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lunes, 15 de agosto de 2016

¿Quién les dirá?



… nuestro Salvador Jesucristo […] quitó la muerte y sacó a luz la vida… (2 Timoteo 1:10).
La biblia en un año: Romanos 10
La Segunda Guerra Mundial había terminado; se había declarado la paz. Sin embargo, el joven teniente Hiroo Onoda, del Ejército Imperial Japonés, posicionado en Filipinas, no se había enterado. Como la última orden que había recibido en 1945 era que se mantuviera firme y resistiera, consideró que los avisos y los panfletos que dejaron caer donde él estaba ubicado eran un engaño del enemigo. Onoda no se rindió hasta marzo de 1974, casi 30 años después, cuando su comandante viajó desde Japón a Filipinas, revocó su orden inicial y lo liberó oficialmente de su deber. Finalmente, Onoda creyó que la guerra había terminado.
En el caso de la buena noticia de Jesucristo, muchos aún no la han oído o no creen que Él «quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio» (2 Timoteo 1:10). Incluso, algunos de los que oímos y creímos seguimos viviendo derrotados, tratando de sobrevivir en la jungla de esta vida.
Alguien debe comunicarles la noticia gloriosa de la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte. Aunque seamos escépticos o dudemos, cobremos ánimo e imaginemos la libertad que experimentarán cuando Cristo les dé a conocer que la batalla ya ha sido ganada.
Señor, ayúdame a estar atento a las necesidades de los demás y a contarles lo que tú has hecho.
¿Le darás hoy a alguien la buena noticia?

Ama a tu prójimo
Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Gálatas 5:14).
Lectura: Romanos 13:8-11
La biblia en un año: Romanos 1
Se cuenta que un antropólogo estaba terminando varios meses de investigación en una pequeña aldea. Mientras esperaba un transporte hacia el aeropuerto para volver a su casa, decidió organizar un juego para unos niños: tenían que correr hasta una cesta con frutas y dulces que estaba cerca de un árbol. Pero, cuando dio la orden de empezar a correr, todos se quedaron parados. Luego, se tomaron de las manos y corrieron todos juntos hacia aquel árbol.
Cuando les preguntó por qué prefirieron correr en grupo hacia el premio en lugar de ir por separado, una niña respondió: «¿Cómo podría uno solo estar feliz cuando todos los demás están tristes?». Como esos niños se interesaban unos por otros, querían compartir todos juntos la cesta de frutas y dulces.
Después de estudiar durante años la ley de Moisés, el apóstol Pablo descubrió que todos los mandamientos de Dios se resumen en uno solo: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Gálatas 5:14; ver también Romanos 13:9). En Cristo, Pablo no solo vio la razón de animarnos, consolarnos y cuidarnos mutuamente, sino también la fuente de poder espiritual para hacerlo.
Dado que el Señor nos cuida, nosotros nos cuidamos los unos a los otros.
Señor, abre nuestros ojos a las necesidades de los demás y ayúdanos a suplirlas.
Mostramos nuestro amor a Dios cuando nos amamos unos a otros.
Nuestro Pan Diario

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