Por. Julie Ackerman Link
LEA: Deuteronomio 11:13-23
… como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. —Romanos 6:4
Un programa de televisión que me gusta ver tiene un segmento llamado «cambio radical». Se eligen dos mujeres para acicalarlas durante tres horas y renovarles el peinado, el maquillaje y la vestimenta. La transformación suele ser asombrosa. Cuando la mujer aparece de detrás de una cortina, la audiencia da un grito sofocado y queda boquiabierta. A veces, los amigos y los familiares empiezan a llorar. Después de todo eso, la mujer con la nueva apariencia finalmente puede verse a sí misma. Algunas quedan tan estupefactas que siguen mirándose al espejo como si buscaran probar que son ellas realmente.
Después, cuando esas mujeres caminan por el escenario para reunirse con sus compañeras, el antiguo yo se pone en evidencia. La mayoría no sabe cómo caminar con zapatos nuevos. Aunque lucen elegantes, su andar tosco las descubre. La transformación es incompleta.
Lo mismo sucede con nuestra vida cristiana. Dios obra en nosotros para darnos un nuevo comienzo, pero andar en Sus caminos (Deuteronomio 11:22) requiere tiempo, esfuerzo y mucha práctica. Si simplemente nos quedamos de pie y sonreímos, podemos parecer transformados, pero nuestra manera de andar revela hasta qué punto el cambio es real. Ser cambiados significa abandonar nuestra antigua manera de vivir y aprender a andar por un camino nuevo (Romanos 6:4).
El cambio de conducta empieza con la transformación del corazón.
Deuda de gratitud
Por. Bill Crowder
LEA: Romanos 16:1-16
… expusieron su vida por mí; a los cuales no sólo yo doy gracias, sino también todas las iglesias de los gentiles. —Romanos 16:4
Dave Randlett fue alguien del cual puedo decir: «Por causa de él, mi vida nunca será igual». Dave, que se fue al cielo en octubre de 2010, se convirtió en mi mentor cuando yo estudiaba en la facultad y estaba empezando a seguir a Cristo. Él no sólo invirtió tiempo en mi vida, sino que se arriesgó a darme oportunidades de crecer y aprender en el servicio para el Señor. Fue el instrumento de Dios para que yo tuviera posibilidades de predicar y viajar con un conjunto musical durante mis años de estudio. Como consecuencia, ayudó a moldearme y prepararme para una vida como maestro de la Palabra de Dios. Me alegra haber podido darle las gracias en varias ocasiones.
Así como yo estoy agradecido por la influencia de Dave en mi vida, el apóstol sentía lo mismo por Aquila y Priscila, que servían al Señor junto con él. Dijo de ellos: «… expusieron su vida por mí». Con gratitud, les dio las gracias, al igual que «todas las iglesias de los gentiles» (Romanos 16:4).
Es probable que tú también tengas personas que se arriesgaron para darte oportunidades de servir o que influyeron poderosamente en tu vida espiritual. Quizá pastores, líderes en la obra de Dios, amigos o miembros de tu familia han dedicado parte de su vida para que progresaras en el servicio a Cristo. La pregunta es: ¿les has dado las gracias?
Dedica un tiempo para agradecerles a aquellos que te han ayudado.
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