Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón.
Jeremías 15:16
Sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios.
1 Tesalonicenses 2:13
¿Cuál es la actitud que debemos tener para comprender el mensaje espiritual de la Biblia? Abrir la Biblia sin haber pedido a Dios, de todo corazón, que su lectura sea nutritiva para nuestra alma, nos expone a no sacar provecho alguno de ella.
Para comprender la Palabra necesito la ayuda de Dios, pero también es preciso que mi mente esté:
–Disponible: primeramente tomándome tiempo para leer el texto bíblico.
–Abierta: poniendo a un lado mis prejuicios, dejándome interpelar por ella con un espíritu de humildad y fe. En efecto, es Dios quien me habla; puedo confiar en él porque me ama y siempre me dice la verdad.
–Receptiva: Dios me revela sus pensamientos, me ofrece su amor, se da a sí mismo. Recibo todo esto como un regalo.
–Obediente: porque la fe conduce a obedecer. Cuando Dios me habla, mi respuesta debería ser espontánea: hacer lo que él me dice.
El mensaje central de la Palabra es que Dios es amor y dio a su Hijo muy amado. Cuando la leemos con confianza, Dios nos atrae hacia Cristo, su Hijo unigénito, el Salvador. Al recibir su mensaje, recibimos a Jesús, el Salvador. Él es el único camino para conocer a Dios como nuestro Padre.
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Fuente: © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
http://labuenasemilla.net calendarios@labuenasemilla.net
http://ediciones-biblicas.ch
Jeremías 15:16
Sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios.
1 Tesalonicenses 2:13
¿Cuál es la actitud que debemos tener para comprender el mensaje espiritual de la Biblia? Abrir la Biblia sin haber pedido a Dios, de todo corazón, que su lectura sea nutritiva para nuestra alma, nos expone a no sacar provecho alguno de ella.
Para comprender la Palabra necesito la ayuda de Dios, pero también es preciso que mi mente esté:
–Disponible: primeramente tomándome tiempo para leer el texto bíblico.
–Abierta: poniendo a un lado mis prejuicios, dejándome interpelar por ella con un espíritu de humildad y fe. En efecto, es Dios quien me habla; puedo confiar en él porque me ama y siempre me dice la verdad.
–Receptiva: Dios me revela sus pensamientos, me ofrece su amor, se da a sí mismo. Recibo todo esto como un regalo.
–Obediente: porque la fe conduce a obedecer. Cuando Dios me habla, mi respuesta debería ser espontánea: hacer lo que él me dice.
El mensaje central de la Palabra es que Dios es amor y dio a su Hijo muy amado. Cuando la leemos con confianza, Dios nos atrae hacia Cristo, su Hijo unigénito, el Salvador. Al recibir su mensaje, recibimos a Jesús, el Salvador. Él es el único camino para conocer a Dios como nuestro Padre.
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