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lunes, 22 de mayo de 2017

En medio de leones



… él es el Dios viviente y permanece por todos los siglos… (v. 26).
La Biblia en un año: 1 Crónicas 1–3; Juan 5:25-47
Cuando visité un museo en Chicago, vi uno de los Leones Andantes originales de Babilonia. Era un relieve mural inmenso de un león alado con una expresión feroz. Como símbolo de Istar, la diosa babilonia del amor y la guerra, este era uno de 120 leones similares que enmarcaban una vía procesional durante 604-562 a.C.
Los historiadores afirman que, después de que los babilonios conquistaron Jerusalén, los cautivos hebreos habrían visto estos leones durante el reinado de Nabucodonosor. Además, es probable que algunos hayan creído que Istar había vencido al Dios de Israel.
Daniel, uno de los esclavos hebreos, no compartía estos interrogantes que tal vez hayan afligido a algunos israelitas. Su visión y su compromiso con Dios permanecieron firmes. Oraba tres veces al día, con la ventana abierta, incluso cuando sabía que esto lo llevaría al foso de los leones. Después de que Dios rescató a Daniel de los hambrientos animales, el rey Darío exclamó: «[El Dios de Daniel] es el Dios viviente y permanece por todos los siglos […]. Él salva y libra» (Daniel 6:26-27). La fidelidad de Daniel le permitió influenciar a los líderes babilonios.
Permanecer fiel a Dios a pesar de la presión y el desánimo puede inspirar a otros a glorificarlo.
Señor, dame fuerzas para seguir confiando en ti cuando me sienta desanimado.
La fidelidad a Dios inspira a otros.

Vestido por Dios
… Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala (v. 4).
La Biblia en un año: 1 Crónicas 4–6; Juan 6:1-21
Cuando mis hijos eran pequeños, jugaban en nuestro empapado jardín inglés y se llenaban de barro. Por su bien y el bien de mi suelo, les quitaba la ropa antes de entrar y los llevaba a bañar. Al agregar jabón, agua y abrazos, pronto pasaban de la suciedad a la limpieza.
En una visión dada a Zacarías, vemos a Josué, el sumo sacerdote, vestido con harapos que representaban el pecado y las malas obras (Zacarías 3:3). Sin embargo, el Señor lo limpiaba, le quitaba la ropa sucia y lo cubría de prendas costosas (3:5). La mitra limpia y la túnica mostraban que el Señor le había quitado sus pecados.
Dios también puede limpiarnos, al librarnos de nuestras malas obras mediante la obra salvífica de Jesús. Como resultado de su muerte en la cruz, el pecado que nos embarra puede ser lavado y podemos recibir las ropas de los hijos de Dios. Ya no nos definen nuestros pecados (la mentira, el chisme, el hurto, la codicia, etc.), sino que podemos apropiarnos de los nombres que Dios da a aquellos que ama: restaurado, renovado, limpio, libre.
Pídele a Dios que te quite cualquier harapo que estés usando, para que puedas vestirte de las ropas reales que tiene reservadas para ti.
Señor Jesús, gracias por el regalo de aceptación y amor que nos diste al morir en la cruz.
¿Quién puede lavar mis pecados? ¡Jesús!
Nuestro Pan Diario
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