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jueves, 10 de septiembre de 2015

Me sostiene



… No temas, yo te ayudo (Isaías 41:13).
Lectura: Salmo 34:1-7
La biblia en un año: Proverbios 8–9; 2 Corintios 3
Cuando dejé de viajar en familia con mis padres, raras veces iba a visitar a mis abuelos, los cuales vivían a cientos de kilómetros de casa. Así que, un día, decidí tomar un avión para ir a visitarlos durante un fin de semana largo. Mientras íbamos al aeropuerto para mi vuelo de regreso, mi abuela, que nunca había volado, empezó a transmitirme sus temores: «Ese avión en que viniste era tan pequeño… En realidad, no hay nada que te sostenga allí arriba, ¿no? A mí me daría muchísimo miedo subir a esa altura».
Cuando llegó el momento de subir al pequeño avión, yo tenía tanto miedo como la primera vez que volé. Es verdad, ¿qué es lo que, al fin y al cabo, sostiene este avión?
Los temores irracionales, e incluso los legítimos, no tienen que aterrorizarnos. David vivió como un fugitivo; perseguido por el rey Saúl, quien estaba celoso de su popularidad. Solamente encontró paz y consuelo en su relación con Dios, como escribió en el Salmo 34: «Busqué al Señor, y él me oyó, y me libró de todos mis temores» (v. 4).
Nuestro Padre celestial es perfectamente sabio y amoroso. Cuando el miedo comience a abrumarnos, debemos detenernos y recordar que Él es nuestro Dios y que siempre nos sostendrá.
Padre, a pesar de mis temores, sé que estás conmigo. ¡Que tu amor perfecto quite mis miedos y tranquilice mi corazón!
Cuando creemos que Dios es bueno, aprendemos a liberarnos de nuestros miedos.
Nuestro Pan Diario

Un perfume y una carta
Porque para Dios somos grato olor de Cristo… (v. 15).
La biblia en un año: Proverbios 6–7; 2 Corintios 2
Cada vez que paso junto a un rosal o a un ramo de flores, no puedo resistir la tentación de acercar una flor a mi nariz para sentir el perfume. El aroma agradable me incentiva y despierta en mi interior sensaciones agradables.
Hace siglos, cuando el apóstol Pablo les escribió a los cristianos de Corinto, afirmó que, como pertenecemos a Cristo, Dios «por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento» (2 Corintios 2:14). El poder del Señor nos capacita para tener una vida victoriosa, al sustituir nuestro egoísmo por su amor y bondad, y proclamar la benignidad de su salvación. Cuando lo hacemos, somos indudablemente un aroma fragante para Dios.
Luego, Pablo pasa a una segunda imagen, en la cual describe a los creyentes como una «carta de Cristo» (3:3). Nuestra vida es una carta que no se ha escrito con tinta común, sino con el Espíritu de Dios. El Señor nos cambia al escribir su Palabra en nuestro corazón, para que otros lean.
Ambas ilustraciones nos incentivan a permitir que la belleza de Cristo se vea en nosotros, para que podamos guiar a las personas a Él. Jesucristo es quien, como escribió Pablo en Efesios 5:2, «nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante».
— 
Señor, que tu esplendor perfume mi vida.
Nuestras acciones hablan más fuerte que nuestras palabras.
Nuestro Pan Diario
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