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jueves, 11 de mayo de 2017

La regla de los cinco minutos



Ha considerado la oración de los menesterosos, y no ha despreciado su plegaria… (v. 17 LBLA).
Leer: Salmo 102:1-17 | La Biblia en un año: 1 Reyes 16–18
Lucas 22:47-71
Hace tiempo, leí sobre una regla de cinco minutos que tenía una madre para sus hijos. Ellos tenían que estar listos para la escuela cinco minutos antes de que fuera hora de salir.
Se reunían alrededor de su mamá, y ella oraba por cada uno por su nombre, pidiendo la bendición del Señor sobre su día. Después, les daba un beso y ellos partían. Los niños del vecindario participaban del círculo de oración si justo pasaban por allí. Muchos años después, una de las niñas dijo que esta experiencia le enseñó la importancia de la oración para su día.
El escritor del Salmo 102 conocía la importancia de la oración. A este salmo, se lo titula: «Plegaria de uno que sufre, cuando desmaya y expone su queja ante el Señor» (LBLA). El salmista clamó: «Señor, escucha mi oración […]. Apresúrate a responderme el día que te invocare» (vv. 1-2). Dios mira «desde lo alto de su santuario; […] desde los cielos a la tierra» (v. 19).
Se interesa por ti y quiere escucharte. Ya sea que sigas la regla de los cinco minutos y pidas una bendición para el día o necesites pasar más tiempo clamando a Él con profunda angustia, habla con el Señor cada día. Tu ejemplo puede dejar una huella profunda en tu familia o en alguien cercano.
Enséñame a ser consciente de tu presencia, Señor, y a hablar contigo con libertad y a menudo.
Orar es reconocer que necesitamos a Dios.

El ministerio de la memoria
Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Señor, pensamientos de paz… (v. 11).
Leer: Jeremías 29:4-14 | La Biblia en un año: 1 Reyes 19–20
Lucas 23:1-25
Experimentar pérdidas y desilusiones puede hacernos sentir enojo, culpa y turbación. Ya sea que nuestras decisiones hayan cerrado puertas o que, de manera inesperada, la tragedia haya invadido nuestra vida, el resultado suele ser lo que Oswald Chambers llamó: «la incalculable tristeza de “lo que podría haber sido”». Por más que intentemos, es imposible reprimir los recuerdos dolorosos.
Chambers nos recuerda que el Señor sigue obrando en nuestra vida. «Nunca temas cuando Dios traiga de nuevo el pasado —dijo—. Permite que la memoria tome las riendas. Es un ministro de Dios, con su reprensión, reprimenda y dolor. Dios transformará “lo que podría haber sido” en un medio de crecimiento para el futuro».
Cuando Dios envió a los israelitas al exilio en Babilonia, les dijo que lo sirvieran en esa tierra lejana y que crecieran en la fe hasta que Él los llevara de regreso a su hogar. «Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Señor, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis» (Jeremías 29:11).
Dios los instó a no ignorar el pasado ni dejarse atrapar por lo vivido, sino a concentrarse en Él y mirar adelante. El perdón del Señor puede transformar el recuerdo de nuestra angustia en seguridad en su amor eterno.
Padre, gracias por tus planes para nosotros.
Dios puede usar nuestras desilusiones para desarrollar nuestra fue en Él.
Nuestro Pan Diario
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