes expectativas de nuestra parte honran a Dios.
Nuestro Pan Diario

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