… he aprendido a contentarme, cualquiera que sea
mi situación (v. 11).
Lectura: Filipenses 4:10-19
La biblia en un año: Hechos 17:1-15
María era viuda y enfrentaba graves problemas de
salud. Entonces, su hija la invitó a mudarse al nuevo «apartamento de la
abuela», conectado con su casa. Aunque eso implicaría alejarse de sus amigos
creyentes y de su iglesia, María se regocijó por la provisión del Señor. Sin
embargo, a los seis meses, ese gozo y contentamiento iniciales amenazaban
con desaparecer cuando se sintió tentada a quejarse por dentro y a dudar de si
ese había sido el plan perfecto de Dios.
En ese momento, leyó un escrito de Carlos Spurgeon,
el gran predicador del siglo xix: «El contentamiento es una de las flores del
cielo y debe ser cultivada. Pablo afirma: “he aprendido a contentarme”, como si
anteriormente no hubiese sabido cómo hacerlo».
María entendió que, si un apasionado evangelista
como Pablo, confinado en una prisión, abandonado por los amigos y condenado a
muerte pudo aprender a contentarse, ella también podría. Dijo: «Me di cuenta de
que, hasta que aprendiera esta lección, debía disfrutar de los planes de Dios.
Entonces, confesé mis quejas al Señor y le pedí perdón. Poco después, una mujer
recientemente jubilada me pidió que fuera su compañera de oración, y otros ofrecieron
llevarme a la iglesia. Mis necesidades habían sido maravillosamente suplidas».
Señor, ayúdame a estar satisfecho cualquiera que
sea mi situación.
Aunque Dios no cambie las circunstancias, puede
cambiarnos a nosotros si estamos dispuestos.
El lenguaje del amor
Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella
maldecimos a los hombres… (v. 9).
Lectura: Santiago 3:1-12
La biblia en un año: Hechos 16:22-40
Cuando mi abuela fue a México como misionera, le
resultó difícil aprender español. Un día, fue al mercado, le mostró su lista de
compras a la muchacha que la atendió y le dijo: «Está en dos lenguas»,
queriendo explicar que la había escrito en dos «idiomas». El carnicero oyó de
lejos y supuso que ella quería comprar dos lenguas de vaca. Mi abuela no se dio
cuenta hasta que llegó a su casa. ¡Nunca antes había cocinado lengua de vaca!
Los errores son inevitables cuando se aprende un
idioma desconocido, incluido el lenguaje nuevo del amor de Dios. A veces,
nuestro discurso parece contradictorio, ya que alabamos al Señor, pero hablamos
mal de los demás. Nuestra vieja naturaleza pecaminosa se opone a nuestra nueva
vida en Cristo. Lo que sale de nuestra boca revela cuánto necesitamos la
ayuda de Dios.
Nuestra vieja «lengua» debe irse. La única manera
de aprender el lenguaje nuevo del amor es convirtiendo a Jesús en el Señor de
nuestras conversaciones. Cuando el Espíritu Santo obra en nosotros, nos da
dominio propio para decir palabras que agradan al Padre. ¡Sometamos cada
palabra a Él! «Pon guarda a mi boca, oh Señor; guarda la puerta de mis labios»
(Salmo 141:3).
Señor, controla hoy mi boca. Que mis palabras te
bendigan a ti y a los demás.
Que nuestras palabras guíen a otros a Jesús.
Todo lo que necesitamos y más
… todas las cosas que pertenecen a la vida y a
la piedad nos han sido dadas por su divino poder… (v. 3).
Lectura: 2 Pedro 1:1-10
La biblia en un año: Hechos 16:1-21
En medio de la campiña inglesa, G. K. Chesterton se
puso de pie de un salto y empezó a reírse a carcajadas. Explotó tan de repente
y con tanto ruido que las vacas no dejaban de mirarlo.
Minutos antes, el escritor y apologista cristiano
estaba desolado. Esa tarde, había estado recorriendo las colinas y
dibujando con tizas de colores sobre un papel marrón. Sin embargo, se angustió
cuando descubrió que no tenía ninguna tiza blanca, color que consideraba
esencial para sus ilustraciones. Pero, de pronto, comenzó a reírse cuando se
dio cuenta de que estaba pisando sobre un terreno de piedra caliza porosa: ¡el
equivalente en la tierra a la tiza blanca! Partió un trozo y siguió dibujando.
Como Chesterton, los creyentes tienen a su alcance
los recursos espirituales ilimitados de Dios en todo momento: «todas las cosas
que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder,
mediante el conocimiento de [Dios]» (2 Pedro 1:3).
Quizá sientas que te faltan algunos elementos
importantes y necesarios para la piedad, tales como fe, gracia y sabiduría.
Pero, si conoces a Cristo, tienes todo lo que necesitas y más. Por medio de
Jesús, tienes acceso al Padre, quien, en su gracia, provee de todas las cosas a
los creyentes.
Señor, gracias por darme todo lo que necesito.
El poder de Dios es ilimitado.
Nuestro Pan Diario
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