… más podremos nosotros que ellos (Números
13:30).
Lectura: Números 13:25–14:9
La Biblia en un año: 1 Corintios 3
Después de acampar durante dos años al pie del
monte Sinaí, los israelitas estaban a punto de entrar en Canaán, la tierra que
Dios había prometido darles. El Señor les dijo que enviaran doce espías para
reconocer la tierra y a sus habitantes. Al volver, diez de ellos dijeron que no
podrían entrar, pero dos afirmaron que podían.
¿Qué los diferenciaba?
Diez compararon a los gigantes con ellos mismos,
pero Josué y Caleb los compararon con Dios, quien era mucho más grande que
aquellos gigantes. Dijeron: «con nosotros está el Señor; no los temáis»
(Números 14:9).
La incredulidad impide que superemos las
dificultades. Hace que nos preocupemos, que no pensemos en otra cosa y que
lamentemos carecer humanamente de recursos para vencerlas.
En cambio, la fe, aunque nunca minimiza los
peligros y las dificultades, deja de enfocarse en esas cosas, mira a Dios, y
cuenta con su presencia invisible y su poder.
¿Cuáles son tus «gigantes»? ¿Un hábito imposible de
dejar? ¿Una tentación irresistible? ¿Un matrimonio difícil? ¿Un familiar
adicto?
No miremos las dificultades, sino, con fe,
enfoquémonos en la grandeza del Dios siempre presente y todopoderoso.
Señor, cuando los «gigantes» de mi vida comiencen a
abrumarme y atemorizarme, ayúdame a confiar en ti.
Cuando el miedo llame a la puerta, respóndele
con la fe.
Nuestro Pan Diario
Obsesión con comparar
… ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno? (v.
15).
Lectura: Mateo 20:1-16
La Biblia en un año: 1 Corintios 2
Uno de los profesores de la Universidad de Harvard
ha descubierto una tendencia preocupante entre sus alumnos y colegas: obsesión
con comparar. Escribe: «Más que nunca, […] los ejecutivos de negocios,
los analistas de Wall Street, los abogados, los médicos y otros
profesionales están obsesionados con comparar sus logros con los de los demás.
[…] Esto es perjudicial para las personas y para las empresas. Cuando defines
el éxito según parámetros externos en lugar de personales, la satisfacción y el
compromiso disminuyen».
Esto no es nada nuevo. La Escritura nos advierte
del peligro de compararnos con otros. Cuando lo hacemos, nos enorgullecemos y
despreciamos a los demás (Lucas 18:9-14), o nos ponemos celosos y queremos ser
como ellos o tener lo que tienen (Santiago 4:1). Perdemos de vista el plan de
Dios para nuestra vida. Jesús explicó que la obsesión con comparar surge de
creer que Dios es injusto y que no tiene derecho a ser más generoso con otros
que con nosotros (Mateo 20:1-16).
Por la gracia de Dios, podemos superar este hábito
concentrándonos en lo que Él nos ha dado. Al dar gracias por las bendiciones de
cada día, cambiamos la perspectiva y empezamos a creer de verdad que Dios es
bueno.
Señor, ayúdame a mirarte a ti y no a los demás.
Dios expresa su bondad a sus hijos como Él
prefiere.
Eso que tú haces
… los hijos de Judá prevalecieron, porque se
apoyaban en el Señor el Dios de sus padres (v. 18).
Lectura: 2 Crónicas 13:10-18
La Biblia en un año: 1 Corintios 1
Cuando el convoy estaba por partir, un joven
soldado golpeó apresurado la ventanilla del vehículo de su jefe de pelotón.
Irritado, el sargento bajó la ventanilla y gritó: —¡¿Qué pasa?!
—Tiene que hacer esa cosa— dijo el soldado.
—¿Qué cosa?— respondió el sargento.
—Usted sabe. Eso que usted hace— dijo el soldado.
Entonces, el sargento se dio cuenta. Siempre oraba
por la seguridad del convoy, pero esta vez no lo había hecho. Obedientemente,
bajó del Humvee y oró por sus soldados. Aquel joven soldado entendía cuán
importante era que su jefe orara.
En la antigua Judá, Abías no se destacó como un
gran rey (1 Reyes 15:3), pero, cuando su pueblo se preparaba para luchar contra
Israel, que lo duplicaba en número, sabía que quedaba un remanente fiel en Judá
(2 Crónicas 13:10-12), mientras que Israel adoraba a dioses paganos (vv. 8-9).
Entonces, clamó al Dios verdadero por ayuda.
A pesar de su mala reputación y de todo el daño que
hizo, sabía a quién acudir en las crisis, y su ejército triunfó «porque se
apoyaban en el Señor el Dios de sus padres» (v. 18). El Señor recibe con agrado
a todos los que se acercan a Él y confían en su nombre.
Señor, sé que la oración no es un amuleto de buena
suerte. Acudo a ti porque es lo mejor que puedo hacer. Pongo todas mis
circunstancias en tus manos.
Dios nunca se alejará de aquellos que se acercan
a Él con fe.
Nuestro Pan Diario-----------------------------------------------------------------------------
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