… todas las cosas que pertenecen a la vida y a
la piedad nos han sido dadas por su divino poder… (v. 3).
Lectura: 2 Pedro 1:1-10
La biblia en un año: Hechos 16:1-21
En medio de la campiña inglesa, G. K. Chesterton se
puso de pie de un salto y empezó a reírse a carcajadas. Explotó tan de repente
y con tanto ruido que las vacas no dejaban de mirarlo.
Minutos antes, el escritor y apologista cristiano
estaba desolado. Esa tarde, había estado recorriendo las colinas y
dibujando con tizas de colores sobre un papel marrón. Sin embargo, se angustió
cuando descubrió que no tenía ninguna tiza blanca, color que consideraba
esencial para sus ilustraciones. Pero, de pronto, comenzó a reírse cuando se
dio cuenta de que estaba pisando sobre un terreno de piedra caliza porosa: ¡el
equivalente en la tierra a la tiza blanca! Partió un trozo y siguió dibujando.
Como Chesterton, los creyentes tienen a su alcance
los recursos espirituales ilimitados de Dios en todo momento: «todas las cosas
que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder,
mediante el conocimiento de [Dios]» (2 Pedro 1:3).
Quizá sientas que te faltan algunos elementos
importantes y necesarios para la piedad, tales como fe, gracia y sabiduría.
Pero, si conoces a Cristo, tienes todo lo que necesitas y más. Por medio de
Jesús, tienes acceso al Padre, quien, en su gracia, provee de todas las cosas a
los creyentes.
Señor, gracias por darme todo lo que necesito.
El poder de Dios es ilimitado.
Nuestra tarea principal
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y
la vida; nadie viene al Padre, sino por mí (Juan 14:6).
Lectura: Mateo 7:12-23
La biblia en un año: Hechos 15:22-41
Cuando una erudita británica convocó a las
religiones del mundo a trabajar juntas para alcanzar la unidad en nuestro
planeta, personas de todas partes lo celebraron. Señalando que las religiones
más importantes compartían la Regla de oro, sugirió: «La tarea principal de
nuestra época es construir una sociedad global donde personas de todas las
creencias puedan vivir juntas en paz y armonía».
Jesús citó la Regla de oro en su Sermón del monte:
«todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también
haced vosotros con ellos» (Mateo 7:12). Y poco antes: «Amad a vuestros enemigos
[…] y orad por los que […] os persiguen» (5:44). Sin duda, poner en práctica
estos mandamientos cruciales contribuiría en gran medida a la paz y la armonía.
No obstante, Jesús llama de inmediato a aplicar el discernimiento, y advierte: «Guardaos
de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por
dentro son lobos rapaces» (7:15).
El respeto a los demás y el discernimiento de la
verdad van de la mano. Nuestra responsabilidad es presentar la verdad con amor
y respetar las decisiones de los demás, tal como el Señor lo hace. Ese respeto
nos dará la oportunidad de comunicar la verdad de Jesús: «Yo soy el camino, y
la verdad, y la vida» (Juan 14:6).
Señor, muéstrate hoy a través de mí.
Ama a las personas; ama la verdad.
Nuestro Pan Diario
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