… él
es el Dios viviente y permanece por todos los siglos… (v. 26).
Leer:
Daniel 6:19-28
La
Biblia en un año: 1 Crónicas 1–3; Juan 5:25-47
Cuando
visité un museo en Chicago, vi uno de los Leones Andantes originales de
Babilonia. Era un relieve mural inmenso de un león alado con una expresión
feroz. Como símbolo de Istar, la diosa babilonia del amor y la guerra, este era
uno de 120 leones similares que enmarcaban una vía procesional durante 604-562
a.C.
Los
historiadores afirman que, después de que los babilonios conquistaron
Jerusalén, los cautivos hebreos habrían visto estos leones durante el reinado
de Nabucodonosor. Además, es probable que algunos hayan creído que Istar había
vencido al Dios de Israel.
Daniel,
uno de los esclavos hebreos, no compartía estos interrogantes que tal vez hayan
afligido a algunos israelitas. Su visión y su compromiso con Dios permanecieron
firmes. Oraba tres veces al día, con la ventana abierta, incluso cuando sabía
que esto lo llevaría al foso de los leones. Después de que Dios rescató a
Daniel de los hambrientos animales, el rey Darío exclamó: «[El Dios de Daniel]
es el Dios viviente y permanece por todos los siglos […]. Él salva y libra»
(Daniel 6:26-27). La fidelidad de Daniel le permitió influenciar a los líderes
babilonios.
Permanecer
fiel a Dios a pesar de la presión y el desánimo puede inspirar a otros a
glorificarlo.
Señor,
dame fuerzas para seguir confiando en ti cuando me sienta desanimado.
La
fidelidad a Dios inspira a otros.
Vestido por Dios
…
Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala (v.
4).
Leer:
Zacarías 3
La
Biblia en un año: 1 Crónicas 4–6; Juan 6:1-21
Cuando
mis hijos eran pequeños, jugaban en nuestro empapado jardín inglés y se
llenaban de barro. Por su bien y el bien de mi suelo, les quitaba la ropa antes
de entrar y los llevaba a bañar. Al agregar jabón, agua y abrazos, pronto
pasaban de la suciedad a la limpieza.
En
una visión dada a Zacarías, vemos a Josué, el sumo sacerdote, vestido con
harapos que representaban el pecado y las malas obras (Zacarías 3:3). Sin
embargo, el Señor lo limpiaba, le quitaba la ropa sucia y lo cubría de prendas
costosas (3:5). La mitra limpia y la túnica mostraban que el Señor le había
quitado sus pecados.
Dios
también puede limpiarnos, al librarnos de nuestras malas obras mediante la obra
salvífica de Jesús. Como resultado de su muerte en la cruz, el pecado que nos
embarra puede ser lavado y podemos recibir las ropas de los hijos de Dios. Ya
no nos definen nuestros pecados (la mentira, el chisme, el hurto, la codicia,
etc.), sino que podemos apropiarnos de los nombres que Dios da a aquellos que
ama: restaurado, renovado, limpio, libre.
Pídele
a Dios que te quite cualquier harapo que estés usando, para que puedas vestirte
de las ropas reales que tiene reservadas para ti.
Señor
Jesús, gracias por el regalo de aceptación y amor que nos diste al morir en la
cruz.
¿Quién
puede lavar mis pecados? ¡Jesús!
Nuestro Pan Diario
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