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domingo, 10 de octubre de 2010

Su cuerpo y su alma tienen que ser obedientes

“1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. 2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Romanos 12:1-2
Usted se preguntará cómo es que mi cuerpo y mi espíritu pueden ser obedientes. Pero lo que primero tiene que preguntarse es a quién deben ser obedientes. Entonces tiene que saber que usted es un espíritu, que tiene un alma y que vive en un cuerpo. Ahí está clave. Usted es un espíritu que ha sido puesto en un cuerpo. ¿Cómo hace su cuerpo para obedecerle? Tiene que recibir una orden que viene de su espíritu y su espíritu recibe la orden que viene del Espíritu de Dios por la Palabra de Dios. Porque usted ya es un hijo de Dios que camina en la voluntad de Dios. Entonces todo lo que va recibiendo de Dios, tiene que ir transfiriéndolo a su cuerpo. Su cuerpo tiene que recibir órdenes. La manera contraria es cuando su cuerpo le envía, a través de los sentidos, órdenes para hacer lo que se le antoja. Pero ese no es el orden correcto, es desde adentro hacia afuera que deben ejecutarse las órdenes. No al revés.
Los hábitos y los vicios paulatinamente van arruinando el cuerpo. Sin embargo, como nunca en toda la historia, los jóvenes y adolescentes fuman tanto y nunca tuvieron tanta información del daño que causa como ahora. Pero ellos deciden seguir fumando.
En 1º corintios 9 el apóstol Pablo dice: yo al cuerpo lo pongo en servidumbre. El cuerpo es alguien que me obedece, que hace lo que yo le digo. Esa disciplina no es instantánea, es algo que tiene que ir de a poco para ponerla en orden. Ese cuerpo que usted tiene lo tiene que acompañar al verdadero ser, que es el espíritu, por lo menos hasta los ciento veinte años.
Nosotros tenemos la autoridad para hacer esto no sólo sobre el cuerpo, sino también sobre la mente, sobre la voluntad y las emociones, o sea, el alma. Usted tiene que determinar qué hacer con la mente. Cuando decide recibir la Palabra es porque tiene interés de renovar el entendimiento para ver una trasformación en su vida. Toda la trasformación viene por aplicar un sistema de creencia correcto y si escucha la Palabra y la recibe, tiene la voluntad de decidir qué hacer con esa Palabra.
Tiene derecho a ser muy feliz en esta vida. Si quiere desarrollar una familia bendita prepárese porque usted no va a vivir lo que vivieron otros, va a vivir lo que Dios ha planeado para su vida. Va a levantar a cuatro generaciones después de la suya llenos de la gloria de Dios.
Dios no sólo lo ha hecho a su imagen y semejanza sino que le ha dado autoridad, le ha dicho y comisionado que hay que llenar la tierra de la presencia y de la gloria de él. Hay que predicar el evangelio a toda criatura, a todas las naciones y a todo lugar.
El espíritu suyo es el centro de control en toda su vida. Al tener autoridad desde el espíritu la va llevando al plano de todas las cosas. No reacciona por lo que el mundo hace, por lo que el mundo le provoca ni por las circunstancias, usted actúa por lo que Dios ha planeado para su vida.
Recuerde entonces que su cuerpo y su alma tienen que ser obedientes a su espíritu que está conectado al Espíritu de Dios que mora en usted.
Oración: Padre, gracias por tu Espíritu Santo viviendo en mí. Dejaré que me guíe siempre para que mi espíritu se llene de ti y pueda gobernar con sabiduría mi alma y mi cuerpo. No me dejaré guiar por las emociones, ni sentimientos. Quiero hacer tu voluntad. En el nombre de Jesús, amén. Por. Rev. Juan O. Crudo, Argentina.

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