… nuestro Salvador Jesucristo […] quitó la
muerte y sacó a luz la vida… (2 Timoteo 1:10).
Lectura: 2 Corintios 4:1-6
La biblia en un año: Romanos 10
La Segunda Guerra Mundial había terminado; se había
declarado la paz. Sin embargo, el joven teniente Hiroo Onoda, del Ejército
Imperial Japonés, posicionado en Filipinas, no se había enterado. Como la
última orden que había recibido en 1945 era que se mantuviera firme y
resistiera, consideró que los avisos y los panfletos que dejaron caer donde él
estaba ubicado eran un engaño del enemigo. Onoda no se rindió hasta marzo de
1974, casi 30 años después, cuando su comandante viajó desde Japón a
Filipinas, revocó su orden inicial y lo liberó oficialmente de su deber.
Finalmente, Onoda creyó que la guerra había terminado.
En el caso de la buena noticia de Jesucristo, muchos
aún no la han oído o no creen que Él «quitó la muerte y sacó a luz la vida y la
inmortalidad por el evangelio» (2 Timoteo 1:10). Incluso, algunos de los que
oímos y creímos seguimos viviendo derrotados, tratando de sobrevivir en la
jungla de esta vida.
Alguien debe comunicarles la noticia gloriosa de la
victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte. Aunque seamos escépticos o
dudemos, cobremos ánimo e imaginemos la libertad que experimentarán cuando
Cristo les dé a conocer que la batalla ya ha sido ganada.
Señor, ayúdame a estar atento a las necesidades de
los demás y a contarles lo que tú has hecho.
¿Le darás hoy a alguien la buena noticia?
Ama a tu prójimo
Porque toda la ley en esta sola palabra se
cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Gálatas 5:14).
Lectura: Romanos 13:8-11
La biblia en un año: Romanos 1
Se cuenta que un antropólogo estaba terminando
varios meses de investigación en una pequeña aldea. Mientras esperaba un
transporte hacia el aeropuerto para volver a su casa, decidió organizar un
juego para unos niños: tenían que correr hasta una cesta con frutas y dulces
que estaba cerca de un árbol. Pero, cuando dio la orden de empezar a correr,
todos se quedaron parados. Luego, se tomaron de las manos y corrieron todos
juntos hacia aquel árbol.
Cuando les preguntó por qué prefirieron correr en
grupo hacia el premio en lugar de ir por separado, una niña respondió: «¿Cómo
podría uno solo estar feliz cuando todos los demás están tristes?». Como esos
niños se interesaban unos por otros, querían compartir todos juntos la cesta de
frutas y dulces.
Después de estudiar durante años la ley de Moisés,
el apóstol Pablo descubrió que todos los mandamientos de Dios se resumen en uno
solo: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Gálatas 5:14; ver también Romanos
13:9). En Cristo, Pablo no solo vio la razón de animarnos, consolarnos y
cuidarnos mutuamente, sino también la fuente de poder espiritual para hacerlo.
Dado que el Señor nos cuida, nosotros nos cuidamos
los unos a los otros.
Señor, abre nuestros ojos a las necesidades de los
demás y ayúdanos a suplirlas.
Mostramos nuestro amor a Dios cuando nos amamos
unos a otros.
Nuestro Pan Diario
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