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lunes, 1 de mayo de 2017

Aprender el idioma



… hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO… (v. 23).
La Biblia en un año: 1 Reyes 1–2; Lucas 19:28-48
Me paré frente a la congregación en una pequeña iglesia jamaiquina y dije, en mi mejor dialecto local: «¿Wa Guan, Jamaica?». La reacción fue mejor de lo que esperaba, y me recibieron con sonrisas y aplausos.
En realidad, lo único que había dicho era: «¿Cómo están?» en patois, pero, para ellos, lo que estaba diciendo era: «Me interesan lo suficiente como para hablar su idioma». Por supuesto, todavía no sabía el dialecto necesario para seguir, pero había abierto una puerta.
Cuando el apóstol Pablo se paró frente a la gente de Atenas, le mostró que conocía su cultura. Les dijo que había notado su altar «al Dios no conocido», y citó a uno de sus poetas. Por supuesto, no todos creyeron en el mensaje de Pablo sobre la resurrección de Jesús, pero algunos dijeron: «Ya te oiremos acerca de esto otra vez» (Hechos 17:32).
A medida que interactuamos con los demás sobre Jesús y la salvación que Él ofrece, la Escritura nos enseña a dedicarnos a los demás (a aprender su idioma, por así decirlo), como una manera de abrir la puerta para contarles la buena noticia (ver también 1 Corintios 9:20-23).
Cuando descubrimos el «Wa Guan» de los demás, es más fácil compartirles lo que Dios ha hecho en nuestra vida.
Señor, muéstranos lo que es importante para los demás, y danos oportunidades de hablar sobre tu amor.
Antes de hablar de Cristo, muestra cuánto te interesas por los demás.

Una alternativa al enojo
Honra es del hombre dejar la contienda… (v. 3).
La Biblia en un año: 1 Reyes 3–5; Lucas 20:1-26
Una mañana, en Perth, Australia, Fionn Mulholland descubrió que su auto había desaparecido. Entonces, se dio cuenta de que, por error, había estacionado en una zona restringida y lo habían remolcado. Después de considerar la situación (y la multa de 600 dólares), se sintió frustrado, pero decidió no enojarse con la persona que lo asistiría para recuperar su auto. En cambio, Mulholland escribió un poema cómico sobre la situación y se lo leyó al empleado del corralón. Al hombre le gustó el poema, y se evitó una posible confrontación desagradable.
El libro de Proverbios enseña: «Honra es del hombre dejar la contienda» (20:3). La contienda es esa fricción que hierve debajo de la superficie o explota entre personas que no se ponen de acuerdo.
Dios nos ha dado recursos para vivir en paz con los demás. Su Palabra nos garantiza que podemos enojarnos sin pecar (Efesios 4:26). Su Espíritu nos permite controlar las chispas de furia que nos llevan a atacar con nuestras palabras y acciones a los que nos agreden. Y Dios nos ha dado su ejemplo para imitar cuando nos provocan (1 Pedro 2:23). Él es misericordioso, clemente, lento para la ira y grande en misericordia y verdad (Salmo 86:15).
Señor, con el poder de tu Espíritu, ayúdame a controlar mi enojo para no pecar.
Sé lento para la ira.
Nuestro Pan Diario
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