… he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para
todo el pueblo (Lucas 2:10).
La Biblia en un año: Apocalipsis 11
Cuando Janet fue a enseñar inglés en una escuela en
otro país, se encontró con un ambiente oscuro y deprimente. Todos hacían su
trabajo, pero nadie parecía feliz. No se ayudaban ni alentaban unos a otros.
Pero Janet, agradecida por todo lo que Dios había hecho por ella, lo demostraba
en todo lo que hacía: sonreía, era amigable, ayudaba a los demás, y tarareaba
himnos y coros.
Poco a poco, la atmósfera de la escuela cambió. Uno
tras otro, todos empezaron a sonreír y a ayudarse. Durante una visita, el
supervisor preguntó por qué había cambiado la escuela, y el director, aunque no
era creyente, respondió: «Jesús trae gozo». Janet rebosaba de gozo del Señor y
lo esparcía a quienes la rodeaban.
El Evangelio de Lucas relata que Dios envió a un ángel
para anunciarles a unos pastores un nacimiento extraordinario. Su sorprendente
declaración fue que el niño recién nacido traería «gran gozo […] para todo el
pueblo» (Lucas 2:10). Y así fue.
Este mensaje se ha difundido a través de los siglos, y
ahora, nosotros somos los mensajeros de gozo que Cristo ha enviado al mundo.
Por el Espíritu Santo que mora en nosotros, seguimos esparciendo el gozo del
Señor, siguiendo su ejemplo y sirviendo a otros.
Señor, ayúdame a esparcir hoy el gozo de Jesús entre
quienes me rodean.
Lleva contigo todos los días el gozo de la Navidad.
Amor al enemigo
Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito
tenéis?… (Lucas 6:32).
Lectura: Jonás 3:10–4:11
La Biblia en un año: Apocalipsis 10
En 1950, cuando empezó la guerra en Corea del Sur, Kim
Chin-Kyung, de 15 años, se alistó en el ejército para defender su tierra natal.
Sin embargo, no tardó en darse cuenta de que no estaba preparado para los
horrores del combate. Mientras sus amigos morían a su alrededor, le rogó a Dios
que lo protegiera y prometió que, si le permitía seguir con vida, aprendería a
amar a sus enemigos.
Sesenta y cinco años después, el Dr. Kim reflexionaba
sobre esa oración respondida. A lo largo de décadas de ocuparse de los
huérfanos y colaborar en la educación de jóvenes chinos y norcoreanos, se hizo
amigo de muchos que antes consideraba enemigos. Actualmente, rechaza las
calificaciones políticas y se autodenomina un amador, como una manera de
expresar su fe en Jesús.
El profeta Jonás dejó un legado diferente. Ni siquiera
zafarse del vientre de un gran pez transformó su corazón, y aunque finalmente
obedeció a Dios, dijo que prefería morir antes que ver que el Señor tuviera
misericordia de sus enemigos (Jonás 4:1-2, 8).
¿Cuál es nuestra actitud? ¿Sentiremos lo mismo que
Jonás por aquellos que odiamos o le pediremos a Dios que nos ayude a amar
a nuestros enemigos como Él lo ha hecho con nosotros?
Señor, soy propenso a amar solamente a quienes me
aman. Dame la gracia para amar como lo hacía Jesús.
El amor lo vence todo.
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