Lectura: Juan 20:24-31
¡Señor mío, y Dios mío! —Juan 20:28
¿Puede un creyente en Cristo, que ocasionalmente duda sobre asuntos de la fe, ser eficaz en el servicio al Señor? Algunos piensan que los cristianos maduros y fieles nunca cuestionan sus creencias; sin embargo, así como tenemos experiencias que fortalecen nuestra fe, también vivimos situaciones que nos hacen dudar temporalmente.
En un principio, el discípulo Tomás dudó de los informes sobre la resurrección de Jesús. Dijo: «Si no viere en sus manos la señal de los clavos, […] no creeré» (Juan 20:25). Cristo no lo reprendió, sino que le dio las pruebas que pedía. Pasmado al ver al Salvador resucitado, Tomás exclamó: «¡Señor mío, y Dios mío!» (20:28). Después de ese incidente, el Nuevo Testamento no dice nada más sobre este discípulo.
No obstante, varias tradiciones de la iglesia primitiva afirman que Tomás fue como misionero a la India. Se dice que, mientras estuvo allí, predicó el evangelio, hizo milagros y fundó iglesias. Algunas de esas iglesias todavía siguen siendo congregaciones dinámicas que atribuyen su fundación a Tomás.
Un período de dudas no tiene que convertirse en un patrón de vida. Deja que Dios te guíe para que comprendas más profundamente sus verdades. Renueva tu fe. Aún puedes lograr grandes cosas para Él.
—HDF
Aprende a dudar de tus dudas y a creer tus creencias.
NUESTRO PAN DIARIO
Ojos para ver
Lectura: Josué 3:1-11
Extendí mis manos a ti, mi alma a ti como la tierra sedienta. —Salmo 143:6
Mi primera visión de la tierra prometida desde los montes de Moab fue decepcionante. «¿Ha cambiado mucho desde que los israelitas estuvieron aquí?», le pregunté a la guía mientras mirábamos hacia Jericó. Esperaba que el contraste fuera notorio en comparación con el lado oriental del Jordán. «No —respondió—. Se ha mantenido igual durante miles de años».
Así que, reformulé la pregunta: «¿Qué vieron los israelitas cuando llegaron aquí?». «El mayor oasis de toda la superficie de la tierra», contestó ella.
Entonces, comprendí. Yo había atravesado el estéril desierto en un autobús de lujo, con aire acondicionado y botellas de agua helada. Para mí, un oasis no era nada espectacular. Los israelitas habían pasado años vagando por un desierto seco y caluroso. Para ellos, el extenso e irregular terreno de color verde pálido en la brumosa lejanía era sinónimo de agua fresca y vivificadora. Ellos estaban muertos de sed; yo, fresquito. Ellos estaban exhaustos; yo, descansado. A ellos les había llevado 40 años llegar allí; a mí, 4 horas.
Al igual que un oasis, la bondad de Dios se encuentra en los sitios áridos y difíciles. Me pregunto: ¿cuántas veces no alcanzamos a percibir su bondad porque nuestros sentidos espirituales han sido adormecidos por las comodidades? A veces, las dádivas del Señor se ven con más claridad cuando estamos cansados y sedientos. Quiera Dios que siempre tengamos sed de Él (Salmo 143:6).
—JAL
Jesús es la única fuente que puede satisfacer la sed del alma.
NUESTRO PAN DIARIO
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NOTICIAS CRISTIANAS PARA ESTAR INFORMADO
The American Bible Challenge
Gran programa-concurso de TV sobre la Biblia en EEUU
Llegará a 73 millones de personas a través de la plataforma GSN, propiedad de DirecTV y Sony Pictures.
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Una EcoBiblia porque a Dios le importa nuestro planeta
Primera Biblia en español con artículos sobre el cuidado de la creación de Dios, impresa en una imprenta certificada con papel reciclable y tinta de soya.
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El niño Jesús y el templo
Elcana, Ana y el niño Jesús en el templo.
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No obstante, varias tradiciones de la iglesia primitiva afirman que Tomás fue como misionero a la India. Se dice que, mientras estuvo allí, predicó el evangelio, hizo milagros y fundó iglesias. Algunas de esas iglesias todavía siguen siendo congregaciones dinámicas que atribuyen su fundación a Tomás.
Un período de dudas no tiene que convertirse en un patrón de vida. Deja que Dios te guíe para que comprendas más profundamente sus verdades. Renueva tu fe. Aún puedes lograr grandes cosas para Él.
—HDF
Aprende a dudar de tus dudas y a creer tus creencias.
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Extendí mis manos a ti, mi alma a ti como la tierra sedienta. —Salmo 143:6
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Así que, reformulé la pregunta: «¿Qué vieron los israelitas cuando llegaron aquí?». «El mayor oasis de toda la superficie de la tierra», contestó ella.
Entonces, comprendí. Yo había atravesado el estéril desierto en un autobús de lujo, con aire acondicionado y botellas de agua helada. Para mí, un oasis no era nada espectacular. Los israelitas habían pasado años vagando por un desierto seco y caluroso. Para ellos, el extenso e irregular terreno de color verde pálido en la brumosa lejanía era sinónimo de agua fresca y vivificadora. Ellos estaban muertos de sed; yo, fresquito. Ellos estaban exhaustos; yo, descansado. A ellos les había llevado 40 años llegar allí; a mí, 4 horas.
Al igual que un oasis, la bondad de Dios se encuentra en los sitios áridos y difíciles. Me pregunto: ¿cuántas veces no alcanzamos a percibir su bondad porque nuestros sentidos espirituales han sido adormecidos por las comodidades? A veces, las dádivas del Señor se ven con más claridad cuando estamos cansados y sedientos. Quiera Dios que siempre tengamos sed de Él (Salmo 143:6).
—JAL
Jesús es la única fuente que puede satisfacer la sed del alma.
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