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miércoles, 21 de abril de 2010

Las próximas 5 estaciones

Por.Rev. Bernardo Stamateas
Hechos 12:6-10
Si tomamos el subte siempre vamos a pasar por distintas estaciones. Veamos las cinco estaciones por las que todos vamos a pasar, y qué ocurre en cada una de ellas.
Primera estación: la muerte
Todos nos vamos a morir, esa es la primera estación que vamos a pasar. No importa lo que hagamos, ni la fe que declaremos, ni el lifting que tengamos, ni cuánto nos cuidemos con las comidas. En veinte, treinta, sesenta años vamos a llegar a esa estación. La esposa de Oliver Winchester, el del rifle, en 1918 quedó viuda y con tanto trauma que fue a consultar a una bruja porque quería saber cuándo se iba a morir. La bruja le dijo que no se iba a morir si ella edificaba una casa. La mujer a los ochenta y cinco años se murió y dejó una casa que tenía ciento cincuenta habitaciones, trece baños, dos mil puertas, cuarenta y siete chimeneas, diez mil ventanas y suficiente material para otros ochenta años más. Eso hoy es una atracción turística. Ella pensaba que mientras edificase la casa, no iba a pasar a la próxima estación.
Pero todos nos vamos a morir. La Biblia nos enseña que cuando una persona muere hay ángeles, por lo menos dos, que nos escoltan a la presencia de Dios. Cuenta Jesús que una vez un mendigo se murió y los ángeles lo escoltaron a la presencia de Dios. Me contó un hombre de una familia cristiana, que en una oportunidad estaban en la ruta toda la familia y en un momento le dice una de las hijas: "¿Papá, por qué hay tantos ángeles en la ruta? Veo un montón de ángeles en la ruta". Diez minutos después tuvieron un accidente y la hermanita de esa nena falleció. Sabemos por la Biblia que hay ángeles en la estación de la muerte que nos van a escoltar a la presencia de Dios. Parecería ser que a algunas personas, Dios les revela el día de su partida.
Cuando el apóstol Pablo estaba preso y escribió Filipenses, él declaró: "Si yo me muero me voy con Cristo, y si me quedo acá sigo adelante, yo sé que me voy a quedar un tiempo más acá". Era como si Pablo tuviera la convicción de que todavía tenía años por delante. Pero cuando escribe Segunda de Timoteo, estaba en otra cárcel en Roma. Pablo le escribe a su discípulo y le dice: "Yo sé que mi partida ya está, peleé la buena batalla, acabé la carrera, me voy con el Señor". Como si el apóstol ya supiese el momento de su partida.
Parecería que Dios a algunas personas les revela ese momento. También que algunas personas cuando quedan en coma o en paro cerebral, se encuentran con el Señor, y a algunos de ellos se les pregunta si quieren volver a la tierra o no.
Aquí venía una familia, que la chica estaba en coma, y la mamá en la cama oraba: "Señor, sanála, hacé un milagro, traéla de vuelta acá". Y de pronto la hija abrió los ojos y le dijo: "Mamá, dejáme partir en paz, porque en donde estoy es maravilloso." La mamá se quedó helada, dejó de orar, la hija cerró los ojos y partió con el Señor.
Le pregunté a una persona por su experiencia en un accidente y me contó que estaba con alguien de la mano, había una luz muy grande, y él se quería quedar ahí, pero el que lo tenía de la mano, no sabe quién era, que es la mano accidentada, le dijo: "No, vos tenés que volver". Él se quería quedar ahí, porque le encantaba ese lugar, y el ángel que estaba con él lo trajo de vuelta.
Parecería que a algunas personas Dios les pregunta si quieren volver o no. En la Biblia esto se describe como cambiar de casa, como levantar anclas, como un viaje.
Jamás tenemos que decir que Dios mandó la muerte, jamás digas que Dios se llevó a alguien. Dios no manda la muerte a nadie, la muerte es enemiga de Dios. Él no usa la muerte para nada, porque la muerte se opone al plan de vida eterna de Dios. En una oportunidad una chica de veintitrés años que falleció, en el velatorio los líderes religiosos dijeron: "era una flor tan linda que Dios la arrancó para llevársela a su jardín". ¡Imagínense la emoción de los padres!
La muerte es enemiga de Dios y siempre lo será.
Y un día tenemos la promesa en la Palabra que la muerte va a ser echada al infierno por siempre y para siempre. Tenemos la seguridad plena, la convicción profunda, la promesa inalterable, que todos los que recibimos a Jesús en nuestro corazón como nuestro Señor, al morir nos vamos con Él. Ésta es una de las más grandes promesas de la Biblia. Jesús dijo: "El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá". Jesús es el único que dijo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida".
Todos los que estamos acá, que hemos recibido a Jesús en el corazón como el rey de nuestra vida, tenemos la seguridad absoluta, rotunda de que cuando venga la muerte nos vamos con el Señor para siempre.
La muerte es un ángel y dice la Biblia que el ángel de la muerte tenía las llaves del infierno, tenía la autoridad para que cuando alguien moría tomara ese espíritu y lo llevara a la condenación eterna. Pero cuando Jesús vino, murió y resucitó, le sacó esa llave al ángel de la muerte. No es la muerte ahora la que decide adonde vamos, ahora somos nosotros. Si nosotros hemos recibido a Jesús en el corazón como Salvador y Señor, cuando la muerte venga por nosotros, no va a poder determinar que nos vamos a ir lejos de Dios, porque la sangre de Cristo va a hacer que nos volvamos a conectar con el gran Señor. ¡Gloria a Dios!
Jesús promete que cuando partamos de esta tierra estaremos con Él.
Segunda estación: irse con Jesús
¿Qué pasa con la gente que se ha muerto, dónde están ellos? No están ni en el limbo, ni en un lugar fumando o tomando un trago. No, la gente que ha muerto, está con el Señor. Todos los familiares y amigos que han partido antes que nosotros a la próxima estación, hoy están con el Señor. Pablo dijo que cuando muriera se iba con Cristo.
El cielo no está arriba, es un mundo paralelo a éste donde nosotros estamos viviendo. Y cuando nos vamos con el Señor, vamos a estar con Él en esa otra dimensión. Jesús prometió que Él se iba a esa otra dimensión llamada cielo a preparar un lugar para que un día nosotros, también estemos con él. Dicen que una vez iba un grupo por la selva, y una de las personas le preguntó al guía: "¿cuál es el camino para salir de acá?". El guía lo miró y le dijo: "el camino soy yo, síganme a mí". Jesús es el camino para llegar a Dios.
Todos los seres humanos tenemos eternidad en el corazón, por eso en todas las culturas de todos los tiempos, la gente adoró al sol, a la piedra, a la luz, a los dioses, a Alá, porque Dios puso eternidad dentro de nosotros. Nadie se quiere morir, porque no fuimos creados para la muerte, fuimos hechos para la vida eterna, y cuando una persona parte y está con el Señor, va a estar disfrutando con Él.
Yo soy de los que piensan que cuando una persona está a punto de morir, el Espíritu Santo le saca del corazón todas las palabras de fe que hay allí y las pone en su mente para que esa persona pueda tomar una decisión por Jesucristo. Por eso cuando sembramos una palabra de fe, estamos creyendo que Dios va a terminar la obra, para que seamos bendecidos.
Una vez, le preguntaron a Moody, el gran predicador: "se murió mi abuelo, y no sé si está con Dios o dónde está". Moody le dijo: "a nadie le corresponde saber dónde va o dónde no va". El predicador le explicó que en el cielo vamos a tener tres sorpresas: la primera es que los que pensamos que iban a estar, no van a estar; la segunda es que los que pensamos que no iban a estar, van a estar; y la tercera es que voy a estar yo.
¿Qué está haciendo la gente que ha partido, todos nuestros amigos y familiares? Los que han partido y están en la segunda estación, nos están mirando. Dicen las Escrituras que alrededor de nosotros hay una nube de testigos que nos están mirando. Según Apocalipsis 6 están observando todo lo que estamos haciendo. Yo sé que nuestros familiares, nuestros amigos, los líderes que partieron antes que nosotros, nos están viendo y se están gozando con nosotros en este momento, y cuando ven cómo estamos creciendo, lo que estamos logrando, están gritando.
Jesús dijo que cuando una persona conoce al Señor hay fiesta en los cielos, y esa gente que partió está orando por nosotros. Leemos en la Biblia: que Jesús está orando al Padre por nosotros y nos están alentando. Hay quienes nos están siguiendo de cerca y nos están alentando.
Nosotros no tenemos que orar a los que partieron, no debemos orarle a los muertos. Los muertos no pueden venir a este plano a visitarnos, porque ellos ya partieron a la otra estación. Nosotros no tenemos ni que darles ofrenda, ni invocarlos, al único que debemos invocar y orar y ser llenos de Él es al Espíritu Santo de Dios.
Dice Hebreos que hay una nube alrededor que nos está alentando. Cuando bajes los brazos, pensá en los miles que partieron antes que nosotros que están saltando con el Señor y te están diciendo: "Vamos, no te rindas porque al final del partido la victoria la ganamos nosotros con Jesucristo".
Tercera estación: la segunda venida
Jesús va a volver otra vez a tomarnos para estar con Él para siempre.
Jesús les prometió a los discípulos cuando había resucitado: "Me voy, pero les prometo algo, vuelvo otra vez por ustedes". Y según la Biblia la hora y el día nadie lo sabe, ni tampoco es importante saberlo, porque lo más importante es saber que cada vez falta menos, y que Él va a venir y nos vamos a encontrar.
¿Qué va a pasar en esa tercera estación'?
Cuando Jesús venga Él va a venir con todos los que se fueron antes, y los que estemos vivos, nos vamos a encontrar con Él.
Yo no soy de los que creen que va a ver un rapto y persecución, como inventaron algunos, yo sé que Jesús viene con todos los miles de millones que partieron antes que nosotros y que recibieron a Cristo.
Y cuenta la Biblia que en una abrir y cerrar de ojos, Dios nos va a reciclar el cuerpo, nos va a dar un cuerpo inmortal como el mismo que tuvo Jesús. Los espíritus que están con el Señor cuyos cuerpos están descompuestos, Dios los va a recrear y nos va a dar un cuerpo incorruptible.
Todo ojo se va a enterar que Jesús viene, y viene con todos los que partieron y los que estemos acá, nos vamos a encontrar y Dios va a cambiar nuestro cuerpo, vamos a seguir siendo humanos. Cuando Jesús resucitó, se les apareció a los discípulos. ¿Recuerdan que comió? Jesús dijo: "No voy a volver a beber del vino hasta que vuelva". Vamos a comer, a tener cuerpo, a estar vestidos. Los hombres seguiremos siendo varones, y las mujeres seguirán siendo mujeres. Vamos a ser una gran familia. Recordaremos todo lo vivido, no es que Dios nos va a hacer sufrir amnesia.
Cuando Jesús resucitó, se apareció a los discípulos y recordaba todo. Les dijo: "Tomás, meté la mano en mi herida". Vamos a poder ver las heridas del Señor que todavía mantiene.
¿Qué va a pasar cuando el Señor venga en cualquier momento? Vamos a recibir premios, Dios nos va a premiar por todo lo que hicimos con una buena motivación. Pero todo lo que hicimos por envidia, por bronca, por celos, por competencia, eso se va a quemar, no habrá premio.
Va a ser una noche de premio. ¡Será un momento fantástico!
Y todos los que decidieron rechazar a Jesús, van a estar en otro lugar lejos de Dios, porque ellos decidieron no vivir la vida de Jesucristo. Pero los que hemos decidido seguirle y honrarle, estaremos con Él, con un cuerpo renovado. Esto es lo que Jesús ha prometido, y luego pasaremos a la cuarta estación.
Cuarta estación: cielos nuevos y tierra nueva
Dice la Palabra que Dios va a crear, a recrear, esta tierra y los cielos. En Apocalipsis leemos que Dios va a hacer cielos nuevos y tierra nueva. No es que esta tierra vaya a explotar, no es que venga el fin del mundo y volemos en pedazos. La tierra va a ser nueva, limpiada. Dios va a sacar la muerte, la enfermedad y va a conectar los cielos con la tierra como fue el plan original.
¿Por qué Dios creó la tierra y nos puso a nosotros en un cuerpo humano?
Para que gobernemos la tierra. Para que así como Dios gobernaba en el cielo, nosotros pudiésemos ser un reflejo de eso mismo en la tierra. Pero cuando el hombre decidió alejarse de Dios, Su gobierno quedó lejos. Por eso cuando Jesús oró, dijo: "Padre nuestro venga tu reino y que se haga tu voluntad como en el cielo en la tierra". Esa promesa se va a cumplir, y va a haber cielos nuevos y tierra nueva. Las culturas serán resucitadas, vamos a vivir en casas, a trabajar, a seguir estudiando. Dicen las escrituras que vamos a ser bellos, no va a haber enfermedad, ni policía, ni bomberos, ni psicólogos, ni ladrones, ni alarmas de seguridad.
¡No va a existir la muerte!
Esa es nuestra esperanza, lo que Dios le respondió al apóstol Juan en la isla de Patmos. Cuando Juan estaba viejito, Dios le descorrió el velo y le mostró como sería el fin de los tiempos. Al final, querida iglesia, terminaremos por goleada. Dios va a cumplir su plan. Cuando Jesús murió en la cruz, murió para salvarnos a nosotros y para redimir la tierra. Nos cuenta la Biblia que cuando se consuma la última etapa, todos los cielos y la tierra adorarán y a Su nombre cantarán y la tierra será llena de la gloria del Señor como las aguas cubren la mar. En la tierra nueva y en los cielos nuevos va a haber animales, el león va a jugar con el cordero. Isaías relata que también habrá niños. Yo soy de los que piensan que vamos a ver crecer en la misma edad que partieron a la gente. Hay padres que van a ver a sus hijos que partieron antes, los van a ver crecer. Que Jesús haya muerto y resucitado, y que esté vivo, es la garantía de que estaremos por siempre y para siempre con Él. Los que partieron no están en el cielo terminado.
Allí es donde vamos a gobernar con el Señor. Él dice en Su Palabra: "Buen siervo y fiel, sobre poco fuiste fiel, te doy cinco ciudades". Va a haber políticos pero sin pecado, sin mentira. El pecado, la muerte y Satanás serán echados al infierno. El infierno no fue hecho para la gente sino para Satanás, la muerte y el pecado. Pablo dijo: "Si Jesús no resucitó, somos tontos porque estamos creyendo una fábula, estamos creyéndole a un loco; pero si Jesús resucitó y todo lo que dijo es verdad, somos la gente más maravillosa que existe sobre la tierra.
Quinta estación: donde estamos ahora
Estamos vivos, por eso nosotros no nos preparamos para la otra estación, Estamos disfrutando esta estación que hoy nos toca vivir. En el pasaje bíblico a Pedro, Herodes lo llevó a la cárcel y lo esposó para matarlo. Esa misma noche en que Herodes iba a matarlo, vino una luz a la cárcel. No importa la condena de muerte que hay sobre tu vida, hoy el Señor va a encender una luz. No importa cuál es la cárcel de tu estación presente, el Señor no te va a dejar morir hoy, Él va a venir por vos. Dice que cuando vino una luz en la cárcel, las cadenas que tenía Pedro se cayeron.
Profetizo en esta estación que nos toca vivir, que las cadenas de la pobreza, de la enfermedad, de la depresión, del suicidio, todas esas cadenas van a caer. Pedro fue encadenado pero no fue para siempre. Es verdad que pasamos momentos difíciles, pero no son para siempre. El Señor ha prometido venir a liberarnos, porque todavía nos falta mucho por hacer, por eso todavía no nos fuimos. Tenemos que estar acá, porque aun tenemos sueños, hay planes, proyectos. Hay personas que necesitan que salgas de tu cárcel porque esperan que vos los bendigas. Por eso el Señor no te dejará en la cárcel.
Vino el ángel, se le cayeron las cadenas y Pedro salió, no entendía bien si estaba soñando o si era una visión. Aunque no entendamos nada, el Señor nos va a guiar igual. El ángel de Jehová va a acampar alrededor de los que le tememos. La cárcel no es tu destino final, la cárcel mental, familiar, del dolor. Dios hará algo sobrenatural para sacarnos de ahí.
Lo importante no es cuándo nos vamos a morir, sino cómo vamos a vivir la próxima etapa. Por eso todo lo que es muerte cancelálo en tu vida, fotos de muertos, sacá todo porque estamos vivos y si estamos en esta estación no es para que hablemos cómo nos vamos a morir. Cuando llegue, llegará, pero mientras tanto vamos a disfrutar, a capturar. Hacé del Señor tu prioridad, dejémonos de preocupar por tonterías, porque el subte ya ha arrancado, hoy estamos en esta estación, mañana estaremos en la próxima.
El ángel lo despertó y Pedro no entendía, y entonces le dijo: "Vístete, las sandalias, la capa". El Señor declara: "Todo lo que la cárcel te ha quitado, la cárcel te lo va a devolver". Porque cuando Dios te libera de las crisis, no te saca desnudo, te saca prosperado, vestido, con sueños grandes. Vas a salir de las crisis donde estás, pero no vas a salir corriendo, ni desnudo, sino vestido.
Cuando Pedro salió fue a buscar a sus amigos, porque cuando Dios nos libera, nos libera sin traumas, sin dolor. Dios va a sanar los recuerdos de abuso, de abandono, la sentencia de muerte, todos los diagnósticos terminales. Todo será cancelado, porque todavía hay cosas por hacer en esta estación. Aun hay sueños que no hemos alcanzado, hay gente a quienes no les hemos predicado, hay cosas que no hemos edificado, hay canciones con las que no hemos alabado. ¡Todavía hay fuego que no hemos gastado!
Y cuando salió Pedro salió vestido, pasó la primera y segunda guardia y nadie lo vio. En la crisis que hoy estás pasando, tus enemigos te van a ver pasar pero no te van a poder tocar. Todos los que pusieron cadenas, quedarán encadenados, porque alguien más grande del que te maldijo es el que te viene a rescatar. Porque aun hay hijos por criar, fuerzas por gastar. Todavía tenemos que alabar al Señor.
Herodes se murió y se lo comieron los gusanos, pero Pedro salió. Saldremos en victoria, porque lo que sembramos, cosecharemos, daremos fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno. Y todo lo que hagamos nos saldrá bien. La puerta de la cárcel ya está abierta. La cárcel representa la crisis, la dificultad, la pobreza, el conflicto, el lugar estrecho. La victoria es nuestra, no hay cárcel que te pueda retener porque Dios ya la abrió. La ciudad ya está abierta, la gente necesita conocer a Jesús, escuchar una palabra de fe. Ya están listos.
Cuando Pedro salió fue a la casa de Marcos, y la puerta de madera allí representa la mente, que la tenés que abrir vos, y decidir: "Señor yo quiero conocerte, quiero disfrutar esta estación que me toca vivir hoy. Y cuando pase a la otra, la gente pueda seguir las huellas que haya dejado, pueda aprender de la revelación, pero mientras tanto hoy estoy acá".
Hay un momento en donde Dios te va a tomar de la mano, y hay un momento donde te va a dejar seguir solo. El pueblo de Dios no va a quedar en la cárcel. Volveremos a estar vestidos, pasaremos por delante de nuestros enemigos y disfrutaremos porque todavía hay mucho por hacer.
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