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miércoles, 30 de septiembre de 2015

Pensar en los pobres




El justo hace suya la causa de los pobres… (Proverbios 29:7 rvc).
La biblia en un año: Isaías 3–4; Gálatas 6
Corría el año 1780, y Robert Raikes sentía una carga respecto a ayudar a los niños pobres y analfabetos de su vecindario londinense. Notó que no se estaba haciendo nada al respecto y se propuso marcar la diferencia.
Contrató a dos mujeres para que comenzaran escuelas que funcionaran los domingos. Con la Biblia como su libro de texto, las maestras enseñaban a leer a los niños más pobres y los instruían en la sabiduría de la Palabra de Dios. Poco después, unos 100 niños asistían a esas clases y disfrutaban de un almuerzo en un entorno limpio y seguro. A la larga, las «escuelas dominicales», como se las llamó, tocaron la vida de miles de niños. Para 1831, esas escuelas alcanzaron a más de un millón de chicos en Gran Bretaña; todo porque un hombre entendió esta verdad: «Conoce el justo la causa de los pobres» (Proverbios 29:7).
Sabemos que a Jesús le interesan los necesitados. En Mateo 25, sugiere que sus seguidores muestren que están preparados para su regreso ayudando a alimentar a los hambrientos, dar de beber a los sedientos, encontrar morada para quienes no la tienen, buscar ropa para los desnudos y ofrecer consuelo a los enfermos y encarcelados (vv. 35-36).
Honremos al Señor ayudando a quienes Él lleva en su corazón.
Señor, despierta mi corazón a las necesidades de los demás.
Abre tu corazón a Dios para aprender sobre la compasión y tu mano para ayudar.
Nuestro Pan Diario

Una nueva creación
… si alguno está en Cristo, nueva criatura es… (2 Corintios 5:17)
La biblia en un año: Isaías 1–2; Gálatas 5
Al principio de mi vida laboral, tuve un compañero al que parecía encantarle usar el nombre de Dios cuando insultaba. Se burlaba descaradamente de los creyentes que eran nuevos en su fe o que trataban de hablarle de Jesús. El día que me mudé para trabajar en otra ciudad, recuerdo que pensé que ese hombre nunca aceptaría a Cristo como Salvador.
Dos años después, visité mi antiguo lugar de trabajo, y él seguía allí. ¡Nunca vi un cambio tan impresionante! Aquel agnóstico se había convertido en un ejemplo andante y hablante de lo que significa ser una «nueva criatura» en Cristo (2 Corintios 5:17). Hoy, más de 30 años después, sigue contándoles a otros que Jesús «lo encontró donde él estaba; con pecado y todo».
Se me ocurre que los primeros cristianos vieron algo similar en Pablo, su feroz perseguidor; un fascinante ejemplo de lo que significa convertirse en una nueva criatura (Hechos 9:1-22). ¡Qué gran esperanza brindan estas dos vidas a quienes piensan que la salvación no puede alcanzarlos!
Jesús buscó a Pablo, a mi compañero de trabajo… y a mí. Y hoy sigue alcanzando a los «inalcanzables» y mostrándonos que nosotros también podemos llegar a ellos.
Señor, quiero aprender a alcanzar a otros con tu amor y perdón. Enséñame y ayúdame a salir con fe y confianza.
Nadie está fuera del alcance de Dios.
Nuestro Pan Diario
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